Nerea Monroy
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Nerea Monroy
Es especialista en negociación de convenios colectivos y se le nota. Sabe que para llegar a acuerdos, como los que logró durante su etapa en ... UGT, todas las partes deben ceder y con esa premisa llegó a la gerencia de Establecimientos Residenciales para Ancianos (ERA). El organismo del que depende toda la oferta geriátrica pública y concertada, en el que residen más de 6.500 personas y donde la beligerancia sindical es bien conocida. De hecho, llegó al cargo y se encontró con el encierro del comité de empresa, así como la movilización de toda la plantilla en demanda de más contratos y el pago del plus de peligrosidad. Tampoco estaban contentos los empresarios privados, que acusan al Principado de pagar la tarifa más baja del país por concertar plazas. Ni los proveedores, que acumulaban facturas impagadas. Diecinueve meses después, Nerea Monroy (Gijón, 1983), confiesa que ha sobrevivido. Incluso cree que acabará la legislatura con acuerdo con su plantilla, con los proveedores y con la red privada.
-¿Cómo fue el paso de un lado, el sindical, a este otro, el de la gestión política?
-Tienen una cosa en común: en los dos ámbitos mi trabajo conlleva mejorar la calidad de vida de las personas. Desde el sindicato, mejoraba las condiciones laborales de los trabajadores. Aquí mejoramos la vida de las personas que viven en nuestros centros. Pero, sí es cierto que es un cambio abismal, pasar al ámbito de gestión es un salto, que me apasiona. Lo que más me gusta es estar en los centros, sé que tengo que estar en el despacho, pero estar en los centros me gusta mucho.
-En su primera reunión con el comité de empresa, ¿qué le dijeron sus compañeros de UGT? ¿Tendrán preferencia sus peticiones?
-(Risas) Fue todo muy correcto. Estoy muy contenta con todos los representantes sindicales, creo que haber estado del otro lado facilita empatizar, aunque riña mucho con ellos.
-Aunque mejorar la calidad de vida haya sido su función en los dos ámbitos laborales, lo cierto es que en UGT no desempeñó ninguna cercana a la atención a personas mayores.
-Cierto, estaba en otros asuntos totalmente distintos.
-¿Y la adaptación fue buena?
-Los primeros meses fueron duros, cuando todo es nuevo para ti eso pasa. Tengo que reconocer que me acogieron muy bien y estoy encantada con todos. No he tenido una mala palabra de nadie, una mala contestación, nada. Yo estoy muy contenta en el ERA, y eso que cuando me nombraron me decían 'Vas a un organismo muy difícil, con mucha conflictividad'.
-Bueno, experiencia en resolver conflictos tenía ya, como responsable de convenios colectivos de UGT y, también, como integrante de la mesa de concertación.
-Lo importante es escuchar. La mejor forma de tomar decisiones es viendo lo que pasa. Pero en primera persona, no que nadie te lo cuente. Aquí llega el comité y me dice una cosa. Los directores de los centros, otra. Lo que tengo que hacer es ir a los centros y verlo. Y eso me vale para decidir. Y, sobre todo, para sobrevivir. Llevo sobreviviendo aquí 19 meses. Los primeros meses me empezaron a bombardear por todos los sitios y llegó un momento en el que dije 'Para, tienes que conocer tú lo que pasa antes de que te lo digan'. Y así he conseguido llegar a donde estoy. Creo que el organismo está en un buen momento. En lo personal estoy a gusto. Ahora, cuando suena el teléfono, antes de contestar ya sé qué está pasando.
-Usted llegó a este cargo con un comité de empresa encerrado, con protestas en la calle, por falta de personal, de suministros, de proveedores, del plus de peligrosidad. Y, de repente, ahora todo parece estar en calma.
-Para mí la plantilla tiene el máximo reconocimiento y respeto porque estuvo en primera línea de la pandemia y porque cuida de las personas. Son grandísimos profesionales y creo que lo que ha conllevado a estabilizar esa relación ha sido el diálogo. El diálogo permanente y continuo que tenemos. Hay dos colectivos con los que me reúno todos los meses: el comité de empresa y los directores de los centros. Todos los meses. Nos llamamos continuamente.
