Paula Miranda, Silvia Barrero, Pelayo Rozas, Laura Carvalho y Silvia Barrero, los alumnos de Matrícula de Honor de La Corredoria. MARIO ROJAS

«Nos jugamos nuestro futuro»

EBAU. 4.407 estudiantes se enfrentarán, entre el miércoles y el viernes, a la temida selectividad. Para algunos, unas décimas marcarán la diferencia

Domingo, 5 de junio 2022, 00:48

Les quedan apenas tres días para enfrentarse a uno de los exámenes más importantes de su vida. Un examen que durará también tres días. Están nerviosos y cansados. Tienen ganas de acabar. Son 4.407 jóvenes asturianos que entre el miércoles 8 y el viernes ... 10 de junio realizarán las EBAU de 2022, una edición que vuelve a ser especial. Es la tercera marcada por la pandemia. Porque puede que el virus esté dando una tregua, pero esos 4.407 alumnos han cursado un Bachillerato que ha estado muy lejos de la normalidad. Muchos de ellos sufrieron la semipresencialidad en primero y han vivido estos dos cursos de restricciones y mascarillas. Por eso, el examen se plantea como el mismo modelo 'flexible' que se ha usado en las últimas dos ediciones, con más opcionalidad para los estudiantes, para que todos tengan opciones de conseguir la máxima nota.

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Pelayo, Paula, Laura, Silvia, Paula, Raúl, Xana, Cayetana y Jaime son algunos de esos alumnos. El miércoles, antes de las tres de la tarde, estarán en las sedes que les corresponden de Oviedo, Gijón y Avilés para enfrentarse a la temida prueba. Vuelven a las que han sido desde hace años las sedes tradicionales de la selectividad, dejando atrás las dos ediciones de polideportivos, pabellones y centros culturales enormes, donde poder garantizar las medidas anticovid.

Los bachilleres acabaron el curso hace ya algunas semanas y desde entonces han estado acudiendo a sus centros a las clases de repaso. Incluso han podido hacer simulacros, como el que organizó esta última semana el IES Mata Jove, de Gijón. «Es una prueba muy importante. Nos jugamos mucho», apunta Raúl Fernández, estudiante de este centro, que suele organizar un simulacro todos los cursos para que sus alumnos vivan una experiencia lo más similar posible, en formato y tiempos, a la que se enfrentarán desde este miércoles. Con el fin de que se asemejase lo máximo posible a la realidad, los ejercicios se realizaron en el mismo horario fijado para la prueba oficial, es decir, a partir de las tres y media de a tarde. «Pocos institutos hacen eso y creo que es muy positivo», recalca Raúl Fernández. Su compañera Xana Picabea comparte esta tesis, aunque reconoce que pese a todos los esfuerzos, «cuando llegue el momento de la verdad, será otra historia», comenta.

u Simulacro. Alumnos del IES Mata Jove, realizando esta última semana un simulacro de la EBAU, con mismo horario y formato. paloma ucha

Un esfuerzo que no pueden abandonar en el último momento aquellos para quienes la prueba de acceso a la Universidad es la auténtica guardiana de sus sueños. Los que quieren acceder a grados con notas de corte especialmente altas tendrán que rozar la excelencia. Un resultado cercano a la perfección en el que una cuestión de apenas décimas marca la diferencia entre el éxito y el fracaso.

A redondear esa excelencia van quienes ya la han conseguido en el Bachillerato. Pelayo Rozas, Paula Miranda, Laura Carvalho, Paula García y Silvia Barrero son los 'cracks' del IES La Corredoria, en Oviedo. Ese instituto público marcado por la masificación (1.020 alumnos matriculados para unas instalaciones pensadas para 650), las aulas prefabricadas, la decepción de ver cómo la construcción del nuevo edificio vuelve a malograrse y que se enfrenta a situaciones socioeconómicas «muy distintas a otros códigos postales», admite su director... Pues bien, ese instituto ha dado este curso cinco alumnos de matrícula de honor.

