El arsenal y el dinero intervenido en la 'operación Espeto'. EFE

'El Matador' cayó en Siero con toda la droga en una entrega controlada por la Policía

Agentes infiltrados de EE UU incautaron en el Caribe 600 kilos de cocaína y la llevaron a Barajas para tender la trampa en la que cayó la red de narcotraficantes

R. MUÑIZ

GIJÓN.

Martes, 13 de diciembre 2022, 01:16

El 28 de octubre estaba todo preparado. A las 12 de la mañana Carlos García Morales, alias ' El Matador', llega a la nave número 6 del polígono de Naón (Siero), conduciendo una autocaravana Benimar Mileo 263 alquilada en la víspera. Le acompaña su pareja, la ... brasileña M. C. O. Se sienten seguros. El vehículo goza de protección constitucional como domicilio, por lo que solo podría ser registrado bajo orden judicial. Han conducido desde Galicia y por delante de ellos iba E. I. L. al volante del Jeep del propio 'Matador', en modo lanzadera, cuidando que no hubiera controles policiales en la ruta. En Madrid el resto de la organización anda en la cafetería 'Panaria', esperando que desde Asturias les confirmen que la entrega ha ido bien y el plan sigue adelante.

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Ninguno lo sabe, pero están a punto de picar el anzuelo convenientemente puesto por el Cuerpo Nacional de Policía. Llevan meses siendo vigilados, fotografiados y escuchados. Los agentes dejan hacer, esperan, e intervienen en el momento indicado. Cuando encañonan a 'El Matador' y a E. I. L. los sospechosos «se encontraban transportando bolsas negras de plástico desde una furgoneta hasta la autocaravana», según describe el atestado. Los pillan con las manos en la masa, moviendo los 600 kilos de cocaína que creían traídos de Colombia. Iban a enriquecerse con ellos, pero fueron su perdición. Lo saben ahora que están en la cárcel de Asturias, defendidos por Vox Legis Abogados, pendientes de si su lo suyo se termina de instruir aquí o en la Audiencia Nacional.

Logo de algunos paquetes.

La 'operación Espeto' explota en Asturias, pero había comenzado en Colombia, a principios de año. Agentes en el país andino de la estadounidense Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI, por sus siglas en inglés) seguían los pasos a un grupo criminal que pretendía introducir importantes cantidades de droga en Europa. El primero al que identifican es al venezolano Luis Viera, pero los seguimientos que le van haciendo en Colombia y en España les llevan a la conclusión de que en realidad es un segundo que responde a las órdenes del que denomina su «boss», Esteban Ardila.

«Se trata de una persona que presume de un alto nivel de vida», se hospeda en Madrid en hoteles de lujo de más de 300 euros la noche, paga en efectivo y «aparte de ser el líder y el coordinador de la operación ilícita se trata de la persona que va marcando las pautas a seguir por el resto de miembros de la organización, y quien en ningún momento entra en contacto con la sustancia estupefaciente, siendo plenamente conocedor del riesgo que supone dicha acción», describen los agentes.

Teatro en alta mar

Los estadounidenses logran infiltrarse en la organización de Colombia y preparan la operación. En aguas del Caribe la banda entrega 67 bultos con 20 paquetes de cocaína a unos intermediarios que, creen, se van a encargar de llevar en un yate de lujo la mercancía hasta España. En realidad quien recibe los estupefacientes a unas 200 millas náuticas al Este de Barbados son agentes encubiertos de EE UU. Ponen rumbo a San Juan (Puerto Rico), confirman la pureza de la droga y guardan una parte para que sirva de evidencia.

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Con el resto los agentes empiezan a tender su trampa. El Fiscal de EE UU en Chicago es uno de los enlaces entre los agentes de la HSI en Bogotá y, en Madrid, la Policía Nacional española y la Fiscalía Antidroga de la Audiencia Nacional española. Acuerdan enviar a Barajas 1.320 paquetes de la droga para desarticular al resto de la organización. Saben que hay dos compradores intermediarios y no relacionados entre sí. Uno es un colombiano al que apodan «el joven», y que esperaba recibir 600 paquetes. Otros 740 los aguarda un clan mexicano afincado en España.

«La organización espera que la droga sea transportada en un barco con destino España y al parecer las personas encargadas de la recogida de la droga en España serían unos gallegos que mantuvieron relaciones con Luis Viera», describe uno de los informes. Ese eslabón tiene nombre y apellidos. Es Carlos García Morales, alias 'El Matador', viejo conocido de los agentes antidroga del país. Ya había sido detenido en 2011 en Medellín y se lo considera un puente entre los productores colombianos y los distribuidores de Europa.

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El 8 de octubre aterriza en Barajas el vuelo IB6300 de Iberia, procedente de San Juan (Puerto Rico). Parece un transporte normal pero no lo es. En su bodega y bajo custodia de agentes de la HSI hay un contenedor de carga, embalado y con ocho precintos. Dentro están los 600 paquetes de cocaína que se utilizarán como cebo. Es un traslado que cuenta con todas las autorizaciones judiciales y fiscales, y en el que se sabe que la cadena de custodia será clave. Dos funcionarios de la Brigada Central de Estupefacientes (UDYCO) se hacen cargo de la mercancía y la trasladan a un lugar seguro, la comisaría de Canillejas.

El trabajo sucio

El 28 de octubre, queda dicho, 'El Matador' y su socio llegan a Siero para morder el anzuelo. Son el «brazo logístico de la operación», los «encargados de realizar la tarea más comprometida de la operación, que no es otra que recoger la sustancia estupefaciente y las armas», reconocen los atestados. Ahí es donde surge por ahora la mayor controversia entre el Cuerpo Nacional de Policía y la defensa de las cinco personas detenidas en la 'Operación Espeto'. Desde el despacho que los defiende, Vox Legis, sin reconocer los hechos, ya han adelantado que sus clientes desconocen el origen del armamento incautado.

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Según las actas, en la nave de Naón aparecieron los 600 kilos de cocaína, casi 92.900 euros en billetes, y lo que los agentes consideran un arsenal de «armas de guerra, pues se trata de armas automáticas, piezas desmontadas de las mismas, lanzacohetes o incluso artefactos explosivos».

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