MARINA MARTÍN / R. A.
PRAVIA.
Martes, 6 de agosto 2019, 00:09
No hubo motines ni cargas policiales al cierre de las barras de la fiesta como hace dos años ni récord de asistencias sanitarias como el año pasado, cuando se alcanzaron las 450, pero la celebración de la fiesta del Xiringüelu fue de todo menos tranquila. ... Drogas, agresiones, armas blancas, personas perdidas, conductores ebrios... En total, la Guardia Civil contabilizó alrededor de un millar de auxilios en el prau Salcéu y sus alrededores, además de en el propio casco urbano de Pravia, donde también se desplegaron agentes.
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En los controles que se llevaron cabo en el propio acceso al recinto de la fiesta se levantaron hasta 117 actas relacionadas con las drogas, bien por tenencia o por consumo de distintas sustancias estupefacientes. Lo más llamativo fue la incautación de 192 cápsulas de óxido nitroso, más popularmente conocido como gas de la risa, una sustancia cuyo consumo abusivo puede llegar a producir «daños en el sistema nervioso e incluso un colapso pulmonar», según advierte el propio cuerpo. En los casos más extremos, puede llegar a causar la muerte por asfixia o cualquier tipo de reacción anafiláctica.
La Guardia Civil constató además que se trataba de la primera vez en la que los agentes se encontraban con esta sustancia en romerías o festejos de la demarcación de la comandancia de Oviedo, a la que se adscribe Pravia.
Con todo, la droga más frecuente fue el alcohol. Las imágenes de jóvenes indispuestos, algunos de los cuales tuvieron que ser incluso trasladados en ambulancia hasta el hospital de campaña o a centros sanitarios, se sucedieron ya desde primera hora de la tarde, y se realizaron numerosos test de alcoholemia.
Preocupaba la seguridad en el prau, pero también en la carretera, donde se realizaron además controles de velocidad. La agrupación de tráfico de la Benemérita llevó a cabo hasta 1.790 pruebas para comprobar si los conductores circulaban ebrios, de las que sesenta dieron positivo, y se procedió a la investigación de cuatro personas por delitos relacionados con la seguridad vial.
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Uno de los más destacados fue la detención de un conductor que se dio a la fuga tras haber colisionado contra otro vehículo que se encontraba aparcado en el casco urbano de la villa. La Guardia Civil tuvo constancia de lo ocurrido por la llamada de un particular, que alertaba de que un coche había causado daños a otro que estaba estacionado. El causante del golpe fue interceptado poco más tarde por una patrulla de seguridad ciudadana en la carretera PV-1.
El operativo estaba diseñado también para tratar de evitar delitos sexuales, y para ello se organizó a agentes de paisano, que peinaron principalmente la zona de casetas y la carpa para intentar detectar cualquier agresión de este tipo a la par que localizar puntos de venta de estupefacientes. Uno de los resultados fue la localización de varias personas que se dedicaban a seguir a las parejas y observarlas en caso de que tuvieran algún momento íntimo. Los agentes identificaron a varias de ellas ante el temor de que pudieran utilizar sus dispositivos móviles para grabar algunos de estas situaciones.
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Se contabilizaron además hasta trece conatos de pelea o agresiones que requirieron de la intervención de las fuerzas del orden. Muchas de ellas en el propio recinto de la fiesta, pero también el casco urbano de la villa. La mayoría, según explica la Guardia Civil, fueron detectadas gracias al novedoso sistema de videovigilancia que se puso en marcha este año, instalando hasta tres cámaras en distintas zonas del Sálcéu para poder así tener controlado todo el prau, pero otras se las encontraron los numerosos agentes desplegados por todo Pravia. Hasta 250 guardias civiles acudieron hasta allí para tratar de garantizar la seguridad de la multitudinaria celebración, que contó también con la participación de una empresa de seguridad privada. Se intervinieron además hasta seis armas blancas.
Las cámaras, así como los vuelos del helicóptero, que estuvo sobrevolando la zona durante toda la jornada, fueron esenciales para evitar que algunas situaciones pasaran a mayores. Por primera vez se instaló un puesto de mando avanzando en el que se controlaban y se grababan las imágenes de las cámaras y para el que los agentes fueron instruidos en los días previos. El objetivo era monitorizar en tiempo real cualquier tipo de problema que pudiera producirse, y prevenir robos, agresiones y delitos sexuales, y para ello fueron de utilidad, aunque las incidencias, no obstante, fueron numerosas.
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