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Pintora. Helena Toraño es una gran admiradora de Georgia O'Keeffe, a quien descubrió cuando estudiaba la carrera. JOSÉ VALLINA
10 mujeres y sus ejemplos para vivir y perseverar

10 mujeres y sus ejemplos para vivir y perseverar

Referentes. En un mundo cuya historia está escrita en masculino, asturianas de diversos ámbitos recuerdan a quienes las impulsaron a hacer sus sueños realidad

ANA RANERA

Domingo, 6 de marzo 2022, 01:21

Haría falta reescribir la historia para que las mujeres tuvieran el lugar que merecen dentro de ella. Aún hoy, en los libros, se acumulan los nombres masculinos y, sin embargo, apenas hay constancia de lo que ocurría con la otra mitad de la población, la femenina (que también existía, aunque, a veces, no lo parezca). Quienes escribieron el pasado intentaron borrarlas y hasta lo consiguieron porque, si pensamos en la generación del 27, hablamos de hombres; si nos imaginamos dentro del Museo del Prado, visualizamos obras de hombres y, si enumeramos deportistas de élite, se nos ocurren hombres y más hombres. Como si ellas no hubieran hecho nada, como si ni siquiera hubieran estado. En su día fueron silenciadas y eso hizo que las mujeres del presente crecieran sin referentes, sin saber que hubo otras como ellas, que trabajaron al mismo nivel que los del sexo contrario y lucharon, probablemente, mucho más que ellos, para lograr bastante menos.

Historiadora. Pepa Sanz creció leyendo la saga de libros de Celia que Elena Fortún escribió y con la que se sentía identificada. marieta

Resulta sumamente significativo que, cuando la escritora Ángeles Caso piensa en un referente, la primera mujer que se le viene a la cabeza es ficticia. Se trata de Jo March, uno de los personajes de 'Mujercitas', que, en realidad «responde a lo que era su autora, Louisa May Alcott», aclara. «Leí una adaptación de este libro, por primera vez, a los ocho años y me quedé absolutamente fascinada», rememora Caso. Según pasaron los años y fue investigando a esta escritora, más aún se maravillaba con sus relatos. «Conociendo sus circunstancias, la admiré más porque, para una mujer, en el siglo XIX, era muy complicado tener una voz propia».

Docencia. María Ángeles Gil vio, desde niña, la pasión por la enseñanza que sentían sus tías y la replicó, con los años, con sus alumnos. álex piña

Y, la de May Alcott, sonaba con firmeza, frente al silencio generalizado. «Cuando yo era niña, sí que había más escritoras, pero todas estaban relacionadas con la literatura infantil y, hasta mucho más tarde, no conocí a otras que hubieran escrito para adultos», señala, consciente de que aún queda mucho trecho por andar. «La situación ha mejorado, pero aún queda por hacer. Los libros de texto se siguen escribiendo como hace cuarenta años, haciendo un relato androcéntrico, en el que los hombres protagonizan el 90% de la historia», asegura. «Creo que la situación está empezando a cambiar, pero está siendo un proceso muy lento», se lamenta.

Moda. Teresa Laso reivindica a Flora Villarreal, una diseñadora que estuvo a la altura de Balenciaga y que, a pesar de ser pionera en la moda en España, es mucho menos conocida. arnaldo garcía

No es Ángeles Caso la única con un referente que no es de carne y hueso. Lo mismo le ocurre a la historiadora Pepa Sanz, quien creció leyendo y admirando a Celia Gálvez de Montalbán, la protagonista de los cuentos de Elena Fortún. «De niña, la adoraba», empieza diciendo Sanz. «La saga arranca con una vida colegial y se cierra ya con una mujer casada, madre de un hijo. Se ve su vida antes de la guerra civil, la inmigración y la vuelta a casa», relata.

Médica. Lucía Raposo encontró en Pilar Nosti, una antigua jefa, el ejemplo para llevar a cabo su profesión. j. c. tuero

Y, al igual que le ocurrió a Caso, Sanz adoró más a Celia, cuando supo la historia de quien estaba detrás, la mujer que la hizo realidad. «Detrás de ella está Elena Fortún, un seudónimo de una mujer que, realmente, se llamaba María Encarnación Gertrudis Jacoba Aragoneses y que, en Celia, volcó su vida y su pensamiento», explica. «Tuvo una existencia de novela», apunta.