-¿Y así se acabó el conflicto?
-Estamos inmersos en una negociación fuera del día a día del comité. Con las reivindicaciones que pusieron sobre la mesa, estamos en el ecuador de la negociación y nos tenemos lealtad. Esto segura de que vamos a llegar a acuerdos. Es un comité muy reivindicativo, que es su papel, pero también tiene, tenemos que saber llegar a acuerdos. Lo que ha conllevado a que ahora estemos así es el diálogo permanente con el comité de empresa. Representan a 2.310 trabajadores, sin contar sustituciones ni todo el empleo indirecto. Siempre digo que tengo cuatro cifras del organismo.
-¿Cuáles?
-2.310 trabajadores, 27 centros de gestión directa, 6.500 plazas públicas y 220 millones de presupuestos. Tenemos más presupuesto que tres consejerías. Esos números son los que hacen grande al organismo. Sin olvidar que cuidamos muy bien a la gente. A los que dicen que si el ERA esto o el ERA lo otro, les digo que vayan a visitar los centros, que hablen con los usuarios, que están encantados. Todos queremos vivir en nuestra casa, eso está claro, pero los residentes que están allí están bien.
-Habla mucho de diálogo, pero eso también lo decían las personas que ocuparon su puesto antes. Entiendo que, además de dialogar, habrá hecho algo más.
-Una de las primeras negociaciones que hubo fue la de las carteleras (el calendario laboral), que veníamos de un conflicto. Pues con tiempo, escuchándonos todos, poniendo todos de nuestra parte, no hubo que imponer ninguna cartelera. La que está es por acuerdo de ambas partes.
-¿Sumando más personal? Una de las peticiones que hacía el comité era el incremento de plantilla.
-Llegué en septiembre de 2023 y ahí solo se incrementó la plantilla en dos personas. En 2024 ya hubo más contratos, para las unidades de convivencia que tenemos pendientes de abrir y una conversión de jornadas parciales a jornadas completas. Esa petición del comité la asumió el ERA. Además, hay 33 nuevos contratos. En los últimos años, el organismo ha crecido en 649 personas, más todo lo que generamos durante los veranos. El año pasado, solo en el verano generamos 1.000 contratos más.
-¿Solo en el verano?
-Sí, porque con los fijos-discontinuos no damos abasto. No hay empresa en Asturias que genere 1.000 contratos en el verano.
-No solo tiene usted el presupuesto de tres consejerías, también tiene más personas a su cargo que muchos ayuntamientos asturianos.
-De esos 2.310 puestos, la mayoría es para atención directa. En los servicios centrales no llegamos a 100 personas y eso que aquí se hace todo. Contratos, gestión de la bolsa de auxiliares, las nóminas...
-Y pago a proveedores. ¿Están todos los pagos al día ya?
-Es uno de los objetivos que me puse cuando llegué: la regularización de todos los contratos y ser rigurosos en el pago de las facturas. Hemos avanzado muchísimo. En cuanto a contratación está todo regularizado y, en facturas se está prácticamente.
-¿Cuál es la factura más demorada?
-No sabría decir, porque hay algunas que vienen de atrás, pero la ley dice que tenemos que pagar en 30 días y estamos cumpliendo. El último dato que saqué dice que pagamos en 17 días. Otra cosa es lo que se arrastra de atrás, pero en las nuevas facturas estamos en orden.
-¿Ya no hay problemas con el pago al transporte a los centros? ¿Ya no hay que ir al super a comprar leche para los usuarios?
-No. Esas situaciones que, en algunos momentos puntuales se dieron, están regularizadas. Pero para entender los problemas hay que saber cuál es la actividad administrativa del ERA.
-¿Cuál es?
-Aquí podemos gestionar un contrato menor, para un juego de llaves que necesite un centro, hasta un contrato mayor de 23 millones.
-Siempre se ha dicho que la plantilla de gestión es escasa.
-Sí, somos menos de cien personas. Se han incorporado dos personas a las sección de contratación de temporal. Necesitamos más personal para la gestión administrativa.
