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Solo unos días después de que el Papa Francisco abriera la Puerta Santa en el Vaticano y otra simbólica en la cárcel de Rebibbía, en Roma, para dar inicio al Año Jubilar, el arzobispo de Asturias, Jesús Sanz Montes, lo inauguraba ayer en ... Oviedo. Tras una procesión desde la iglesia de San Tirso el Real hasta la Catedral, Sanz Montes presidió la homilía de una celebración con la que se da por abierto el Jubileo 2025 en la diócesis. Un acontecimiento que los cristianos celebran cada 25 años y que, según recordó el arzobispo, «supone un tiempo de esperanza, de renovación espiritual y de compromiso en la transformación del mundo. Tenemos la tarea de llevar la esperanza allí donde se ha perdido», remarcó. De hecho, el lema elegido es 'Peregrinos de la esperanza'.
A punto de dejar atrás «un peleón 2024», en el que «cuántas cosas nos han sorprendido, alegrado y arrugado», Sanz Montes quiso hacer enfásis en que ayer se celebraba el día de la Sagrada Familia (jornada elegida por el Papa para la apertura del año jubilar en todas catedrales y concatedrales). «En unos días que las calles se engalanan, las músicas tornan en aire de villancicos, hay comidas especiales, queremos sacudirnos el sopor y el agobio de lo que nos rodea y declaramos una tregua en aquello que nos entristece y acorrala», destacó el «carácter familiar» de estas fechas, aunque matizó que «no es lo único que celebramos».
Quiso así poner el foco en la fiesta de ayer, la de la Sagrada Familia, «que ilumina lo que estos días vivimos también como familia cristiana». «La familia es algo que Dios nos ha enseñado a valorar y cuidar como un verdadero regalo». Aludiendo a una de las lecturas de la Eucaristía – «el que honra a su padre expía sus pecados; el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y cuando rece será escuchado»–, Sanz Montes insistió en que «éste no es un consejo añejo para las gentes de Israel, sino también para la comunidad cristiana, que ha sabido igualmente valorar y educar en el debido respeto que merece la familia, donde hay un padre y un esposo; una madre y esposa y unos hijos que son mucho más que unas mascotas».
También aludió a una carta de San Pablo a los Colosenses («Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos; maridos, amad a vuestras mujeres y no seáis ásperos con ellas; hijos, obedeced a vuestros padres en todo. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos). Llegado a este punto, dijo: «Hay que leer bien este texto, porque no se presta a una lectura de ideología de género tan en boga en nuestros días, con la prepotencia del varón en detrimento de la mujer, sino a una suerte de relación en la que la mirada del Señor señala el justo punto de humana convivencia».
Y acabó la homilía recordando que en el Año Jubilar «tendremos la ocasión de recibir la gracia peregrinando a la catedral, así como a la basílica de Covadonga (los dos lugares de referencia de nuestra diócesis), con las indicaciones que establece la Iglesia: revisar la vida cristiana, pedir perdón en el sacramento de la reconciliación, tener un gesto solidario con los pobre a través de los canales de caridad, orar por el Papa, por el obispo, por todos los cristianos –cada cual en su vocación–, y por la paz en el mundo y el cese de todo abuso y violencia».
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