Escritora. Ángeles Caso aún recuerda la primera vez que cayó entre sus manos una versión de 'Mujercitas'. Ahí despertó su amor por Louisa May Alcott. álex piña

También fue de novela, o de película, la vida de la diseñadora Flora Villarreal, la inspiración de Teresa Laso, la presidenta de la Asociación de Diseño y Moda de Asturias. «Fue una mujer reconocida nacional e internacionalmente», la empieza a definir. «Nació en Miranda de Ebro y, a los catorce años, se fue a Vitoria a aprender el oficio de modista. A los 24, se fue a Madrid y ya puso su propio taller», continúa explicando. Para Laso, esta creadora dio, en España, el pistoletazo de salida a la alta costura. «Era una mujer bárbara, de gran prestigio. Llegó a tener un atelier de primerísima calidad y hasta Balenciaga quiso que se fuera a París a trabajar con él», rememora.

Escaladora. Cuando Rosa Fernández empezó, apenas había mujeres en las que fijarse, hasta que encontró a Wanda Rutkiewicz. josé vallina

Pero, a Teresa, Flora no solo le inspira por sus diseños, sino también por su historia vital. «Fue una avanzada a su tiempo, que decidió quedarse en Madrid porque ya tenía aquí su trabajo y a su familia», cuenta. Y no se olvida de destacar el papel de su marido, raro para la época: «En aquellos tiempos, desgraciadamente, no todos hubieran respetado que ella tuviera su propio trabajo y triunfara y él sí lo hizo».

Actriz. Carmela Romero cree que fue su abuela quien plantó en ella su pasión por la cultura y la impulsó a ser lo que es hoy. carolina santos

Porque eran muy pocas, en el siglo XX, las que desempeñaban un oficio, más allá del hogar. Ese fue el caso de Mercedes y Gloria, las tías y referentes de la matemática María Ángeles Gil. «Nacieron en un pueblo de muy pocos habitantes y se convirtieron en dos grandes maestras. Eso hizo que yo nunca viera como algo raro que dos mujeres trabajaran», señala. Y su pasión docente, además, a ella le dejó huella, tanta que siguió, en cierta manera, sus pasos, y también se colocó con el encerado a la espalda. «Su vocación me marcó», promete.

Jurista. La abogada Almudena López admira a Ruth Bader Ginsburg, una jueza y jurista estadounidense. paloma ucha

Unos cuantos referentes tuvo también la cantante Marisa Valle Roso, quien reconoce que, a lo largo de su trayectoria, encontró «muchas figuras femeninas que me sirvieron de ejemplo y marcaron mis primeros años de profesión». Aunque, si tiene que elegir una, se queda con Joan Báez, que fue «cantautora, intérprete y activista», enumera. «Siempre estuvo muy comprometida socialmente y siempre fue muy fiel a sus principios. Eso es de admirar, sobre todo, teniendo en cuenta la época en la que vivió porque ahora es mucho más fácil posicionarse». Y fue con su canción 'Diamonds and rust', cuando Marisa empezó a admirarla con más fuerza. «Con ese tema, me caló».

Cantante. Marisa Valle Roso tiene numerosos referentes, aunque Joan Báez es la artista que primero le viene a la cabeza al pensar en sus ejemplos a seguir. e. c.

Tal vez, a esta cantante no le hayan faltado referentes porque en la música suenan, desde hace tiempo, más nombres femeninos. Por el contrario, en la pintura apenas se conocen autoras. «Muchas artistas de mi generación y de las anteriores crecimos sin referentes femeninos, hasta que empezamos a estudiar la carrera o a investigar por nuestra cuenta», dice la pintora Helena Toraño. Ella aún se acuerda de cuando descubrió a Georgia O'Keeffe, «en primero o segundo de carrera y me impresionó muchísimo», dice. «Sería necesario revisar la historia del arte porque en pocos libros aparecen mujeres», señala. «Creo y espero que ahora las niñas pueden tener más ejemplos, aunque sea por el fácil acceso a internet y porque hay más concienciación», desea. «A mí, al principio, cuando me preguntaban por referentes, nombraba a hombres porque era los que había estudiado y los que conocía», se lamenta.