-Otra de las reivindicaciones es el plus de peligrosidad. La consejera de Derechos Sociales y Bienestar, Marta del Arco, ha abierto la puerta a un plus que antes fue totalmente rechazado.
-La consejera lo que dijo es que no hay líneas rojas en la negociación. El comité ha presentado sus reivindicaciones y nosotras la transformación al nuevo modelo de cuidado. Todas están ahora en plena negociación. Sí hemos dicho algo: o hay acuerdo en todo o no hay acuerdo.
-No hay líneas rojas. Bien. La posibilidad de pagar el plus de peligrosidad ¿qué color tiene?
-No hay líneas rojas para ninguna de las reivindicaciones. No puedo decir nada porque, además, no hemos llegado ahí. Nos queda negociar el cambio de modelo y el plus.
-Dice usted 'o acuerdo en todos o en ninguno' ¿Será en todos?
-No puedo decirlo. Tenemos reuniones en mayo para ambas negociaciones. Yo espero que a mediados de junio podremos tener un acuerdo.
-Es decir, o acuerdo en junio o verano (más) caliente porque volverá de nuevo la conflictividad.
-Yo confío, de verdad, en que habrá acuerdo. Por su disposición y por la nuestra.
-El informe que hace el Servicio de Prevención del Principado coloca, en cada memoria, al personal del ERA como el que más agresiones sufre. ¿Cómo se conjuga el hecho de que los centros son el hogar de los residentes con esos casos de agresión?
-Con 6.500 plazas públicas y 2.310 trabajadores somos el reflejo de la sociedad. En la sociedad hay un problema de salud mental. ¿Qué tenemos que hacer? Ver qué respuesta y atención se da a ese tipo de perfiles. En esa línea estamos trabajando en colaboración con la Consejería de Salud, dentro del Plan de Salud Mental. Es un tema de salud que tiene que abordar quien tiene la competencia, pero que tendrá toda nuestra colaboración para abordar un tema tan preocupante al que no somos ajenos en el ERA.
-¿La coordinación sociosanitaria ya es una realidad?
-Sí, aquí trabajamos diariamente con las coordinadoras, no tenemos queja. La coordinación es permanente y continua. Me parece clave para el día a día. Nosotros no somos un hospital y nos dedicamos a la atención, a curar se dedican otras partes.
-Las unidades de convalecencia fueron el gran anuncio de la, entonces, consejera Pilar Varela, en 2015. Iba a haber tres: Gijón, Oviedo y Avilés. Estamos en 2025 y solo está la de Gijón y no al cien por cien.
-El de la Residencia Mixta de Pumarín fue el proyecto piloto y es el que tenemos en funcionamiento.
-¿Al completo?
-Ahora mismo está en funcionamiento con 15 plazas, pero la semana que viene se va abrir al completo, con 26 plazas. Necesitábamos un refuerzo de personal y ya está. Es un recurso extraordinario, intermedio, porque el fin de los usuarios es retornar a su casa. Se creó para solo derivaciones del Hospital de Cabueñes. Siempre tiene que haber un criterio médico y uno social. Los médicos de Cabueñes y de la Mixta se ponen de acuerdo para que ingresen lo más rápido posible.
-Con la de Gijón funcionando, ¿veremos las de Oviedo y Avilés?
-De momento tenemos esta. Quizás a futuro podríamos seguir implantando ese modelo, pero, le soy sincera, que tenemos tanto, tanto que hacer que tenemos que ir paso a paso. Primero que funcione Gijón a pleno rendimiento y vamos a ver cómo evoluciona. Es un recurso extraordinario.
-Van a ir paso a paso ¿porque la covid lo cambió todo o porque el nuevo modelo de cuidados de larga duración les ha hecho replantear proyectos?
-Creo que un poco de todo. La covid nos dio muchas lecciones y el cambio de modelo tenía que llegar. Como cualquier transición, creo que debe se pausada, pautada y consensuada. También es cierto que por la envergadura del organismo, por lo que supone de beneficio para la sociedad, por su músculo, creo que el ERA tiene que tener su propio modelo de atención. Siempre, faltaría más, con el paraguas de la estrategia CuidAs, que es pionera y ha copiado el Gobierno central, pero el ERA debe tener su propio modelo de cuidados de larga duración.
