«¡Menchu! ¡Estás aquí!»

Difícil en algo tan medido es que suceda algo que cambie el guion. Aunque sea por un poco. Pero a don Felipe le pasó. Fue el 21 de octubre de 2017 y a los pocos minutos de iniciar la visita. Tras bajarse del coche, los Reyes saludaron a las autoridades que aguardaban su llegada y todos juntos iniciaron la visita a Poreñu, la aldea maliaya que presumía orgullosa de ser el Pueblo Ejemplar del año. Don Felipe y doña Letizia aprovechaban el camino para saludar al numeroso público que les esperaba, hasta que él se topó con un rostro demasiado conocido: la abuela de la Reina.

Menchu Álvarez del Valle estaba al otro lado de las vallas de seguridad, tranquila y sonriente. Hasta una breve carcajada soltó después de ver la reacción de don Felipe, quien solo acertó a decir «¡Pero Menchu! Estás aquí», tras no poder disimular un gesto de esos que no esconden la sorpresa ante algo difícil de imaginar.

Pero ahí estaba Menchu. En primera fila tras saludar y charlar con todos cuantos, como ella, ansiaban la llegada de los invitados de honor. La abuela paterna de doña Letizia aprovechó los minutos previos al inicio de la fiesta para conocer a Clara Naredo Corrales, la vecina más longeva de Poreñu, que entonces contaba 90 años. Era la madre de Suni del Soto quien, como la propia Menchu, era vecina de Ribadesella.

Después de la sorpresa del Rey llegó la alegría de la Reina. Puede que fuera que no se la encontró de frente como hizo su marido o puede que conociese tanto a su abuela que la pensara capaz de hacer estas cosas sin avisar a nadie, pero lo cierto es que doña Letizia no se sobresaltó, solo se le acercó, se abrazaron y charlaron durante unos pocos minutos para concluir en un «luego te veo».

El reencuentro llegó en la comida posterior al discurso, donde Menchu Álvarez del Valle causó mucha expectación. Solo oír de lejos su voz ya la generaba.

La persona que dedicó cuarenta años a la radio logrando los premios más importantes (Antena de Oro 1974 y 2004 a la Trayectoria Profesional y Nacional de Radio en el 2013) tenía las ideas tan claras como las contaba. Lo suyo era comunicar y lo hacía siempre de manera directa y amable. De ella lo aprendió su nieta.

Su espontaneidad no solo queda patente en actos como los de Poreñu o en atender siempre a los medios con la mejor de las sonrisas y actitudes. También en frases que decían mucho y transmitían todavía más. Con ellas, para empezar, describía el apoyo constante que prestó a su nieta doña Letizia, como cuando dijo de ella «es muy trabajadora y no se le pone nada por delante. Lo hará muy bien porque cuenta con el ejemplo de la Reina y el amor del Príncipe. Aunque no le arriendo la ganancia». O asumió que «el protocolo es el protocolo» y desde entonces tendría que convivir con él como uno más de la familia. Más de una vez proclamó que ella también había antepuesto el amor a una carrera, como cuando un productor venezolano le hizo una oferta laboral difícil de rechazar que ella rehusó.

Menchu Álvarez del Valle, la «radiofonista» como se autodenominaba, derrochaba humor. No dejaba dudas en cada intervención. Siete días después de la boda de los ahora Reyes aseguró que «don Felipe es un príncipe de los pies a la cabeza. Si me hubiera cogido veinte años atrás no le dejaba escapar». Otro día respondió a quienes comentaban la extrema delgadez de su nieta coincidiendo en que «hay que 'inflala', pero esto no se trata de darle una fabada, porque ya come como una lima».

Así era quien volvió a sentirse «como una niña pequeña en día de los Reyes Magos» cuando recogió el Premio Nacional de Radio en 2013.