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Cada vez se viven más años. Por ello, un elevado porcentaje de los bebés que nacen en la actualidad podrán cumplir los 100 años. En 2050 habrá 3,7 millones de personas centenarias en el mundo, según datos del Pew Research Center. Esta longevidad extendida tendrá un fuerte impacto en diferentes aspectos de nuestra sociedad, principalmente en el sector de la salud y los cuidados y, según los expertos, la mayoría de los países no está prestando la atención que el asunto demanda.
Tradicionalmente, la vejez se ha asociado a algo negativo: a apartarse de la sociedad, a la fragilidad, al fin de la vida. En contraposición con esta acepción, la socióloga Irene Lebrusán propone el término longevidad, que nos aleja de esta connotación negativa errónea, tal y como explicó en el seminario «La nueva longevidad», organizado por el Observatorio Social de la Fundación «la Caixa», donde médicos, economistas y sociólogos pusieron sobre la mesa una visión multidisciplinar de este asunto no para buscar respuestas, sino para encontrar las preguntas adecuadas que nos ayuden a comprender esta transición en campos como la salud y los cuidados, la economía, el trabajo, la educación, la identidad o las nuevas relaciones sociales.
La profesora Adelina Comas, economista e investigadora de la London School of Economics and Political Science, y directora del Observatorio Global de Cuidados de Larga Duración (GOLTC), recordó que la demanda de servicios de cuidados aumentará considerablemente. «El principal reto es que en casi todos los países del mundo no nos hemos hecho a la idea de que esto está ocurriendo y de sus consecuencias. Los que están diseñando políticas adecuadas son la excepción».
Entre los países modélicos Comas destacó Japón, «allí la pandemia no causó tanto daño en las residencias porque se había invertido mucho en cuidados en los últimos años, fomentando un nuevo diseño de residencias muy diferente al español». Aquí, supuso un punto de inflexión, «habrá más pandemias», señaló, «y para hacerles frente tendremos que pensar en formas más humanas y eficientes de aplicar las medidas necesarias en las residencias». Un cambio para el que considera clave el papel del sector público.
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