NATALIA VIVAR
GIJÓN.
Miércoles, 30 de junio 2021, 04:10
Martín tiene nueve años y está diagnosticado de TEA (Trastorno del Espectro Autista) no verbal, algo que le impide comunicarse como el resto de los niños y que le lleva a tener que emplear pictogramas e imágenes. El problema es que no siempre ... le entienden o, al menos, «eso cree y se frusta». En esos intentos por explicarse e interactuar, Martín suele sufrir altos niveles de estrés, «llegando a tener crisis en las que se puede autolesionar». Y por si fuera poco, la pandemia y el confinamiento poco han ayudado. «Para él supuso un auténtico obstáculo que paralizó todas sus rutinas, generándole problemas para dormir», relata Lucía Zapico, su madre.
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Noches en vela en los que también sus padres le acompañaron. Y así, entre horas y horas esperando conciliar el sueño, Lucía pasó noches enteras buscando soluciones, nuevas terapias e investigando para «aligerar el peso de la mochila que le ha tocado llevar a él: vivir en un mundo diferente». Fue así como dio con Dogpoint, una asociación sin ánimo de lucro especializada en el adiestramiento, acoplamiento y seguimiento de perros de servicio para niños con TEA. «Ha sido un rayo de luz que arroja esperanza para conseguir mejorar la vida de mi hijo», asegura.
Uno de los aspectos que más preocupa a los padres es la tendencia escapista de Martín. Algo con lo que temen a diario. De hecho, estos gijoneses se mudaron a Quintes hace cuatro años en busca de aire libre y, sobre todo, «por el bienestar de Martín. Al final lo controlas en un ambiente más pequeño porque es más difícil lidiar en plena ciudad y todo se complica según crece», recalca su madre que recauda fondos -a través de Dogpoint- para poder adquirir un perro de asistencia entrenado para convivir y ayudar a su hijo con autismo. Quintes se ha volcado con ellos y la sociedad cultural y recreativa está ayudando a difundir su campaña.
Las terapias con animales están a la orden del día, aunque solo las familias que se lo pueden permitir tienen acceso a ellas. Lo que es novedoso es que el animal, adiestrado conviva con la familia para ayudar a los pequeños con TEA a calmar su estrés, a superar las crisis, a evitar las fugas, a comunicarse, a reducir la ansiedad.
Los beneficios son muchos y la limitación principal, una: los 21.704 euros que cuesta el animal, su entrenamiento, sus cuidados y su evolución para que conforme crezca el niño, el perro adquiera nuevas habilidades. «El can, al final, será una prolongación de Martín, su apéndice que le acompañará día tras día para desarrollar su autonomía». Aunque saben que no es la solución definitiva, «es una herramienta muy importante que aliviará esa tensión constante de perderlo en sus fugas», admite Lucía que, además, asegura que como medida de seguridad su hijo llevará un cinturón atado al peto azul del perro. «Y si Martín sale corriendo, su amigo se tumba y ancla la fuga», describe.
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Otro punto importante es que le ayudará a dormir. «A través de la propia respiración del perro y su presión será capaz de lograr lo imposible: dormir una noche del tirón», cuenta ilusionada una madre que pide ayuda colaborativa para conseguir hacer frente al coste económico. A través de la plataforma 'Mi grano de arena', cada euro irá a la asociación Dogpoint para dar la bienvenida a casa «a un súper perro para que le dé superpoderes a Martín», como les gusta expresarlo en la familia. De momento, van por buen camino.
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