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CHELO TUYA
GIJÓN.
Martes, 19 de octubre 2021, 01:37
«Aboliremos la prostitución que esclaviza a las mujeres». El anuncio de Pedro Sánchez en su mitin de cierre del congreso en el que este fin de semana, en Valencia, el PSOE escenificó su unión, fue recibido con aplausos entre las entidades feministas. Aplausos no ... exentos de condicionantes sobre la forma en acabar con la explotación sexual que en España, el país con mayor consumo de Europa, mueve cinco millones de euros al día a través de más de 1.600 prostíbulos.
Datos reflejados en el libro 'La revuelta de las putas' en su autora, la Comadre de Oro, escritora, activista feminista y exprostituta Amelia Tiganus. define la prostitución como «una agresión sexual» y aclara que «la libertad sexual no es tener sexo con cualquiera, sino con quien se quiera y tener la libertad para decir no».
Una definición esa de la prostitución como esclavitud y explotación sexual que comparte el movimiento feminista. Especialmente las entidades que trabajan con mujeres prostituidas, como la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (APRAMP).
Su coordinadora en Asturias, Esther Rodríguez, tiene claro que la prostitución «es una violación de pago». En su experiencia trabajando con cientos de mujeres cada año, asegura que «desde la libertad, ninguna mujer elige ser puta. Ninguna».
Sin cifras de asturianas sometidas a esa explotación, sí puede apuntar Rodríguez las de mujeres a las que ayudan a salir de lo que Amelia Tiganus llama «campos de concentración». En Asturias, «el año pasado ayudamos a 306 mujeres», de las que «el 97% son extranjeras».
Es decir, mujeres víctimas de la trata de personas, captadas en otros países y atadas en España a sus proxenetas por deudas de difícil pago. Para Rodríguez, la idea de que la prostitución es un trabajo «es falsa», porque, insiste, «ninguna mujer sueña de niña con ser puta o quiere que su madre, hija o hermana lo sea».
En cuanto a qué medidas debe incluir el abolicionismo, no tiene ninguna duda de que «deben pasar por el alojamiento, la formación y el empleo». Alerta ella que en 2020 «con la pandemia, muchas mujeres a las que habíamos ayudado a salir de la prostitución, tuvieron que volver a ella al perder el trabajo que habían logrado, ya que son todos muy precarios. Volvieron llorando, porque ninguna quería estar ahí».
Unas medidas que también plantea Blanca Cañedo-Argüelles, desde 8M Asturies. «El abolicionismo es un paso muy importante, pero hay mucho trabajo interministerial que hacer y muchos consensos que lograr antes, porque sin ellos será una ley hueca». Fundadora de la Clínica Belladona, es conocedora de los problemas de salud y violencia que sufren las mujeres prostituidas. «La cuestión es en qué va a consistir el apoyo a las mujeres que solo disponen de la posibilidad de ejercer la prostitución para sobrevivir y, sobre todo, si la trata va a ser perseguida a nivel internacional».
Una salida de la prostitución consensuada con las protagonistas es también lo que pide la Plataforma Feminista de Asturias. «Sobre el abolicionismo tenemos un debate pendiente. Es algo más difícil que posicionarse en un extremo», explica Jessica Castaño. Según sus palabras, «está claro que la prostitución forzada tiene que abolirse, pero hay que escuchar a las que se autodenominan trabajadoras sexuales».
Desde la Federación de Mujeres Progresistas de Asturias, su presidenta, Blanca Aranda, cree que «es un paso importantísimo en la defensa de los derechos humanos», porque «el cuerpo de las mujeres no es un producto de consumo». No obstante, es consciente de que «la solución no está cerca ni es fácil».
«El Gobierno del Principado es feminista y abolicionista», sentenció la directora de Igualdad para despejar las dudas. Nuria Varela anunció que «si el año pasado fue el año contra las agresiones sexuales, con la creación de un centro para víctimas», el próximo «será abolicionista.
Eso se traducirá en que Asturias «tendrá un centro de atención a las mujeres prostituidas», de carácter público con el que poner fin a la explotación sexual.
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