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Lidia Álvarez
Viernes, 23 de septiembre 2016, 00:34
«Si no voy a decir misa a Carballo es porque varias veces los vecinos montaron un piquete para impedirme entrar a la iglesia». Francisco Javier García Peñamedrano, más conocido como el padre Pachi, explicaba ayer a EL COMERCIO que ésta es la única razón por la que han dejado de oficiarse misas de forma habitual desde principios de año en esta localidad.
Coincide con los vecinos en que el origen del conflicto está en las obras de ampliación del cementerio iniciadas en octubre. «Unos cuantos que se han empeñado en que no se construyan nuevos nichos, pero por qué no se van a hacer si hay espacio y quienes los solicitan tienen el mismo derecho que ellos», sostiene.
Tanto el padre Pachi como los vecinos a petición del cuales se iniciaron las obras aseguran que los trabajos -a día de hoy paralizados- contaron desde del primer momento con el permiso del Arzobispado y con el visto bueno de Sanidad, aunque es cierto que no se solicitó licencia municipal, que actualmente se está tramitando; confían en que en breve les sea concedida para poder continuar.
Lo que niegan, como denuncian quienes se oponen a las obras, es que durante los trabajos se tirasen en una escombrera restos óseos. «Eso no es cierto porque todo lo que se extrajo en la zona en la que se empezó a trabajar se recogió y depositó en una de las estancias de la iglesia y los técnicos que subieron a inspeccionar no encontraron nada en la escombrera». Para los promotores de las obras, «toda esta situación viene derivada del empecinamiento de un grupo de vecinos, las envidias y el caciquismo que todavía hay en los pueblos». Asegura este grupo que como el cura los apoyó en el asunto de las obras, «han intentado por todos los medios que no volviera a dar misa con piquetes a la puerta de la iglesia»; una situación que ha terminado con una denuncia ante la Guardia Civil y varios vecinos acusados de un delito contra la libertad de conciencia y el sentimiento religioso.
En el juzgado
La denuncia está ahora en manos del juzgado de Cangas del Narcea y aunque el párroco asegura que no tiene problema en retomar las misas si la situación se calma, los vecinos que iniciaron la protesta se han dirigido repetidamente al Arzobispado, e incluso al Vaticano, para que se cambie al cura titular de la parroquia.
Fuentes del Arzobispado señalaron ayer se está trabajando para resolver el problema «lo más satisfactoriamente posible para todas las partes», pero que es una situación complicada también por la escasez de sacerdotes.
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