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Marcelino Gutiérrez llevaba la camiseta de EL COMERCIO puesta prácticamente desde antes de salir de la facultad. Tras alguna colaboración anterior que no le acabó de convencer, en esta casa empezó a trabajar en aquello que siempre quiso, en prensa escrita, era su sueño, y en la Redacción de Gijón realizó sus prácticas. Pronto destacó aquel chaval discreto, listo como una cerilla, que apenas alzaba la voz, pero que tenía una capacidad de trabajo excepcional, una disposición absoluta y un olfato especial para las noticias. Tanto que, tras pasar por varias secciones del diario, pronto se le encomendó ponerse al frente de la Delegación del Oriente de Asturias, donde se necesitaba que alguien con empuje asumiese el reto de hacer crecer el periódico en esos concejos de los que acabó siendo también un poco vecino. Toda esa experiencia acumulada -en Oviedo, en Gijón, en la sección de Asturias, en Llanes... hasta en el taller de la rotativa estuvo echando una mano en una de sus primeras prácticas- y su pasión por el periodismo de verdad, por el de pisar los pueblos, los caminos de pastores, las calles de la ciudad que le acogió, Gijón, el de la gente le convirtieron en un auténtico todoterreno de la información regional. Poco había que se le escapase, algunos pensamos que nada. Asturias era su tierra, y la conocía como nadie.
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Allí en Llanes creció como profesional y se convirtió más rápido de lo que nadie pensaba en punta de lanza del periodismo asturiano, siempre atento a la actualidad, con el lector y sus intereses siempre en su objetivo. Tanto -de aquella también hacía las fotos si era necesario- que no dudaba en plantarse en los lugares más inverosímiles o en meterse en un río si con ello lograba captar mejor la imagen que estaba buscando. Desde información municipal a sucesos, el dichoso Plan General de Ordenación Urbana de Llanes o el lentísimo avance de la Autovía del Cantábrico le dieron decenas, quizás cientos de aperturas.
Pronto se le reclamó en la sede central del periódico, en Gijón, donde EL COMERCIO fue el primer periódico de España en contar con una página web. Ya desde el principio vislumbró Marcelino Gutiérrez que el futuro iría por allí, sumergiéndose de lleno en un germen que acabaría creciendo hasta convertirse en lo que es ahora, y del que él era el máximo especialista de este diario. ELCOMERCIO.es que hoy conocen, y buena parte de las webs del grupo Vocento, tienen mucho de su conocimiento detrás. Y aunque ahora era nuestro director, nunca dejó de escribir cuando era necesario ni de sentarse con el responsable de la web para confeccionar cada noche la portada. Como tampoco dejó nunca de echarle un ojo a la primera.
El pasado sábado escribió su último comentario, sobre actualidad política, que salió publicado el domingo. Remató personalmente las portadas del día siguiente y se fue paseando del periódico hacia casa. Ya había pasado la medianoche. Iba pensando en la portada del periódico del día siguiente, en qué foto podría ir destacada. Sonrió cuando se despidió, pero nunca pensó que él sería el protagonista. Seguramente haya sido la única noticia que no vio venir.
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