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SHEYLA GONZÁLEZ
TRASONA.
Domingo, 30 de diciembre 2018, 01:31
De un pequeño chigre en Santa Cruz de Los Campos surgió después un gran restaurante que ha servido un incalculable número de comidas a lo largo de más de medio siglo de histórica. Considerado uno de los decanos de la hostelería de la comarca, Casa Ovidio cierra mañana lunes sus puertas tras 56 años de servicios en sala. Sus propietarios, Ovidio Rodríguez, su hermana Mary y su mujer Tita se jubilan despidiéndose de una clientela cuidada con «mimo» que se ha convertido en «uno más de la casa».
El negocio fundado en 1962 por Ovidio y Dorina al borde de la carretera que une Los Campos con Trasona ha conseguido hacerse un gran hueco en el corazón de muchos de los vecinos de concejo, que recibieron la noticia de su cierre con pena. «Estos días no están siendo fáciles porque llegan las despedidas de muchos de nuestros clientes de toda la vida», destacaba su propietario Ovidio Rodríguez, que a su vez reconoce que era una decisión que «tarde o temprano teníamos que tomar. Son muchos años trabajando sin descanso y ya estábamos muy cansados».
El negocio de Ovidio y Dorina combinaba el bar con la casa familiar y con el paso de los años se quedó pequeño. Su buen hacer en cocina y en la sala hizo que cada vez fueran más los que les eligieran, creciendo la clientela de forma exponencial. Eso obligó primero a duplicar el comedor para que en él entrara medio centenar de personas, aunque siguió quedándose corto. Ovidio y su hermana Mary 'bebieron' día a día del negocio familiar, metiéndose de lleno en él hasta hoy domingo, el último día de cara al público en el emblemático local.
«Crecimos aquí. Le dedicas dieciséis horas de trabajo diarias, ahora toca descansar y vivir una vida normal», confiesa Ovidio Rodríguez, que recuerda como del pequeño chigre al pie de la carretera surgió el gran restaurante que es hoy en día. En 1982 la familia decidió dar un paso más allá y construir el restaurante, ubicado en la misma parcela pero unos metros más alejado de la carretera. Grandes comedores que han visto pasar por ellos a miles de personas y grupos.
Una nueva etapa en la que ya habían cogido las riendas Ovidio y su hermana Mary, con la ayuda de Tita en los fogones. Los tres consiguieron mantener el mismo espíritu familiar que tanto han agradecido sus comensales. No hay uno que saque fallo a los platos de la carta, elaborada y preparada con cariño por Mary y Tita, que convirtieron algunos de sus platos en un auténtico éxito. Estos días no salen de las cocinas para preparar los platos que numerosas personas degustarán en sus casa en estas fiestas.
«Para nosotros el negocio es nuestra vida, le hemos dedicado muchas horas y podemos estar orgullosos de la clientela que hemos formado», recalca Ovidio. Cuando llegó el momento de tomar la decisión de la jubilación ellos lo tenían claro: «llegó el momento de descansar». Aunque les hubiera gustado que la siguiente generación hubiera seguido con el negocio reconocen que «ellos tienen su vida montada de otra manera, es normal», dice Ovidio Rodríguez. Ahora solo se fija un objetivo, descansar y «hacer vida normal, esa que la hostelería no te permite hacer porque es muy sacrificada, con eso me conformo».
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