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L. ÁLVAREZ
Miércoles, 10 de septiembre 2014, 00:28
Ni los escritos a la Consejería de Fomento, ni los informes sobre peligrosidad tramitados a través de la Policía Local, han surtido efecto. La única solución que ven los vecinos de Selviella, en Belmonte de Miranda, «es hacer una sentada en la carretera». Llevan años quejándose de la curva de entrada del pueblo, en la carretera AS-227 (San Martín-Puerto de Somiedo), una zona con constantes accidentes de tráfico. «Hubo semanas de hasta tres accidentes semanales y, ante las protestas, echaron una nueva capa de rodadura que sólo sirve para que corran todavía más», señala Delfina Díaz, pese a que en la zona la velocidad está limitada a 50 kilómetros por hora. Lo saben bien los dueños del establecimiento El Parador, situado en la desembocadura de la curva. En varias ocasiones, los vehículos se han empotrado contra su terraza, destrozando el muro de cierre y «con la suerte de que en ese momento no había gente en la terraza, porque se los habrían llevado por delante»
El presidente de la Asociación de Vecinos La Voz del Pueblo, Julio Cabal, ha sido el encargado de trasladar las protestas al Principado. La última vez fue en mayo pasado, «después de casi dos atropellos y de tres accidentes en poco días». Apunta que se trata de una curva con poca visibilidad, zona de paso de personas mayores y de espera para el transporte escolar. En el mismo punto coinciden también dos cruces, que se convierten en «salidas muy peligrosas que hay que hacer con rapidez» por si vienen vehículos desde la carretera general.
«Solo pedimos que instalen unas bandas sonoras poco antes de la curva para aminorar la velocidad de los vehículos», explica y, además, permita a quienes vayan a cruzarla en mitad del pueblo, «percatarse de que se acerca un coche».
Fomento ya contestó que las bandas sonoras no se pueden instalar en zonas habitadas, por las molestias derivadas del ruido. Los vecinos argumentan, que son ellos mismos quienes lo piden y que ya se han instalado en zonas similares, como Requejo y Bárcena, en el vecino concejo de Salas. Mientras, el peligro continúa.
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