A salvo. Antonia Horiana, junto a sus hijos Hordu, Henrikh y Hektor en la cafetería del hotel Don Manuel, donde se hospedan.

La esperanza se refugia en Asturias por Navidad

Las familias ucranianas acogidas celebran las navidades con la esperanza de que al fin llegue la paz y gratitud por la ayuda

L. LÓPEZ / P. A. MARTÍN

Sábado, 24 de diciembre 2022, 02:33

Oleh Stoliarenko lleva viviendo en la región desde marzo -«poco después de que estallara la guerra», recuerda- cuando vino con su madre, Olena; su hermana, Alisa, y una de sus primas, Snizhana, hasta Corvera, donde residen actualmente. Reconoce Oleh que, aunque no falte la esperanza ... en la mesa, estas navidades serán muy distintas a lo que están acostumbrados. La razón principal es su exilio tras la invasión rusa de su país, que los mantiene muy alejados del calor de su hogar.

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Por si el forzado exilio no fuera suficiente, Asturias tiene particularidades que les recuerdan que no están en casa: «En Ucrania todo está cubierto de nieve y hace mucho frío por estas fechas. Aquí no hay nieve y hace calor», cuentan extrañados, siendo conscientes de que el cambio supone una reafirmación más de la triste realidad que miles de ucranianos viven. Sin embargo, matizan que «estamos felices. Nuesto país es un lugar peligroso porque hay bombas por todos lados, aquí pasaremos la Navidad tranquilos».

Una niña ucraniana manda un mensaje a sus amigos y familia. SIMAL

Con todo, los asturianos son acogedores con los Stoliarenko, por una parte, y, por otra, la familia ha conseguido que su padre, Oleh, quien se quedó en Ucrania durante el conflicto, haya podido venir hasta Asturias para pasar las navidades con la familia. No es la casa de su país, pero sí el hogar que supone la familia unida, que hasta se saltará alguna costumbre con un sentido reivindicativo: «En Ucrania nosotros celebramos la Navidad del 6 al 7 de enero», explica Oleh, siguiendo la tradición ortodoxa, aunque este año la celebrarán el día 25 para no compartir día con «los rusos».

«Lo único que le pedimos al año nuevo es que la guerra termine. Queremos que todo el mundo, en Asturias, pida por ello»

Ese día, como en cualquier otra parte del mundo, todos se reúnen a la mesa y disfrutan de los platos típicos de su país, como el 'shuba', «un pastel hecho con arenque, zanahoria, cebolla y mayonesa», las setas rellenas o el 'kutia', un plato dulce «hecho con trigo, semillas, frutos secos y miel», explica Oksana Lavryshchev. Ella es otra de las refugiada que, junto a sus hijos, su marido y su madre, llegó a Avilés días después de que comenzase la guerra. Admiten que están bien, pero que echan de menos su casa, especialmente en estas fechas.

Muchas familias no pasarán la Navidad solas. Así es el caso de la familia Pleskach, que llegó a Oviedo en marzo y que admite que su situación «es complicada» porque muchos se han quedado en Ucrania. «Estamos felices porque los niños lo están», reconoce Anna, y añade que la Navidad en Asturias «no es tan típica» como la que ella tiene en mente, porque «allí estamos a 15 grados bajo cero y hay muchos árboles de Navidad, por todas partes». Entre sus tradiciones navideñas destaca un amigo invisible particular: «Dos meses antes de Navidad sacamos de una urna un papel con un nombre. A la persona que te salga tienes que hacerle un regalo y rezar por ella mientras lo haces», cuenta Anna. Todos ellos son cristianos, por lo que mañana se reunirán a la mesa para rezar y celebrar «el nacimiento del niño Jesús».

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«Son tiempos difíciles, pero tenemos amigos en una iglesia e iremos allí para preparar regalos a los niños. También cantamos villancicos e incluso los creamos», cuentan. De igual forma, entre sus planes navideños tienen previsto visitar a varias familias ucranianas tanto en Oviedo como en Gijón para compartir, todo lo posible, el espíritu de la Navidad que la guerra no parece capaz de arrebatarles.

Parte de la familia Stoliarenko, frente al árbol de navidad. ROMÁN

La familia Poshvaliuk es otra de las tantas que pasarán la Navidad separados de su familia. Kristina llegó en marzo junto a sus hijas y su hijo y juntos encontraron refugio en Avilés, donde residen. Ellos, al igual que la familia Pleskach, son católicos, por lo que el día 25 es el más importante de su calendario, junto con el 6 de enero para las pequeñas Angelina y Marharita, que esperan con ansia los regalos y dulces que San Nicolás les dejará debajo de la almohada. Kristina asegura que, a pesar de la situación tan delicada que está atravesando su país, «estamos felices de estar aquí». La pequeña Marharita asegura, en un perfecto español, que no quiere volver a su país: «Me gusta vivir aquí porque todas las personas son buenas».

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No es así el caso de Daria Pavloska, a quien le gustaría celebrar las próximas navidades en su país, pero no confía ciegamente en poder hacerlo, ya que «puede que toda esta situación dure mucho más». A ella y a su madre el estallido del conflicto las pilló en España y ya no pudieron volver. Ahora pasarán junto con parte de la familia la Navidad en Asturias, celebrando «lo que significan estos días». Daria asegura que pese a la situación, «seguiremos manteniendo las tradiciones». Algo que también intentará la familia Horiana, que vino desde Dnipro, la cuarta ciudad más poblada de Ucrania, a Asturias hace tres semanas huyendo de los cortes de luz y el frío y que se aloja en el hotel Don Manuel de Gijón. Ellos admiten que celebrarán la Navidad tanto el 25 de diciembre como el 6 de enero y que entre sus planes se encuentra «jugar con los más pequeños, pasear por la ciudad y ver las luces, patinar sobre hielo y contemplar como el resto de gente celebra la Navidad». Entre sus deseos para el nuevo año, solo se encuentra uno: «Deseamos que la guerra termine y que todo el mundo, en Asturias y en España, pida por ello también». Ellos, como todos, quieren poder celebrar la Navidad de 2023 de vuelta en una Ucrania en la que reine la paz.

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