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ALEJANDRO L. JAMBRINA
Lunes, 10 de mayo 2021, 00:37
Los vestigios del prerrománico asturiano que han perdurado hasta nuestros días son auténticos tesoros de un patrimonio que se conserva y cuida con mimo. Son muchos los exponentes del primer gran periodo del arte medieval que se esconden en todo el territorio, pero el primero, el más antiguo de todos los que siguen en pie, está en Santianes. Se trata de la iglesia de San Juan Apóstol y Evangelista, un templo cristiano del siglo VIII que José Menéndez Pidal restauró a mediados de los años setenta del siglo pasado y de donde salieron un sinfín de tesoros que hoy se pueden contemplar en el museo que se erige en lo que fuera la casa rectoral.
El Ayuntamiento de Pravia es buen sabedor del potencial de este elemento patrimonial, por eso este año ha adelantado la apertura del museo dos meses y en las visitas guiadas los grupos reducidos no han cesado de descubrir sus secretos desde que se abrió al público en abril.
Viajar trece siglos en el tiempo no es sencillo, por suerte los visitantes cuentan con la orientación de Yaiza García, la nueva responsable de turismo que se ha incorporado recientemente como encargada del área. Es capaz de conducir al forastero y al vernáculo a través de un viaje didáctico y formativo que comienza con un breve repaso a la monarquía asturiana que convirtió Pravia en la capital del Reino de Asturias en la época de mayor bonanza y poder.
«Uno de los monarcas más conocidos por todos es el rey Silo, que fue el encargado de trasladar la corte a Pravia, un lugar que entonces tenía una enorme importancia porque era un cruce de caminos. De hecho, el Camín Real de La Mesa subía hasta aquí en aquellos tiempos», explica Yaiza García a los grupos de visitantes, antes de repasar a otros reyes y reinas como Favila, Fruela I o el mismo Pelayo.
Acto seguido toca descubrir las joyas del museo, entre las que destaca la conocida como Piedra Laberíntica. «Es una composición muy peculiar en la que se puede leer en distinto orden la misma frase: 'Silo princeps fecit' o 'El príncipe Silo hizo la iglesia'», resume la guía del museo.
El la planta baja también se atesoran otras joyas talladas en piedra como una lápida con el dibujo de un palacio, una inscripción fundacional del templo, fragmentos del cancel o una inscripción votiva, además de otras piezas como un pequeño candelabro de estilo hispano-visigodo.
La visita continúa de camino a la iglesia anexa. Por el camino, la guía explica a los visitantes que «se cree que la iglesia pertenecía a un conjunto palaciego, cuya ubicación no es posible determinar con exactitud». Dentro del templo, es posible descubrir nuevos secretos como dos pilas bautismales de época medieval, un calvario del siglo XIII del que dicen se encontró en aguas del Nalón o lo más curioso de todo, un extraño agujero en el suelo que no es otra cosa que un baptisterio por inmersión.
El resto de secretos hay que descubrirlos visitándolo. Lo que resta del mes de mayo se podrá ver el complejo en grupos de máximo quince personas y a partir de junio tomará el relevo de la gestión del prerrománico local la Fundación Valdés Salas .
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Rocío Mendoza | Madrid, Álex Sánchez y Sara I. Belled
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