BORJA PINO
PRAVIA.
Sábado, 9 de julio 2022, 01:19
No hay duda de que tiempos extraordinarios requieren medidas excepcionales. Y esa máxima ha calado a fondo en la mente de los organizadores del Xiringüelu, la icónica cita festiva que este 7 de agosto regresará a suelo praviano. La más que previsible oleada de visitantes, ya en aumento antes de la covid, ha llevado a sus responsables, por primera vez en su historia, a fijar un precio para acceder a la hasta ahora zona libre.
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Así, los tiempos de la gratuidad han terminado para el festival veraniego. Este año, en una tendencia que todo apunta a que se repetirá los venideros, será preciso abonar tres euros para obtener la pulsera identificativa que abra las puertas del área en cuestión, anexa a la zona de las peñas. En esta última la reserva de parcelas, que podrá hacerse los días 14 y 15 de julio, de 11 a 14 y de 16 a 19 horas, requerirá el pago de 75 euros por peña.
Desde la Cofradía del Xiringüelu insisten en que la principal motivación de este movimiento no es el afán recaudatorio, sino la preservación de la seguridad. Porque las cifras con las que juega su directiva, alimentadas por las estimaciones de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, intimidan. «Esperamos que acudan en torno a 45.000 personas; es un número que da miedo», reconocía ayer Adolfo Marcos, presidente de la cofradía. Por establecer una comparación, en la edición de 2019, última antes de la pandemia, se congregaron cerca de 40.000. «En todas las fiestas de este año se está viendo una escalada en cuanto a afluencia, y estamos seguros de que pasará lo mismo en el Xiringüelu».
El uso de pulseras permitirá llevar un control estricto de los aforos, y buena parte del dinero recaudado se invertirá en medidas de seguridad. A esa tarea se destinarán unos 20.000 euros, mientras que otros 23.000 cubrirán el ámbito del socorrismo, que incluirá el despliegue de más buzos en las proximidades del río. Por último, la previsión es invertir más de 12.000 euros en la posterior limpieza del 'prau Salcéu'.
No obstante, y aunque no sea la principal motivación, esas aportaciones económicas también constituirán un cierto desahogo para las arcas de la cofradía, que hasta la fecha se alimentaban solo de patrocinios y de las tasas de las peñas. «Si no empezamos a cobrar, con todos los gastos que la fiesta entraña, esto será insostenible en poco tiempo, afirmaba Marcos. Para él, esos tres euros son el peaje por «mantener y mejorar la calidad».
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