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ALEJANDRO L. JAMBRINA
SOTO DEL BARCO.
Domingo, 21 de marzo 2021, 01:21
Corría el año 1996 cuando Marcelino Iglesias y su mujer, Mary Marinas, decidieron fundar la primera coral en la historia de Soto del Barco. La bautizaron como la coral 'San Pedro', un proyecto ilusionante que durante un cuarto de siglo fue un referente de ... la música en el concejo y en toda la región, pero que se despide indefinidamente justo el año en el que celebra sus bodas de plata.
«Nos da muchísima pena, yo llevo quince días llorando, pero somos solo diez personas y así es imposible seguir adelante», reconoce Mary Marinas, que fundo la coral junto a su marido «porque nos gustaba mucho cantar y en Soto nunca hubo nada parecido».
«Además ya somos gente mayor y el fallecimiento de Marcelino en diciembre del año pasado nos desanimó mucho, no me apetece andar por el mundo cantando sin que vaya él», confiesa la cofundadora de la coral.
Esos son los dos motivos principales que les han llevado a tomar esta difícil decisión: la desaparición del alma de la coral y la falta de relevo generacional. «Y eso que en los mejores tiempos llegamos a reunir a 32 personas y en este concejo hay muy buenas voces, pero parece que la gente no se atreve y no podemos hacer frente a los gastos. Ahora mismo somos diez y nos faltan los tenores y los bajos», lamenta Marinas.
Desde sus inicios, la coral 'San Pedro' siempre tuvo el apoyo municipal, «de hecho la primera que nos ayudó fue Margot Lorente, entonces concejala del Ayuntamiento», recuerda Mary Marinas. «Hoy en día también tenemos el apoyo del alcalde, Jaime siempre ha estado dispuesto a tocar el órgano si era necesario», añade.
Por la formación han pasado varios directores a lo largo de sus veinticinco años de historia, pero los miembros más veteranos recuerdan con especial cariño al último de ellos, Carlos Esteban, «que siempre se portó genial con nosotros pese a que dirige otros cuatro coros más, es un apasionado de la música como nosotros».
Han sido años de trabajo y esfuerzo, por eso no quieren cerrar la puerta a que la coral pueda revivir si alguien se hace cargo y consigue reunir a nuevos integrantes. «Lo que está claro es que hemos sido muy felices, pero también es cierto que hemos pasado estrecheces y no hemos tenido muchas ayudas al ser una coral pequeña», asume Marinas, que estos días se dedica a empaquetar antiguas fotografías «con mucha pena, desde luego que sí».
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