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ana ranera
Domingo, 7 de agosto 2022, 21:45
Las noticias de las últimas semanas sobre los numerosos casos de sumisión química que se están dando en España hacían que ayer muchas chicas fueran al Xiringüelu en alerta. El auge de este nuevo tipo de agresión machista provocaba que un buen número de jóvenes acordara, en los días previos a la romería, no separarse en ningún momento del grupo para evitar ser víctima de ese tan temido pinchazo.
La candasina Judit Hormías reconocía, desde la 'Xirinzone', que había estado hablando con sus amigas sobre este peligro, pero que, una vez que vieron el ambiente, se relajaron. «Al ver que hay tanta seguridad, nos hemos quedado muy tranquilas», revelaba. Ella aplaudía a la organización de la romería por conseguir que todos los asistentes se sintieran seguros. «Preferimos pagar la entrada, como hemos hecho este año, pero que haya esta tan buena organización». Lo tenía muy claro: «Puede ser más tedioso el acceso, pero luego se agradece mucho. Es lo mejor para todos».
En la zona de las casetas, Ángela Martínez, Ana Peláez, María López, Patricia García, Ángela Fernández y Conchi Llana se mostraban muy calmadas también. «Creemos que donde nosotras estamos, en la parte tradicional de la fiesta, es una zona mucho más segura que la del botellón», consideraban. «Al fin y al cabo, en las casetas estás rodeado de gente que conoces», añadían.
Y había otras como la moscona Alba García que prefería no pensarlo, porque «no vamos a dejar de vivir por tener miedo». Está claro que no, pero mejor estar tranquilas y, para velar por ello, ayer acudió al Xiringüelu una unidad del equipo VioGen, de la Guardia Civil. Ellos estaban preparados para atender cualquier incidente relacionado con actos de violencia machista durante la romería.
En caso de que hubiera alguna sospecha, los agentes acompañarían a la víctima hasta el hospital avilesino de San Agustín para realizar la valoración médica.
También en el hospital de campaña instalado en el prau estaban listos para atender posibles pinchazos. «Este año, asumimos el protocolo del servicio de salud específico para la sumisión química», explicaba Begoña de Poo, la directora general de Transinsa. «Cada verano nos tenemos que adaptar a nuevas intoxicaciones», proseguía.
Además de estar pendientes del pinchazo, los agentes también estaban ayer preparados para cualquier otro tipo de situación machista. Por ello, había varios, de paisano, en zonas sensibles, con el objetivo de proteger a las mujeres ante posibles situaciones de acoso. Todo sea con tal de que la fiesta sea igual de divertida para todos y que nadie tenga que vivir el Xiringüelu con miedo.
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