-¿Cómo?
-Por una parte, el cambio de modelo implica cambios en las infraestructuras y, por otro, en la atención centrada en la persona y ahí es donde quiero profundizar. Con los tres pilares del ERA, los residentes, los trabajadores y los familiares, ahí poner todos los esfuerzos en lo humano. Con nuestro propio modelo.
-¿Dejando a un lado los cambios arquitectónicos que requieren las unidades de convivencia y potenciando los servicios de atención?
-Exacto. Para nosotros es prioritaria la atención. Hay proyectos en marcha, financiados con los Fondos del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia. Son dos unidades de convivencia en Arriondas, otras dos en el centro Valentín Palacios (Pola de Siero), y se harán las obras ahora de las dos en Santa Teresa (Oviedo), otras dos en la Mixta (Gijón) y la residencia de Infiesto que se transformará entera en unidades de convivencia. Eso es lo que hay a corto y medio plazo.
-Antes de acabar la legislatura, ¿estarán todas en funcionamiento?
-Sí.
-El nuevo modelo de convivencia, ¿afectará a la lista de espera?
-La lista de espera es una realidad que estamos abordando.
-¿Y que irá a más, con la llegada del 'baby-boom' a la jubilación?
-La idea es tender a la desinstitucionalización, porque todos queremos vivir en nuestra casa. Pero, para hacerlo, tenemos que tener apoyos y el sistema tiene que darlos. Las residencias deben quedar como algo residual y, para ello, necesitamos fortalecer ese sistema preventivo. Por eso es tan importante lo que hace el equipo de la Consejería en cuanto a prestaciones de centro de día, vinculadas al servicio, de ayuda a domicilio, teleasistencia... La intención es reforzar todas esas prestaciones y recursos para que las personas estén más tiempo en sus casas.
-¿Cuántas personas aguardan ahora por una plaza geriátrica?
-En estos momentos, 3.096 personas, pero quiero hacer una matización.
-Matice.
-De las 3.096 personas que esperan por una plaza geriátrica pública, el 81% están ya atendidas por el sistema. Es decir, o están en algún recurso privado o tienen ayuda a domicilio o teleasistencia o plaza en centro de día. Es importante recalcar que el 81% de las 3.096 personas en lista de espera están atendidas.
-¿Y el resto?
-De esas 3.096, hay 296 personas que solo quieren atención residencial pública, para las que no tenemos plaza. No quieren ni ayuda a domicilio ni prestación para un centro privado.
-¿Y qué respuesta les van a dar?
-Ahí es donde estamos poniendo esfuerzos. ¿Qué alternativas tenemos? En el ERA solo se crean plazas de dos formas: con nuevos equipamientos o adaptación de plazas para personas sin dependencia, que no tienen lista de espera.
-¿Personas sin dependencia no tienen lista de espera para entrar en el ERA?
-Sí, claro, tenemos tres edificios de apartamentos. Además de que, en algunas residencias, tenemos plantas para esas personas que no necesitan apoyo. Y como no tenemos lista de espera, en las residencias estamos transformando esas habitaciones en plazas para personas con dependencia.
-Incluso con esa transformación de plazas, ¿las personas con autonomía podrían tener plaza ya en el ERA?
-Sí. Directamente.
-Hay una tercera vía, además de construir más plazas públicas o transformar las existentes, concertar con la red privada.
-Tengo que decir que me lo han puesto muy fácil.
-Bueno, es que si en los últimos meses parece haber paz laboral en el ERA, desde la red privada también han disminuido las quejas. ¿Habrá acuerdo para actualizar los precios del concierto?
-Lo primero que hemos hecho es regularizar los pagos, había retrasos, pero ya no. Lo segundo, regularizar los contratos. Y, lo tercero, hemos creado un grupo de trabajo con las entidades empresariales más representativas para... (se lo piensa)
-¿Elevar el precio que les pagan?
