MARÍA SUÁREZ
OVIEDO.
Jueves, 5 de marzo 2020, 01:37
Es más que habitual ver a hombres entrenando a equipos femeninos, formando a mujeres deportistas de múltiples disciplinas y, por supuesto, arbitrando sus competiciones. Sin embargo, ese techo de cristal que lleva a los puestos de responsabilidad no es tan sencillo de romper para las ... mujeres. O al menos no tan común. Las hay que sí se han hecho un hueco en el deporte masculino y si en algo coinciden, es en que, aunque sea más complicado de lograr, cada vez resulta más natural tener voz y decisión.
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Paula Amor (Madrid, 1975) lleva veinticinco años entrenando a jóvenes promesas de la natación en el Club Ciudad de Oviedo y, desde hace dos, es su directora deportiva. «He nadado desde los diez años, y siempre he sentido que era una disciplina muy igualitaria. Sin embargo, es cierto que no ocurría lo mismo con los entrenadores. El 90% o 95% eran hombres y ahora en Asturias somos en torno a diez mujeres y catorce hombres cumpliendo ese rol. Cada vez somos más chicas», celebra Amor, que nunca se ha sentido «menos valorada» por su género.
Yolanda Mijares (León, 1960) es avilesina de adopción, trabajó dieciséis años para la Federación Española de Baloncesto, logrando tres oros como entrenadora ayudante y dirigiendo su propio banquillo en la Liga Femenina 2. Hace dos campañas, el Castrillón la fichó para su equipo junior masculino, al que ascendió, y ahora dirige al nacional masculino. «He tenido que pelear mucho. No sé si los chicos tienen que pelear lo mismo para estar donde estoy. Entreno a todos como las personas que son y no me hacen sentir diferente. Nunca pensé que fuera a ser discriminada, lo importante es sentirse preparada», confiesa la propia Mijares
Para la exjugadora, hay un componente emocional que la sociedad atribuye a las mujeres y que se pone «como excusa» para darles más puestos de responsabilidad. «Recuerdo un campeonato de España en Avilés femenino en el que los 32 equipos estaban dirigidos por hombres. Es difícil que proliferen casos como los nuestros. En la ACB solo hay una mujer, en el Fuenlabrada, y es segunda entrenadora», matiza la propia Mijares, que lamenta que no se ponga el foco sobre la situación de manera habitual.
Romina Marchiano (1996) vive esa naturalidad desde el lado del arbitraje. Esta argentina, asturiana de adopción, arbitra en Liga Femenina 2 y la liga EBA masculina, y ve a cada vez más mujeres siguiendo su mismo camino. «Siguen existiendo bromas relacionadas con la mujer, ciertas conductas que frenan el desarrollo de la igualdad, pero vamos evolucionando. En baloncesto es cada vez más común ver mujeres; creo que se debe también al respeto que hay por la figura del árbitro, te hace sentir más cómoda», comenta Marchiano, en pleno desarrollo de su carrera.
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