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A. G.-OVIES
VILLAVICIOSA.
Viernes, 21 de enero 2022, 00:30
El prerrománico asturiano es para Pilar García «la arquitectura emblemática» de la región. Monumentos que durante años han levantado el interés de especialistas de todos los rincones del mundo, pero que, como ocurre con las personas, han ido cambiando y forjando su propia historia. Una ... evolución que ella ha recapitulado en el libro 'La construcción de una imagen. El prerrománico asturiano entre 1844 y 1936', editado por la Fundación Cardín y que el martes, a las 19 horas, será presentado en la Universidad de Oviedo, en un acto que podrá seguirse presencialmente y por internet.
La publicación es el resultado de una investigación que la catedrática de Historia del Arte ha realizado durante años y que la ha llevado a descubrir documentos e imágenes ya olvidados que narran, mejor que mil palabras, la historia arquitectónica y cultural de Asturias. «Tenemos imágenes de cómo era el confesionario de Santa María del Naranco, las primeras fotografías del prerrománico captadas por hispanistas norteamericanas... Creo que es un libro que puede interesar tanto a especialistas como al público en general», afirma García.
El prerrománico asturiano «es tremendamente singular» y, a pesar de sus avatares, ha logrado llegar a nuestros días diferente, pero muy bien conservado. Algo que se logra, defiende, realizando un mantenimiento anual «y no grandes intervenciones cada tres o cuatro años». «Los monumentos necesitan mimos, hay que cuidarlos y darlos a conocer entre la gente joven. Es un gran legado. Solo si conocemos su valor y su historia podremos cuidarlo y mantenerlo», asegura.
El libro se divido en dos partes. La primera concentra la investigación propiamente dicha. En ella García analiza y explica las restauraciones que se han ejecutado en los diferentes monumentos de la región. La segunda parte es solamente fotográfica. «Es una edición impecable. Tengo que agradecer el esfuerzo de la Fundación Cardín y la apuesta que ha hecho por este libro, en especial su directora, Enriqueta de Valdés. Pocas editoriales lo hubieran publicado», agradece la catedrática, quien tampoco olvida a Manuel Fernández, encargado del diseño.
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