-Lo que acordamos es la implantación de un acuerdo marco. Eso conlleva tener una gestión más eficaz y eficiente porque el mundo de las plazas concertadas es un auténtico... Es ingestionable, lo digo así. Hablamos de cientos de contratos y diferentes precios en la misma residencia, con vigencias diferente... Es un caos que nos obliga a una gestión incesante de recursos, tiempos, muchos tienen que pasar al Consejo de Gobierno por el presupuesto que conlleva... Ahora hemos hecho una planificación para llegar en tiempo, pero es una locura. Tenemos que ser más eficaces y eficientes en la gestión.
-¿Con el acuerdo marco se acaba ese caos?
-Sí. Eso se solventaría y, además, daríamos estabilidad a las residencias. Y cuando hablo de estabilidad hablo del precio.
-¿Está próximo a cerrar ese acuerdo marco?
-Uno de los objetivos que se puso el grupo de trabajo es ver cómo lo hacían en otros lugares. Mantuvimos reuniones con Álava, Navarra y Aragón, que ya son especialistas en acuerdos marco. Nuestra intención es coger lo mejor de cada sitio y plasmar ese acuerdo. Esperamos que en el último trimestre del año pueda ver la luz el marco normativo.
-¿Con subida del precio?
-Entraría dentro del acuerdo.
-Hablamos de una subida importante. Asturias paga la cifra más baja por concertar.
-Desde mayo de 2023 se actualizó el precio público a 2.217,07 euros y la última licitación de plazas concertadas ya se hizo con esa tarifa.
-Las residencias privadas plantearon como objetivo lograr el pago de 76 euros diarios por plaza concertada. Entiendo, tras esa subida que han realizado, que es posible.
-Es posible, sí. Sin la iniciativa privada no podríamos gestionar las 6.500 plazas y siempre lo recalco. Son claves.
-Cuando se habla de pagar 76 euros diarios por concertar algunos ponen el grito en el cielo, pero con ese dinero se financia atención profesional personalizada todas las horas del día y todos los días del año. Además de alimentación, aseo y servicios complementarios. Sin embargo, a nadie le extraña pagar 76 euros, o más, por reservar un alojamiento en vacaciones. ¿Damos poco valor a la atención geriátrica?
-La imagen que se tiene del sector es muy injusta. Mucho. Los profesionales del ERA hacen un trabajo extraordinario. Creo que es un sector al que hay que darle el lugar que le corresponde, hablo del ERA y, también, de las concertadas: tenemos que cuidar mucho este sector. A mí me quedó marcada la frase que me dijo una trabajadora.
-¿Qué le dijo?
-Que muchos de los que vienen a nuestros centros vienen engañados, no saben que vienen a vivir aquí. Llevan su vida metida en una maleta. Comparten habitación con una persona que no han visto en su vida. Las ayudan a asearse personas desconocidas. Les damos de comer lo que otros deciden que coman. Y, encima les decimos a qué hora se tienen que acostar y levantar. Si ya es duro para mí, que tengo 41 años, imagine para generación que pasó necesidades... Tenemos que empatizar con los usuarios, ponernos en su lugar. Si se quieren levantar más tarde, que se levanten.
-¿El nuevo modelo de cuidados de larga duración, que va por esa línea, es compatible con los servicios institucionalizados actuales? Es decir, ¿Es posible que el residente decida a qué hora levantarse o qué comer?
-Eso es posible y ya tenemos profesionales trabajando en ese trato personalizado, en primar las preferencias y los gustos de las personas que viven en los centros. Son edificios en los que, arquitectónicamente, no va a ser posible hacer una obra para unidades de convivencia, pero que están trabajando en grupos estables en los centros. Ese es el modelo que quiero implantar en el ERA.
-¿No es complicado gestionar la pluralidad de preferencias?
-Por eso hay que hacer grupos estables más reducidos, grupos que compartan aficiones, conocer muy bien las historias de vida de cada uno para ver qué les podemos aportar, crear ambientes más hogareños. Solo lo podemos hacer si cambiamos la mentalidad y dejamos de un lado la tarea. Aquí el papel de los familiares es muy importante. Estamos ahora mismo en un proyecto piloto en tres centros.
