r. agudín / g. pomarada
Miércoles, 17 de abril 2019, 00:40
Cuando sucede una castástrofe como la de Notre Dame en París, es habitual pensar qué pasaría si sucediese algo similar en alguno de nuestros monumentos más emblemáticos. ¿Sería posible que sucedieses algo similar en la Catedral de Oviedo o la Basílica de Covadonga ... ? ¿Cuentan con algún plan de seguridad en caso de incendio?
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Según explica el deán de la Sancta Ovetensis, el templo cuenta con un plan específico para estos casos. Además, hay extintores situados por todos los rincones, especialmente en los alrededores del archivo, una de las zonas más vulnerables por su contenido, y son revisados cada «dos meses» por los técnicos competentes. Además, se han instalado diversos equipos de lucha contra las llamas y la cubierta dejó de ser de madera a finales de los años noventa. «Lo que ha pasado en Notre Dame es una pérdida tremenda, pero en este sentido aquí estamos tranquilos», abundó ayer el deán, Benito Gallego, quien confesó tener más miedo a las tormentas.
Los pararrayos no han dado el resultado esperado y la restauración de la capilla de los Vigiles, cuyas obras están ahora en proceso de contratación y se espera que empiecen dentro de «un mes y medio», incluyen mejoras en ese sentido. En el proyecto básico y de ejecución se recoge que, debido a la superficialidad del subsuelo, la conductividad es «muy baja» y se precisa realizar una toma de tierra con materiales más conductivos que «permitan una mejor y rápida» disipación de la energía.
«Por culpa de los rayos hemos tenido problemas en la instalación eléctrica y cuando anteayer hubo tormenta temí que pasase algo», comentó el deán, para a renglón seguido decir que la Catedral cuenta con todas las medidas exigidas para prevenir un incendio, aunque reconoce que siempre pueden ocurrir casos «extraordinarios». Aún así, tanto en Oviedo como en Covadonga creen que es «difícil que ocurra algo así».
Construida entre 1877 y 1901, siete siglos después de Notre Dame, la Basílica de Covadonga es para el abad Adolfo Mariño un «caso distinto» por los materiales empleados. «Es casi toda de piedra 'rojo Covadonga'», recuerda de esta obra de estilo neorrománico, a diferencia de la joya del gótico de París, cuyo «alma es de madera». No obstante, en el Santuario existen planes de seguridad tanto para la Basílica como para la Santa Cueva. «Todo es poco, te quedas desolado cuando pasan estas cosas», lamenta. Covadonga no es de hecho ajena a la destrucción del fuego. En 1777, un incendio considerado como fortuito acabó con el templo del Milagro, una estructura de madera encajada entre la roca y ubicada en el espacio de la actual cueva. Su nombre se debía precisamente al 'milagro' de mantenerse suspendido en las alturas. «Aquel incendio fue devastador porque era todo de madera. Quedó todo calcinado, hasta la propia imagen», recuerda el abad.
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A ese fuego del siglo XVIII debe Covadonga su actual imagen, pues una vez destruido el templo del Milagro entró un juego un nuevo diseño clasicista de Ventura Rodríguez. La monarquía llegó a apoyar la recaudación de fondos para hacer frente a los 2,3 millones de reales de presupuesto, si bien el proyecto arquitectónico acabó en el cajón. No sería hasta un siglo después cuando se erigiría la actual Basílica, ideada por Roberto Frassinelli, que también rediseñó la Santa Cueva. «La situación ha cambiado para bien», resume el abad sobre la seguridad de las construcciones que hoy se levantan en Covadonga.
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