El arte fue territorio exclusivo masculino, al igual que el deporte, en el que la escaladora Rosa Fernández recuerda cómo fue, en sus inicios, totalmente autodidacta. «Cuando me introduje en el himalayismo, no tenía ni referencias ni información», asegura. Tuvieron que pasar los años para que esta alpinista descubriera la historia de una mujer inspiradora como la polaca Wanda Rutkiewicz, fallecida en 1992, en el Kanchenjunga. «Curiosamente, cuando yo me fui a escalar esa montaña donde ella había perdido la vida, mis compañeros me pusieron el apodo de Wanda», rememora. «Ese fue el momento en el que me empecé a sentir muy cercana a ella y me sentía muy identificada por su forma de hacer las cosas. Es un personaje increíble», celebra. Además, en 2020, cayó en sus manos el primer libro sobre la vida de Wanda y, si a Rosa le quedaba alguna duda sobre su admiración, se le despejó totalmente. «Para mí, es la número uno del alpinismo mundial», promete.

Y de las cumbres hasta la justicia, donde la abogada Almudena López encuentra ejemplos a seguir en sus clientas y compañeras, a quienes «idolatra y admira. Siempre debemos tener referentes cercanos como colegas de profesión, hermanas y madres», considera. Aunque, más allá de quienes nos dan la mano, también hay quien nos motiva desde la distancia. «A nivel profesional, destacaría a Ruth Bader Ginsburg, una de las primeras en acceder a la corte suprema de los Estados Unidos», dice. «Es una mujer que venía de una familia humilde y que supo compaginar muy bien su vida laboral y familiar», asegura, antes de seguir ensalzándola. «Luchó por la igualdad entre hombres y mujeres y es un referente, en cuanto a lucha legislativa. Me refiero a la defensa del aborto y de los derechos de los homosexuales. Me parece admirable», se convence.

López considera que ese tipo de personas consiguen «potenciarte y animarte a ser mejor, tanto a nivel personal como profesional». Aunque insiste en que le gusta «empaparse de las personas cercanas» y buscar también ejemplos nacionales como Teresa Peramato. «Ella, aparte de ser una experta jurista, es también una mujer admirable que ha compaginado familia y trabajo», la alaba.

Y, en eso de buscar referentes accesibles, coincide con ella Lucía Raposo, la jefa de Radiodiagnóstico del Hospital de Jove. «La primera persona que se me vino a la cabeza al pensar en mis ejemplos fue Pilar Nosti, una jefa de servicio que hubo aquí desde los años ochenta hasta 2014», cuenta. «Fue para mí y para otra mucha gente del hospital todo un ejemplo a seguir porque era una persona involucrada en la gestión y que estaba muy preocupada por el personal», detalla. «Dejó una huella imborrable y yo tuve la suerte de tenerla como jefa».

De hecho, a día de hoy, Raposo aún recuerda a Nosti cuando tiene que tomar alguna decisión. «Seguramente me influyó más de lo que pienso y, aunque sé que nunca voy a ser como ella, cuando tengo dudas, pienso en qué haría ella si estuviera en mi lugar», desvela. «Era profesional, contribuyó a mejorar el hospital, tuvo visión de futuro y se preocupaba por todo el personal, no solo por los médicos», la alaba. «Fue jefa de todos, tenía una visión global del servicio y se interesaba por la calidad y la seguridad de los pacientes», prosigue. «Todo el mundo la respetaba y eso hay que ganárselo», zanja.

Como se lo ganó Carmen Menéndez, una abuela que plantó en su familia el amor por la cultura, a pesar de que, en sus tiempos, no todas las mujeres accedían a ella. «Hasta escribía poemas de pequeña y, por ella, hubiera intentado seguir por ese camino, pero de aquella eso casi que ni era una opción», cuenta su nieta, la actriz Carmela Romero. «Un poco por su culpa, me dedico a la cultura, así que no sería justo hablar de Carmen Maura como referente, cuando tengo a otra Carmen en casa muy poderosa y con una fortaleza que nuestra generación no tiene», la reivindica.

De hecho, Romero podría hablar de más de un ejemplo cercano porque, según dice, «tengo cuatro hadas madrinas: mis dos abuelas, mi tía y mi madre». Una suerte que la hace estar convencida de que «siempre pensamos en actrices famosas y no nos damos cuenta de que los referentes, muchas veces, están dentro de casa».

Porque sí, se puede hacer historia de muchas maneras. Las abuelas, las madres y las tías también la hicieron. Algunas, luchando desde el hogar y otras muchas reivindicándose y reivindicando su trabajo, en un mundo dominado por los hombres que, durante siglos, las acallaron. Pero ya ha llegado el momento de reivindicarlas. Hoy son diez, pero valen para aplaudir la labor de cientos. De miles, de todas.

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