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MARÍA AGRA
SELORIO.
Miércoles, 18 de enero 2023, 01:42
Cuando la pequeña Agatha Emina sea mayor, su madre podrá contarle que, como antaño, ella nació en casa. Una historia que seguramente no olvidarán ni la una ni la otra por lo caprichoso que es el destino. Y es que, en un principio, Diana Biris había decidido dar a luz en su domicilio. ¿El motivo? «Por comodidad», cuenta su marido, Antonio Sorca. Aparte de que en ningún sitio se está como en casa, la pareja, de nacionalidad rumana, tiene otra hija de 15 meses, Antonia Norica, que sigue en periodo de lactancia y su madre no quería separarse de ella aunque fuese por poco tiempo, así que estuvieron tanteando la posibilidad de contratar a una matrona privada para que la asistiese en el parto, pero «por aquí no hay mucha oferta» y finalmente ninguna les convenció. También jugó en contra la logística. «Vivimos en una casa muy pequeña y no había espacio para meter a dos personas más», revela Biris.
Fue entonces cuando cambió de planes. «Yo no quería un parto de película», confiesa, por lo que en su última revisión en el Hospital de Cabueñes preguntó si podía ingresar con su hija mayor y le dijeron que sí. Biris ya estaba absolutamente decidida a parir en el hospital cuando la historia dio un nuevo giro. Todo pasó muy rápido y las ganas de venir al mundo de la pequeña se impusieron a su deseo. Su padre estaba en el negocio que regenta, la sidrería El Portal, ubicada frente a la plaza de Abastos de Villaviciosa, mientras ella estaba en casa con «las responsabilidades maternas».
«Estaba con Antonia en brazos cuando empecé a sentir contracciones, así que llamé a mi marido, que estaba trabajando, para que viniese a casa y ponernos a preparar todo». Pero a Sorca no le dio tiempo a llegar.
Con Antonia aún en su regazo, Diana se percató de que la pequeña tenía sangre en los pies. «Para mí fue desconocido porque no rompí la bolsa ni expulsé el tapón mucoso (lo habitual cuando se empieza a dilatar el cérvix uterino), así que llamé rápidamente al 112 y vino el equipo médico compuesto por dos técnicos y dos médicos de guardia». Cuando su marido llegó a casa, Agatha Emina ya había nacido y reposaba en los brazos de su madre.
A los veinte minutos del parto, Antonia y Antonio cortaron juntos el cordón umbilical de Agatha . Un momento muy especial que la familia atesora como si de un tesoro se tratase. Mientras, Biris descansaba tras un parto que «fue fenomenal». «La niña salió de tres empujones y el sufrimiento fue como el del primer parto, quizá un poco mayor», señala, todavía muy emocionada. Una hora de sufrimiento que, para ella, no fue nada comparado con la felicidad de conocer por fin a su pequeña.
«No soy ninguna superheroína, solo soy una mujer a la que no le asustan los fenómenos naturales», remarca Diana, quien recuerda que «hacía 20 años que en Selorio no nacía ningún niño en casa», hasta que el pasado domingo Agatha Emina se encargó de poner el contador a cero.
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