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EVA FANJUL
ARNAO.
Domingo, 26 de agosto 2018, 00:16
El 24 de agosto de 1858, después de que la comitiva real se desplazase en barco y tren desde la ría de Avilés, la reina Isabel II llegaba al pueblo de Arnao, en Castrillón. Lo que en principio se preveía como una visita tranquila a la zona que albergaba la primera explotación carbonífera del país se convirtió de pronto en toda una aventura, cuando la monarca manifestó su deseo de bajar a las entrañas de la mina.
Y así lo hizo, decidida y acostumbrada a dar órdenes, que no a recibirlas, Isabel II hizo caso omiso a las advertencias de su comitiva y para asombro de los presentes, entre ellos su marido Francisco de Asís de Borbón, organizó la operación.
La reina de España descendió en la jaula de la mina hasta lo más profundo de la explotación. Y lo hizo ataviada con el mismo vestido con el que había llegado a Arnao, un traje de gala, con la forma acampanada y el armazón de miriñaque.
Sin duda, con ese voluminoso y pesado atuendo no le pudo resultar sencillo moverse y atravesar aquellos túneles y galerías, llenos de barro y desniveles iluminados a penas por la luz de los candiles. Sin embargo, nada se interpuso en su camino, ni lo inadecuado del atuendo ni la dificultad del itinerario subterráneo. De hecho, Isabel II no se detuvo hasta llegar a lo más profundo de la última galería, allí donde los picadores extraían el carbón.
No resulta difícil imaginarse el tremendo impacto que la real visita tuvo que suponer para los trabajadores del yacimiento. Es inevitable preguntarse qué pensarían aquellos mineros asturianos de mediados del siglo XIX, que se enfrentaban al durísimo y arriesgado trabajo de extraer el mineral de carbón, cuando vieron acercarse en la penumbra a la singular comitiva encabezada nada menos que por la reina de España. También cabe plantearse qué fue lo que impulsó a la reina a determinar con tal firmeza que iba a descubrir por sí misma el interior de aquella mina a pesar del peligro potencial que ello suponía.
Sea como fuere, el hecho es que este episodio por inverosímil o pintoresco que resulte para algunos ocurrió tal y como se relata.
Esta inesperada decisión de hace 160 años hizo que Isabel de Borbón haya pasado a la crónica histórica oficial como la primera reina que se atrevió a descender a una explotación minera y a caminar a través de aquellas oscuras, húmedas y peligrosas galerías submarinas de Arnao.
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