Rafael Álvarez, 'El Brujo', posa en el escenario. JOSÉ RAMÓN LADRA

«Ahora se prefiere una cultura 'light', descafeinada, que se aleja de lo profundo»

Rafael Álvarez, 'El Brujo' DramaturgoEl veterano artista recalará los días 18 y 19 de este mes en el Valey con una clase magistral de teatro, y con su obra 'Los dioses y Dios'

BORJA PINO

PIEDRAS BLANCAS.

Viernes, 11 de noviembre 2022, 02:41

Si tomamos una vida humana, cualquiera de los ocho billones de ellas que cobija el planeta, y la despojamos de los miles de elementos superfluos que la envuelven, la existencia se reduce a la búsqueda de repuestas a las tres preguntas primigenias: de dónde venimos, hacia dónde vamos y, sobremanera, quiénes somos. Las mismas cuestiones sobre las que el laureado actor y dramaturgo Rafael Álvarez, 'El Brujo' (Lucena, 1950), reflexiona en su última tragicomedia, 'Los dioses y Dios', que el 19 de este mes, a las 20 horas, representará en el Valey. Solo un día antes, en los mismos lugar y hora, conducirá una clase magistral que incluirá una sesión de meditación.

Publicidad

-Habla de dioses, habla de Dios... Son temas que abruman.

-Bueno, la obra parte de una comedia de Plauto, 'Anfitrión', que a su vez bebió de una tragedia griega, 'Heracles', que se ha perdido, pero que parece que a él sí le llegó. Lo que Plauto hizo fue adaptarla al lenguaje y a los recursos típicos de la comedia... Y lo que he hecho yo ha sido tratar la relación de un dios, Júpiter, con una mujer mortal, la esposa de un general, y todo lo que suscita. Ese es el material cachondo de la comedia. Es a la vez humor y filosofía de la vida.

ESCENARIO CULTURAL«Desde 2020 el teatro ha sido abandonado por las instituciones. Hemos perdido público, pero nos ha apoyado mucho más»

-Y divinidad, por supuesto.

-Pues sí. Porque, para mí, la divinidad es la convicción de que el ser humano tiene que ir por su propio camino, desarrollar su intuición profunda, fomentar su capacidad de trascender sus límites y contactar con alguna fuerza, que es evidente que está ahí y funciona, seamos creyentes o ateos. Todos somos seres religiosos, teniendo en cuenta que 'religión' significa volver a unir. Luego está la cuestión cultural de la creencia, pero antropológicamente somos religiosos por naturaleza. Igual que los animales tienen la necesidad de sobrevivir, nosotros tenemos la de llenar nuestro estómago, nuestra mente y nuestro espíritu.

-¿Se puede mantener la fe en un mundo como el presente?

-Ese es el tema de la obra. Estamos aquí, en este mundo del que conocemos una fracción ultrapequeña, y llegará un momento en que nos disolveremos y formaremos arte del mismo polvo que las estrellas. Esto lo le genera ninguna inquietud a la mente animal, pero a la humana, sí. De ahí viene la necesidad de investigar, ya sea a través de la filosofía de la cultura, de la religión... Es la proyección de toda esa inquietud tan humana.

-En su búsqueda de respuestas a través del teatro, ¿qué pulso le ha tomado a la actualidad?

-El mundo en que me ha tocado vivir es cruel. No sé cómo sería antaño, pero veo un descontrol mental impresionante, a todos los niveles. Todo está completamente trastocado, enfermo, desequilibrado. De normal, cuando eso pasa, ¿qué debes hacer? Buscar el centro. Pero hay una pérdida del concepto de lo que es ese centro. En esto, los griegos estaban muy puestos; todo era circular para ellos.

Publicidad

-Visto así, ¿cree que se puede decir lo mismo del teatro?

-El público ha cambiado mucho; la gente joven no va demasiado al teatro. En su lugar se han popularizado una serie de entretenimientos que, en realidad, son una cultura 'light', descafeinada, a la que la gente acude a pasar el rato, a reír, a reafirmarse en sus propios hábitos y convicciones... Pero la cultura, en el sentido más profundo, ha dado un paso atrás.

-Quizá las administraciones han tenido su papel en ello...

-Mira, en estos años he conocido dos etapas. En los 80 y 90 se financiaban los teatros públicos, las representaciones... Todo eso ha acabado. En 2000 empezó la caída, agravada con la crisis de 2010, y ni te cuento con la de la covid. Desde entonces, la cultura está totalmente abandonada, se considera superflua, y los supervivientes hemos tenido que trabajar más, buscar al público. Y el público nos ha apoyado más que las instituciones.

Publicidad

-Así las cosas, ¿cree que queda margen para la esperanza?

-También eso forma parte de nuestra naturaleza. La esperanza es un poder; da lugar a la fe, a la convicción de que algo que tu mente dice que no puede ser se hace realidad mediante confianza, voluntad y esfuerzo. La vida está llena de maestros de la esperanza y de la superación, como Rafa Nadal. Y eso es casi divino. Algo tan humano que nos puede convertir en dioses,

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad