Las mujeres son 46.462 más que los hombres, pero el campo se masculiniza y envejece

En cifras: Asturias tenía en 1996 un total de 564.904 mujeres y 529.127 hombres, es decir, 41.923 féminas más que hombres. Esa diferencia creció hasta las 46.462 (4.539 más), pese a que tanto mujeres como hombres vieron sus contigentes reducidos sensiblemente (ellas pasaron a ser 529.127, mientras que ellos bajaron del medio millón para quedarse en 482.665).

¿En toda Asturias por igual? Pues no, y aquí hay una clave interesante. En las tres ciudades las mujeres incrementan en 2021 su ventaja sobre los hombres respecto a 1996. En Avilés, y en un contexto de pérdida neta de población, las mujeres son hoy 4.290 más que los hombres, mientras que en 1996 esa diferencia era solo de 3.222.

En Gijón, las mujeres han pasado de ser 138.647 a 142.411. Los hombres, de 125.734 a 126.485. Es decir, si la ventaja era en 1996 de 12.913 para las mujeres, 25 años más tarde ha subido a 15.926. Es decor. 3.013 más.

Y en Oviedo ocurre otro tanto, de forma aún más marcada. sus 200.049 habitantes de 1996 se dividían entre 106.623 mujeres y 93.426 hombres. Esa diferencia de 13.197 personas a favor de las féminas se incrementó en 2021 hasta las 16.308, al partirse entonces los 217.552 habitantes entre 116.930 mujeres y 100.622 hombres. Es, con un 7,5% más de mujeres que de hombres, el municipio más feminizado de Asturias, mucho más de lo que dicta la mera mayor esperanza de vida de las féminas.

Dicho de otra forma: Las zonas urbanas, al menos Gijón y Oviedo, siguen atrayendo población en un flujo interno que se lleva del campo a la ciudad a más mujeres que hombres y que tiene su contrapunto en la zona rural.

Entonces, ¿cuál es el municipio más masculino de Asturias? Uno de los tres más envejecidos: Ponga, que si en 1996 ya tenía un 15,23% más de hombres que de mujeres, ha ampliado esa diferencia hasta superar los 18,1 puntos, al contar con 339 hombres y 235 mujeres.

Lo mismo ocurre en el vecino Amieva; en el limítrofe y muy envejecido Caso, en los intensamente despoblados Ibias y Pesoz, los montañosos Somiedo, Proaza o Quirós (que aún tienen que sacar partido al creciente flujo turístico hacia ellos) o, incluso, en Piloña. Todos ellos unen a una tasa de despoblamiento galopante un notable incremento de la diferencia entre hombres y mujeres hacia una clarísima masculinización.

Algunos, sin embargo, como Allande o Pesoz, ven cómo las mujeres se recuperan o incluso empiezan a ser más que los hombres, aunque la aparente buena evolución esconde un hecho aún más grave: Aquí la población está tan envejecida que, por la mayor esperanza de vida de las féminas, son estas las que van recobrando la mayoría. Pero los concejos en los que el envejecimiento es más marcado, todos ellos rurales, se van quedando poblados apenas por bisabuelas.