Lissorgues y Brotel: «El intelectual más coherente del siglo XIX fue Clarín»

Por separado, cada uno con sus propias palabras, aunque su nombramiento como hijos adoptivos de Asturias esté motivado por sus investigaciones conjuntas, la mayoría de las veces en torno a la obra de Leopoldo Alas Clarín, quisieron agradecer los hispanistas Yvan Lissorgues (Aveyron, 1931) y Jean François-Botrel (Rennes, 1942) la distinción.

El más extenso de los dos sería el segundo de ellos, quien comenzó recordando que su primera visita al Principado tuvo lugar en 1962, cuando apenas era un muchacho de veinte años y el viaje «en un tren nocturno de tercera clase, de Irún a Gijón, con cambio en Venta de Baños». Con humor anotó que eran tiempos «en los que Asturias no era aún un refugio climático» y que acudía «desconfiado del heliotropismo tópicamente asociado con España, como buen bretón había escogido la España húmeda y su nutricio orbayu». Llegaba a nuestra región dispuesto a trabajar sobre los años de aprendizaje del joven Clarín «con quien creo llegué pronto a indentificarme», afirmó. Desde entonces, aseguró que había vuelto a viajar a Asturias «por tierra, aire y mar» en repetidas ocasiones para participar en gran número de encuentros insitucionales y académicos en torno a la figura del universal autor de La Regenta. Tuvo palabras de recuerdo para «el añorado maestro Jose María Martínez Cachcero» y para los descendientes directos del escritor ovetense, María Cristina Alas y sus hijos Ana Cristina y Leopoldo. Repasó varios de esos eventos clarinianos y añadió que incluso «tuve el honor y el privilegio de presentar una síntesis de la literatura asturiana en el Festival Intercéltico de Lorient, dirigido entonces por Lisardo Lombardía, con la bandera azul y su cruz de la Victoria enhiesta». Y concluyó declarando que también «en Asturias he estado meramente por gusto para disfrutar de sus paisajes y de su naturaleza o de la compañia de su gente» y confesó que «en esta otra tierrina ya oficialmente mía, este hijo adoptivo de Asturias, hispanista bretón, francés y europeo, se siente sencillamente en casa».

Por su parte Lissorgues, coincidió en la última apreciación de su colega para proclamar que «Asturias es para mí una segunda patria desde hace casi medio siglo», y que ello sucedió «desde el momento en que me asomé a la obra de Leopoldo Alas Clarín, por los años en que el autor de La Regenta era postergado y su obra dispersa y olvidada». Evocó la tarea emprendida a partir de 1980 en las hemerotecas de Madrid para recuperar la obra periodística del escritor y el hallazgo de los casi 2.500 artículos suyos, que posteriormente serían publicados por la editorial asturiana Nobel. A partir de aquel legado, aseguró «se pudo reconstruir la personalidad casi olvidada del autor», al que definió como «un republicano de toda la vida, un filósofo progresista en lucha constante contra la falta de espiritualidad de un catolicismo de 'librea y de papel timbrado' y un buen conocedor de la cultura europea de su tiempo». El hispanista no tuvo ninguna duda en manifestar que Clarín fue «todo un intelectual, tal vez el más notable y el más coherente de la segunda mitad del XIX». Gracias al labor emprendido por el estudioso en colaboracion con Jean Francois Brotel, aseveró que se produjo una auténtica «resurrección» de esa figura hasta entonces relegada y que «por fin Clarín salió de las sombras en que el nacional-catolicismo y sus injusticias y crueldades lo mantuvieron durante más de un siglo». El investigador francés, concluyó manifestando que a consecuencia de su dedicación a la obra clariniana y a los viajes debidos a ella: «De todo ello ha nacido un amor imborrable a la tierra asturiana, por eso estoy feliz de ser Hijo Adoptivo de esa tierra».