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Los agentes que entraron esta mañana a la vivienda de Mieres donde esta mañana se había recibido el aviso por un crimen encontraron una escena dantesca. El cuerpo sin vida de un hombre de 41 años, L. S. C., estaba tendido en el ... suelo de la cocina completamente ensangrentado. El cadáver «estaba destrozado», con profundos cortes. La vivienda se sitúa en el segundo piso del número nueve de la calle Numa Guilhou, en pleno centro urbano de Mieres. El aviso lo dio el propio homicida, suegro de la víctima, –J. A. F. R. de 69 años–, quien se personó poco después de las ocho de la mañana en dependencias de la Comisaría de la Policía Nacional. Confesó su crimen todavía con las manos ensangrentaas. Fue detenido e interrogado.
La investigación sigue abierta, pero las primeras hipótesis apuntan a un grave enfrentamiento entre ambos motivado por el proceso de separación de la víctima con la hija del agresor, con quien llevaba varios años casado y con quien tenía un hijo de corta edad. Según vecinos de la zona, ambos ya habían protagonizado algún encontronazo, pero nadie escuchó grito alguno ni trascendió ningún signo de pelea en el domicilio, que el joven tenía alquilado.
Agentes de la Policía Científica han estado durante toda la mañana recabando todo tipo de pruebas en el interior de la vivienda. Poco después de las once de la mañana se procedía a sacar el cuerpo sin vida de la víctima, natural de la población zamorana de Benavente y empleado en un concesionario de vehículos en Oviedo. Era «un varón corpulento y muy alto», señalaban alguno de los vecinos, que se evidenció en su traslado hasta el coche de la Funeraria.
El presunto autor de la muerte se presentó en Comisaría y confesó su crimen friamente. Aseguró ante los agentes que había tirado el arma utilizada para destrozar el cuerpo de su yerno por el camino, que se encuentra en la misma larga avenida: la vivienda del crimen está justo al lado de la glorieta de acceso del aparcamiento de Oñón mientras que la sede policial, en el número 39 de la calle Valeriano Miranda. Esa fue su única colaboración con la policía porque no precisó en lugar exacto donde arrojó el cuchillo. Desde el primer momento, varios agentes estuvieron buscando en las inmediaciones de la viviendas, debajo de los coches ahí estacionados, en las papeleras, en los contenedores de basura y en una parcela anexa al inmueble llena de maleza. La labor fue infructuosa.
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