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¿El secreto de estos 'cinco magníficos'? Pues no hay trucos, admiten. Todo lo contrario: «Trabajar mucho, esforzarse y sacrificar otras cosas, tiempo libre, tiempo para las aficiones, para la vida social...». Eso y mucho amor propio, el que le ha valido a Pelayo, «un vago» en Secundaria, dice de si mismo, a no conformarse con menos de lo que sabía que era capaz. Frente a todas las reflexiones sobre lo que la pandemia ha robado a los jóvenes, las experiencias únicas a determinadas edades que no podrán vivir, ellos cinco ven el lado positivo, la botella casi llena del todo, porque las restricciones de horarios y actividades les permitieron, casi les obligaron, a dedicar más tiempo a los libros. Tras un primero de Bachillerato con ese ritmo y esos resultados, todos decidieron que en segundo no se podía bajar el ritmo.

qEstudio. Jaime, Cayetana y Lola apuran los últimos días en la biblioteca. arnaldo garcía

Y ahora recogen los frutos. Sin olvidar que, en su caso, se libraron el curso pasado de la semipresencialidad gracias que La Corredoria puso en marcha un novedoso turno de tarde (de 13.30 a 18.30 horas), para que los alumnos de Bachillerato pudieran acudir a clase todos los días.

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Con todo, estos amantes de la Biología y la Química, que han tenido también tiempo de jugar al fútbol y perfeccionar su inglés, tendrán que mantener esa excelencia a la que ya están acostumbrados, ya que todos tienen la mirada puesta en Enfermería y Medicina. En un descanso de las últimas y estresantes jornadas de estudio, hablan de vocaciones infantiles, de antecedentes familiares, del contacto con el paciente, de profesiones «más valoradas tras la pandemia», de Oncología, Cirugía, Cardiología... Con la única excepción de Silvia, que libra consigo misma un inusual debate entre la Medicina y las Humanidades.

Como Silvia, otros muchos que aún no tienen del todo decidido su futuro necesitan sacar la mejor nota posible para no cerrarse puertas. «Hago la parte específica por si acaso al final decido hacer Magisterio», apunta Xana. Esa parte específica permite a los estudiantes examinarse de un máximo de cuatro asignaturas troncales de segundo y alcanzar hasta un máximo de 14 puntos.

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Quien es consciente de que con el cinco cumple el trámite siempre está más relajado. «Quiero sacar la máxima nota que pueda, pero tengo menos presión», comenta Jaime Muñoz de la Cera, del colegio San Fernando, de Avilés. En su caso, Lengua es la asignatura que le quita el sueño. «Una gran parte del examen es práctico y, por tanto, hay más riesgo de que pueda salir mal, pese a haber estudiado», señala.

Récord

En los últimos años, la cifra de aprobados y la nota media de la EBAU ha ido aumentando. El año pasado, Asturias batió récords: un 96,41% de aprobados; la mejor nota media, un 7,646 y el mayor número de alumnos excelentes: 853 personas lograron una nota media igual o superior al 9. Uno de ellos alcanzó el 10. Frente a quien asegura que, con estas cifras, la selectividad no cumple su función, la mayoría de los estudiantes resaltan la utilidad de la prueba.

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«Aunque no se necesite nota, la exigencia tendrá efectos positivos para nuestro futuro», argumenta Cayetana Montes, del Colegio Internacional Meres. Demostrando la madurez adquirida, señala que en la vida profesional se tendrán que enfrentar a numerosas situaciones adversas y tendrán que dar buenos resultados en contextos de presión. «Algún día esta prueba, que ahora nos parece un mundo, la veremos como algo sencillo», argumenta.

Lola García, también del San Fernando, es partidaria de que cada universidad realice su propia prueba de acceso. «Quiero estudiar Arquitectura y, realmente, quien corrija la prueba no puede decidir si estoy preparado para ello», afirma. Además, el hecho de que cada uno se especializase en lo que más le interesa, «podría ser un factor de motivación».

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En breve, universidades y Gobierno tienen que empezar a replantearse el formato de la EBAU, para adaptarla a la LOMLOE. Está por ver cómo será la selectividad en el año 2024.

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