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Cristina MartínezFarmacia Torre «Sería más recomendable dejarlas un poco más; al final será como una gripe»

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Cristina MartínezFarmacia Torre «Sería más recomendable dejarlas un poco más; al final será como una gripe»

«Da miedo, pero hay que intentar normalizar»

Dudas. Era una fecha deseada, pero ahora que ya ha llegado hay una mezcla de incertidumbre y deseo. Quitar las mascarillas trae una nueva realidad

SUSANA D. TEJEDOR

Miércoles, 20 de abril 2022, 01:18

El Consejo de Ministros aprobó ayer modificar el Real Decreto por el que se pone fin al uso obligatorio de mascarillas en interiores. Setecientos días después de la imposición, se perderá un elemento al que todos nos fuimos acostumbrando paulatinamente, pero del que todos habíamos confiado en desprendernos en algún momento.

Esa fecha ha llegado, pero con matices. La decisión final recae en cada ciudadano, aunque las autoridades recomiendan la prudencia y la responsabilidad.

Comercios y establecimientos, sobre todo, asistirán a un cambio radical, no tanto por el propio personal, a quien la nueva normativa permite decidir si la mantiene o no, como a la clientela.

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Dicen los comerciantes que el público se mueve entre las ganas de liberarse de ella y el temor a hacerlo, tras dos años llevándola. Hoy les tocará responder a las preguntas de la clientela, que «está desorientada con tantos cambios».

«Lo mejor para el cliente»

«Nosotras vamos a seguir con la mascarilla y poco a poco iremos viendo cómo discurren las cosas», asegura María del Mar Puerta, propietaria del estanco de la Plazuela de San Miguel. En el local trabajan seis personas en varios turnos, ya que abren fines de semana y festivos, y lo han hablado entre ellas. «Lo que queremos es lo mejor para el cliente y cuando han llegado personas sin ella, les hemos despachado fuera, en la calle».

Puerta se enorgullece de haber cumplido la normativa «al máximo, porque nos lo tomamos en serio». No en vano, en el establecimiento hay mamparas para ofrecer mayor seguridad. «Ojalá llegue el momento en el que nos la quitemos todos ya con total seguridad».

Junto a ella, Pilar Valle, empleada del negocio, recuerda las ganas de muchos clientes de quitársela desde hace ya tiempo». Ella ha vivido muy de cerca las consecuencias de la pandemia. «La tercera dosis que me pusieron de la vacuna Moderna me dejó tres meses muy tocada, con entradas al hospital y baja laboral».

Rafa Gutiérrez La buena letra «Si veo a un cliente que entra con ella, me la pondré inmediatamente»

En la calle espera a que finalice la conversación para evitar aglomeraciones Daniela García, quien confiesa las enormes ganas que tiene de librarse de este «complemento». Lo que más le agobia de ello es no poder ver la cara de las personas. «Hay amigos que hace tiempo que no veo y no me acuerdo de su cara».

Mientras, otro de los compradores, Ángel Argüelles, que trabaja en una cafetería, asegura que «seguiré con ella por seguridad, aunque me permitan retirarla». En lugares donde hay mucho movimiento de personas, que entran y salen, «es más prudente protegerte por ti y por ellos».

El librero Rafa Gutiérrez Testón dice que la mascarilla permanecerá en su cara, pese a la liberación de la normativa, «pero la tendré bajada. Si veo a un cliente que entra con ella, me la pondré inmediatamente». También lo hará en momentos en que en su local, La buena letra, en la calle de Casimiro Velasco, se registre una afluencia notable, como cree que será el próximo sábado, Día del Libro, o en las celebraciones de los actos que se celebran con cierta frecuencia allí.

«Da miedo»

«Regular», dice Olga Lamar, de Cafés Caso, en la calle de Menéndez Valdés, cuando se le pregunta por el fin de la prohibición. «Da un poco de miedo, aunque entiendo que hay que intentar normalizar. Aquí noto que la gente está aterrorizada y nos preguntan: '¿y ahora qué va a pasar?'». Ella, no tiene duda, seguirá poniéndo la mascarilla en la tienda.

Por contra, los empleados de Fotocentro, en la calle Corrida, se la van a quitar, «salvo que haya problemas». El motivo lo tienen muy claro: «Tenemos ganas de respirar y volver a la normalidad», asegura Jesús García, que matiza que «aquí el local lo tenemos ventilado, con la puerta abierta y es tiempo ya de ir poco a poco normalizando. Y si las autoridades dicen que se puede hacer, será porque se puede».

A la farmacéutica Cristina Martínez no se le ha planteado el dilema, ya que en el local en el que trabaja, la Farmacia Torre, en la calle Corrida, es obligatorio, como ocurre en todos estos establecimientos que están vinculados a la sanidad.

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De todas formas, a ella que le toque mantener esta prohibición no le molesta en absoluto, todo lo contrario. «Lo veo bien y estoy a favor de las mascarillas en locales cerrados y más si se trata de negocios como las farmacias en donde se está tratando de salud». Para esta farmacéutica, lo que es un contrasentido es tener que ponerla y quitarla en el mismo lugar según las circunstancias. «Lo que no tiene sentido es que en hostelería la tengas que poner para ir al baño y el resto del tiempo estés sin ella, cuando se supone que ya todo el establecimiento estará contaminado». Si le dejaran elegir es partidaria de «que todos la mantuviéramos un poco más de tiempo; al final, será como una gripe».

Con mascarilla seguirá la peluquera Conchi López porque «me parece muy temprano para quitarlas». En su peluquería Conloa, en la calle de Alfonso I, todas las empleadas permanecerán con ella porque así se ha decidido, ya que le parece lo más correcto en una profesión en la que hay un contacto muy directo y cercano entre profesional y cliente.

Ayer quitó el cartel de 'Prohibido acceder sin mascarilla' que mantenía desde que se impuso la obligatoriedad a la entrada de su negocio.

«Tengo duda de cómo reaccionará la gente. Por aquí vienen muchas clientas, sobre todo, personas mayores, que se sienten agobiadas con la mascarilla y les apetece quitarlas y seguro que ahora lo harán. Pero hay otras que cuentan el miedo que sienten y no quieren que se retire y seguramente que ellas permanecerán con la mascarilla puesta».

López insiste en que «yo respeto las decisiones y si ya no hay prohibición, es lógico que se opte por lo que cada uno cree mejor, pero aquí las trabajadoras seguiremos con ella, al menos, de momento. Hay que pensar que acaban de pasar las vacaciones de Semana Santa y llega el puente del 1 de mayo. No estaría mal esperar hasta junio».

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