-¿En qué consiste y en qué centros?
-Es un proyecto de atención de fin de vida. Lo estamos haciendo en colaboración con el Instituto Adolfo Posada en la residencia Aurora Álvarez (Gijón), en El Cristo (Oviedo) y en Cudillero. Y lo está haciendo todo el equipo. Es una etapa más que no se acaba cuando fallece la persona que vive en el centro, hay que ayudar a la persona, al familiar y, también, a los profesionales del organismo. Hay que ayudarles a pasar ese duelo. Todavía me dijeron ayer las profesionales que están fascinadas. A los familiares hay que decirles que seguimos aquí.
-Las familias son un pilar importante ¿se las escucha?
-Sí. Las familias son clave porque hacen que no bajemos la guardia. Dos veces al año me reúno con todas las asociaciones de familiares del organismo. Mañana tengo la primera de este año. En una de esas reuniones me dijeron que querían hablar del trato que se da a los residentes. Y dije, ahora mismo. Hemos creado un grupo de trabajo que se llama Abellugu (resguardo en asturiano) en la que están directores de centros y asociaciones de familias. Y ahí están canalizando todo lo que pasa en los centros. La de esta semana trató sobre las sujeciones.
-¿Se siguen aplicando?
-Nosotros estamos aplicando otros métodos. Ya tenemos centros libres de sujeciones, como el Valentín Palacio (Pola de Siero), y queremos cumplir con la instrucción de Fiscalía de que en junio de 2025 todos los centros sean libres de sujeciones.
-¿Llegarán? Son muchos centros y tienen a personas muy dependientes.
-Sí, porque hay otros mecanismos para evitar que se caigan de la cama. El fin de Abellugu es ayudarnos a la gestión de los centros. Las familias hacen una labor muy importante, también con quien no tiene familia. Muchos van a ver a personas con las que no tienen parentesco.
-¿Hay muchas personas solas en las residencias del ERA?
-Muchas. En el ERA también hay soledad no deseada. Aunque estés rodeado de gente, te puedes sentir solo. No hay distinción, curiosamente, entre la zona rural o la urbana. En ambas hay personas que nunca son visitados por familiares.
-Paz social, centros privados contentos... Tampoco hemos sabido de inspecciones que revelen malas prácticas geriátricas en los últimos tiempos.
-Pues inspecciones hay y muchas.
-¿Alguna petición de los inspectores?
-Pues, por ejemplo, cambiar la cocina de la residencia Santa Teresa (Oviedo), que ya estamos en ello. Hemos dado un impulso muy importante a las obras del organismo.
-¿Llegará ese impulso para acabar con los retrasos en la obra de la Mixta?
-Mire si hay una puesta de este Gobierno por la Mixta que se van a invertir más de 10,7 millones. Necesarios, sin ninguna duda. Ese claro ejemplo de la apuesta por la mayor residencia pública de Asturias. Es un emblema para el ERA. Y ha sido una adelantada a sus tiempos: tiene habitaciones individuales, está sectorizada por plantas... Es como una mini ciudad. Ese presupuesto incluye la conversión de dos plantas en dos unidades de convivencia y la envolvente de la fachada. Y obras de menor envergadura que haremos todas a la vez para causar el menor trastorno posible.
-Acabamos de conocer el caso de una residencia malagueña con hacinamiento, enseres en malas condiciones... ¿Eso se da en Asturias?
-No. Y eso que la asturiana es la mayor red pública de España. Somos muy garantistas, tanto con el sistema de acreditación como de autorización de funcionamiento.
-¿Tiene algún proyecto estrella en previsión?
-Eso me preguntaron cuando llegué. Yo dije que me conformo con mantener lo que hay. Sería una irresponsabilidad por mi parte decir que voy a transformar el organismo en unidades de convivencia. Mi objetivo es que en el ERA primer la humanidad en los cuidados. Siendo consciente de que cuidamos muy bien a la gente, también cuidar a quien presta ese servicio.
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