Juan Luis Rodríguez-Vigil, el que fuera presidente autonómico entre los años 1991 y 1993, y vecino de La Fresneda desde hace ya más de 30 años, dedica su tiempo libre a la lectura y al estudio.
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Vocal del Ridea, institución que ultima ... una comisión de expertos para ayudar a adaptar la normativa regional a las necesidades de emprendedor rural, el expresidente autonómico bucea cada día entre los miles de tomos de la biblioteca que ocupa la planta baja de su domicilio, en La Fresneda. Un erudito que con sus propias manos encuaderna en cuero todos los libros que va leyendo y que no están ya encuadernados en tapa dura.
Buena parte de esa biblioteca son textos legales y sociológicos vinculados muy directamente a Asturias. Vigil resume que buena parte de los problemas con los que hoy se encuentra el emprendimiento rural vienen de una legislación no adaptada a la realidad actual del campo: «La Ley de Fincas es manifiestamente mejorable, y hay que afrontar ya temas fiscales de gran entidad, como la creación de una versión especial del IRPF para el emprendimiento rural o un sistema fiscal sobre la tierra, la residencia y la utilización del campo que prime su uso productivo y castigue el absentismo y el abandono de los terrenos».
Pero ello implica una intensa labor legislativa que se debe sustanciar en la Junta General del Principado con «una visión finalista, en la que todos los partidos deberían ser conscientes de que es urgente y puede no ser suficiente» para reactivar al campo asturiano.
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¿Es que Rodríguez-Vigil no es optimista al respecto? «No, no lo soy. En la Junta General hay una gran cobardía y poco afán de estudio, y existe una inercia de tratar los problemas menores de Asturias con gran decisión, pero también de huir de los temas realmente relevantes, de calado y estructurales», como el de la reactivación del campo.
Hay números que estructuralmente deberían hacer saltar las alarmas, como el hecho de que Asturias, una región que en 1960 tenía al 77% de sus empleados en sectores directamente productivos, como la agricultura (33%), la industria (34%) o la construcción (10%), roza el 20% en la industria en pleno 2021 y no llega al 5% del total de su empleo en el sector agroalimentario, si bien este ha experimentado un proceso de especialización aún pendiente de que se facilite su mejora con adaptaciones legislativas urgentes e imprescindibles.
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