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VÍCTOR TREVIÑO
Lunes, 19 de noviembre 2018, 04:13
La demencia senil provoca el deterioro de las capacidades psíquicas de quien la padece, entre ellas, la memoria. A Julio, quirosano de 96 años, hace tiempo que los nombres, las caras, los lugares, se le entremezclan en una maraña de imágenes a las que es incapaz de poner orden. Y así fue hasta que, hace unos días, pudo regresar a su lugar de origen. Entonces volvió a conectar con sus raíces, con su pasado. Y recuperó, por un momento, parte de sus recuerdos. Incluso llegó a reconocer los picos de los montes que llevaba tiempo sin ver.
Visitar su pueblo, Tene, en Quirós, para reencontrarse con sus hermanos y volver a contemplar, una vez más, la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, en Caranga de Arriba (Proaza), para recrearse en la puerta que él mismo elaboró hace ya muchos años. Éstos eran sus dos deseos. Dos anhelos no demasiado complejos, a priori, de conseguir. A no ser que, como en su caso, la movilidad fuera un obstáculo imposible de salvar.
Sin embargo, esta incapacidad dejó de ser un problema gracias a la labor de la Fundación Ambulancia del Deseo, una entidad murciana especializada en cumplir los deseos de enfermos y pacientes terminales. Contando con la colaboración de la Fundación de Transporte Sanitario de Asturias y la empresa Transinsa, el pasado jueves convirtió en realidad los deseos de Julio.
El quirosano abandonó por unas horas el centro geriátrico en el que actualmente reside para convertirse en el protagonista de una historia con final feliz. A bordo de una ambulancia, el nonagenario regresó al lugar que le vio nacer y cumplió sus sueños.
La primera parada la hicieron en Caranga de Arriba. Allí, después de muchos años, pudo volver a contemplar la puerta de la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios. La misma que él mismo había tallado años atrás. El particular viaje continuó en un todo terreno que le llevaría hasta Tene, su pueblo natal. Allí volvió a compartir su tiempo con algunos de sus hermanos.
«Subimos a la Mortera por una pista de montaña que Julio recordaba perfectamente», explican desde la Fundación. Incluso, «recordaba todos los nombres de los picos de la zona». Un hecho sorprendente pues padece demencia «y, por desgracia, está mucho tiempo desconectado del medio». Su expresión cambió al llegar al pueblo donde nació y pasó los mejores momentos de su vida. Entonces comenzó a recordar y a sonreír. Incluso trató de ponerse de pie después de varios años sin ni siquiera haberlo intentado.
Tras la comida con dos de sus hijas, un yerno y algunos de sus hermanos, tocó regresar a la residencia. Lo hizo con una sonrisa en los labios y el firme convencimiento de que aquel había sido «el mejor día de mi vida».
Ésta fue la primera acción de la Fundación Ambulancia del Deseo en Asturias. Con sede en Murcia, la entidad se esfuerza por ayudar a cumplir el último deseo de las personas que afrontan el tramo final de sus vidas. A Julio, el jueves, le hicieron feliz.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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