C. DEL RÍO
OVIEDO.
Jueves, 10 de septiembre 2020, 00:03
En una inspección rutinaria que la Guardia Civil realizó en el Club Tentaciones, en Piedras Blancas, el 27 de junio de 2017, se encontró con tres trabajadoras y otras once mujeres que, según recoge el atestado, practicaban el alterne y la prostitución. Ninguna de estas ... once estaban dadas de alta en la Seguridad Social, por lo que la Fiscalía del Principado de Asturias solicita para el propietario del negocio cinco años de cárcel y la clausura del local. Sin embargo ayer, en la celebración del juicio en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial, la defensa de J. L. L. solicitó su absolución tras declarar tres de esas mujeres (al menos otras cuatro que habían sido llamadas como testigos no comparecieron) que ellas eran clientas y no trabajadoras. Las tres reconocieron haber trabajado allí con anterioridad a aquel 27 de junio en el que irrumpió la Guardia Civil y en el que coincidió que se encontraban allí «de fiesta».
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El fiscal sospechaba por dónde iban a ir los tiros porque durante sus interrogatorios a los tres agentes de la Guardia Civil, dos inspectores de trabajo y tres de las mujeres que se encontraban en el Tentaciones el día de la inspección quiso dejar claro que tanto las ropas de ellas como la distribución del local y la formalización de los pagos eran indicativos y propios de un local de alterne. Preguntó, de hecho, varias veces, si cabría la posibilidad de que fueran clientas, pero los agentes de la Benemérita lo rechazaron. No solo por su «vestimenta típica de los clubes de alterne, que ya sé que es una apreciación subjetiva, pero que nadie se pone para salir por la noche ni para ir a cenar, con esos tacones y plataformas con los que no puedes dar un paseo», describió una de las agentes, sino porque todas ellas fueron entrevistadas por ellos y reconocieron practicar el alterne y, en algunos casos, también la prostitución. «En un lugar privado y en un clima de confianza», según indicó esta misma guardia civil, ellas explicaron el funcionamiento del local, las tarifas aplicadas y las comisiones que se llevaba el club.
Los agentes indicaron que estas inspecciones en los clubes de alterne son habituales en busca de posibles delitos de explotación sexual, pero que van acompañados por la Inspección de Trabajo. Ayer refirieron lo que ellas les contaron en esas entrevistas, por eso al fiscal le extrañó cuando una de esas mujeres dijo en la sala que «ese día yo no estaba allí». Tras reafirmarse en esa posición, el fiscal le preguntó si se ratificaba en lo que había declarado ante la Guardia Civil y el juzgado, verbo que cambió por «mantener» para evitar malos entendidos. Ella respondió afirmativamente, pero en posteriores preguntas lo matizó. Indicó que había trabajado allí con anterioridad y que había sido dado de alta, pero que al regresar a su país pidió que la dieran de baja. Hasta cuatro veces respondió a diferentes preguntas que «yo estaba tomando algo allí» y aunque reconoció su firma en el atestado de la Guardia Civil dijo que lo firmó sin leer «porque me dijeron que, si no, iba a tener problemas». Otra de ellas declaró que «solía ir muchas veces ahí de fiesta, pero ya no trabajaba allí» y que, aquel día, lo había hecho con dos amigos, aunque fue incapaz de precisar sus nombres.
Para el fiscal no hay duda de que se cometió un delito contra los trabajadores, mientras que la defensa recordó que las declaraciones de los agentes de las fuerzas de seguridad no tienen valor como prueba de cargo que enerve la presunción de inocencia.
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