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C. DEL RÍO
AVILÉS.
Miércoles, 24 de julio 2019, 00:09
«Estamos indignados por esta lentitud». Los padres de Izan Álvarez Pérez quieren ser prudentes, pero a punto de cumplirse el segundo aniversario de la muerte de su hijo en trágicas circunstancias las emociones se agolpan y ellos se desmoronan. Su hijo tendría ... hoy siete años, pero falleció a los cinco en la piscina de una granja-escuela de Riberas (Soto del Barco) un 25 de julio de 2017, en una piscina a la que pidieron expresamente que no se acercara porque tenía pavor al agua, y 730 días después ni siquiera se atisba una fecha para un juicio en el que esperan cerrar alguna herida.
Izan no va a volver, pero confían en que más pronto que tarde se puedan depurar responsabilidades. Mientras tanto, ellos tratan de rehacer su vida en un nuevo domicilio en Avilés. Dejaron el suyo, en Pravia, por los muchos recuerdos que se concentraban en él, incapaces de ver a los amigos de Izan, el colegio y el parque sin volver atrás.
La Fiscalía solicitó una prórroga de la fase de instrucción de dieciocho meses, según confirmaron en su día fuentes del Ministerio Público a este periódico, que se encuentra a la espera de resolución del recurso presentado por la propietaria de la granja-escuela. Es decir, la instrucción que dirige el Juzgado de Pravia avanza más lentamente de lo esperado por unos padres que no entienden y se desesperan con los ritmos de la justicia. No se puede volver a la normalidad cuando fallece un hijo y el único atisbo de resarcimiento resulta menos ágil de lo esperado. A esta eventualidad, propia de cualquier procedimiento, se suma ahora la baja de la jueza titular.
Izan Álvarez Pérez murió ahogado un 25 de julio de 2017. Se encontraba pasando la jornada en la popular granja-escuela Palacio de Riberas cuando, por motivos que se desconocen, apareció en la piscina, una instalación que él temía.
La investigación tendrá que determinar por qué el niño estaba allí (al parecer, el menor formaba parte de un grupo que se encontraba dentro del recinto vallado de la piscina realizando actividades), cómo terminó en el vaso, dónde estaban las monitoras, cuántas eran, a cuántos menores vigilaban, quién vigilaba a Izan, quién y cuándo llamó a Emergencias, si las instalaciones tenían licencia y seguro de responsabilidad civil y otra serie de circunstancias que serán fundamentales para determinar la responsabilidad penal de cada cuál. Durante aquella jornada en la granja escuela había cerca de un centenar de menores participando en diferentes actividades.
Desde aquel terrible suceso, la granja-escuela ha permanecido cerrada y en Riberas no han vuelto a oírse las risas de los centenares de niños que todos los veranos pasaban allí parte de sus vacaciones.
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