Tamón se opone a una perrera que ya había logrado frenar en el Ayuntamiento de Carreño

Si alguien pensaba que la selección de una finca en el límite entre Carreño y Corvera para construir el albergue de animales comarcal cerraba la polémica sobre su ubicación, estaba equivocado. En Tamón tampoco la quieren, pero no desde ahora, sino que llevan luchando contra el proyecto de perrera en el núcleo rural de La Tabla desde hace años. Exactamente desde que la Fundación Protectora de Animales del Principado de Asturias adquiriese dos parcelas anexas en la localidad. En La Curtia, en cambio, respiran aliviados tras la propuesta de los técnicos de los ayuntamientos del consorcio comarcal, aunque la decisión definitiva aún no se ha adoptado, por lo que todo puede pasar todavía.

En Tamón lo tienen claro. «Nos opondremos con todas nuestras fuerzas, Carreño no tenía ninguna necesidad de una perrera porque tiene el servicio cubierto con otro albergue de fuera y, en caso de que tuviese que ser en el concejo, hay sitio suficiente desde la antigua cantera de Tamón hasta El Empalme para ponerla sin molestar a nadie», afirmaba ayer a LA VOZ Manuel García, presidente de la Asociación de Vecinos San Juan.

La entidad vecinal convocará una reunión en los próximos días y volverá a plantear su rechazo al albergue en La Tabla en el Ayuntamiento de Carreño, donde no son ajenos al asunto, porque el año pasado el Pleno votó en contra del proyecto presentado por la protectora para abrir un albergue de animales.

La finca que obtiene ahora el visto bueno del consorcio forma parte de un conjunto de dos parcelas anexas propiedad de la protectora que se ubican a menos de cien metros de una vivienda en La Tabla, y muy cerca también de otros núcleos residenciales de la localidad carreñense. «No entiendo por qué se retoma cuando ya se rechazó en su día. Lo conocen todos los partidos políticos del Ayuntamiento y fue el tema estrella de la última campaña electoral. Estuve en todas las reuniones y todos, menos el PSOE, dijeron que iban a pelear», lamenta Montse García, vecina de La Tabla. Esta afectada no entiende «que Carreño tenga que acoger una perrera para dar servicio a la comarca de Avilés, pero es que al final será la perrera de Asturias».

El vecindario de Tamón ya se temía en los últimos meses que la macroperrera comarcal que aglutina varios municipios de la comarca de Avilés terminase instalándose en terrenos de su parroquia. Así lo manifestaron algunos de sus habitantes, ante la posibilidad de que el suelo del proyecto del centro canino de la Fundación Protectora de Animales de Asturias, que quedó paralizado, pudiera ser adquirido por el Consorcio para el Albergue y Refugio de Animales.

El problema que plantea el proyecto de la perrera de cara a su ubicación es que debe cumplir con las exigencias urbanísticas de la zona donde se ubique. En este sentido, la asociación vecinal San Juan de Tamón recordaba ayer algunas deficiencias en la finca elegida de La Tabla, «porque el saneamiento está a kilómetros de distancia», aunque el aspecto más valorado en la puntuación del consorcio es el precio del suelo. Según ha podido saber este periódico, el gobierno local de Carreño remitió hace semanas al consorcio las condiciones urbanísticas de la parcela.

El proyecto del centro canino y veterinario en el núcleo rural de La Tabla, en Tamón, dio sus primeros pasos hace cuatro años. Inicialmente contó con el respaldo del gobierno socialista de Carreño y la oposición del PP y los vecinos de la parroquia, que llegaron a presentar más de 120 alegaciones en contra del plan. La razón expuesta para el rechazo de la creación de una perrera fue la proximidad de su emplazamiento a un núcleo de viviendas.

El pasado año, la Fundación Protectora de Animales de Asturias, volvió a presentar un nuevo proyecto en la parcela anexa a a la elegida ahora por el consorcio ajustado a las condiciones fijadas por la CUOTA y una vez más fue rechazado por el Pleno de Carreño. La instalación final contemplaba la creación de un albergue con capacidad para veinticuatro canes y seis gatos sobre dos parcelas con una superficie total de 30.000 metros cuadrados. De este modo la propuesta inicial, que fijaba una capacidad para 160 animales, fue modificada.

Tras efectuar la inversión en la compra de los terrenos al amparo de la legalidad del proyecto, la protectora consideraba que se debía dar una solución a ese gasto. De ahí que finalmente presentarse su oferta al consorcio comarcal, siempre que las condiciones para la venta fuesen de su interés.