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Paco saluda con cariño a Amalita a su llegada ayer al recinto de la feria del campo de Piedras Blancas, donde fueron homenajeados. MARIETA
Lección de vida de Amalita y Paco

Lección de vida de Amalita y Paco

San Isidro ·

La feria del campo reconoce la trayectoria de los 'güelos' con el premio del Ayuntamiento de Castrillón a las personas más longevas del concejo

ROSA FUENTES

Lunes, 16 de mayo 2022, 01:43

Tienen en común la huella que deja el paso del tiempo, unas venas oscuras y marcadas bajo la piel, la mirada, pendiente de todo y nada, y las respuestas del recuerdo, algunas en voz alta y otras silenciadas. Desde ayer comparten la emoción de haber recibido el premio de los 'güelos', en las fiestas de San Isidro, en Piedras Blancas.

Amalia González Fernández y Francisco Villanueva, son Amalita y Paco. Ella, natural de Viavélez, reside ahora en la residencia pública de Piedras Blancas y cumplirá cien años en septiembre. Él ya tiene 97 y es de Santa María del Mar; vive al cuidado de uno de sus tres hijos. ElAyuntamiento de Castrillón los premió por ser las personas más longevas de un concejo de 23.000 habitantes que tiene la población más joven de toda Asturias.

Los dos llegaron con los nervios algo desmedidos, expectantes y entretenidos por ser protagonistas de un acto que nunca hubieran imaginado. Ella dudaba si le gustaría el regalo que iba a recibir; él, pendiente del Sporting, preguntó al bajarse del coche, cómo iba el partido. Fueron agasajados por la familia y los amigos; también despertaron las miradas de quienes paseaban por la carpa de la feria donde se vendían diferentes productos.

Amalita nació en una familia de siete hermanos, se casó con Lisardo y se dedicó a ser una ama de casa que a la vez tejía y hacía ganchillo; tuvo una hija que le ha dado dos nietos y dos bisnietos. Su pelo blanco refleja lo bueno de la vida y dijo sentirse contenta por el paso del tiempo y los recuerdos. Ahora reniega de la televisión porque «me aburre bastante» y disfruta con las visitas diarias de su familia.

Paco trabajó como analista y se jubiló en Asturiana de Zinc. Hace diez años perdió a su mujer, Toña, para la que tiene un recuerdo permanente porque gracias a ella «pude estudiar el Bachiller» y disfrutar de «los mejores momentos de mi vida». Siempre quiso aprender. Ahora no pasa ni un día sin ojear el periódico y hace dos años que tuvieron que prohibirle trabajar en la huerta, una de sus grandes aficiones.

Antes de entregarles el premio, la talla de un hórreo y un reloj de pulsera, Yasmina Triguero, alcaldesa de Castrillón, destacó el mérito que supone llegar a edades tan avanzadas. «Nuestros mayores son lo que nos dan sentido a la vida y es fundamental que los reconozcamos, por eso no debemos olvidar la vida que representan y que gracias a ellos estamos nosotros aquí». Los aplausos no se hicieron esperar.

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