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La catedrática del área de Historia del Arte Ana Fernández, el rector Ignacio Villaverde, la homenajeada, Soledad Álvarez, y el decano, José Antonio Gómez. ALEX PIÑA
«Me jubilé y me fui cuando me tocaba, aunque siempre fui vocacional a tope»

«Me jubilé y me fui cuando me tocaba, aunque siempre fui vocacional a tope»

El Milán homenajeó a la catedrática Soledad Álvarez con una placa que da su nombre al Seminario de Historia del Arte de la facultad

LUCÍA LÓPEZ PÉREZ

OVIEDO.

Sábado, 17 de diciembre 2022, 01:41

Hace cincuenta años María Soledad Álvarez Martínez era una estudiante de veintiún años a punto de finalizar la carrera de Historia del Arte. Ella, junto con otros compañeros que terminaron por convertirse en amigos, fue una de las alumnas de la primera promoción de Historia del Arte, que por aquella época «era una titulación vinculada a la carrera de Historia, como una subsección». Posteriormente, en 1974 entró en el departamento de Historia del Arte como profesora, puesto en el que se mantuvo hasta su jubilación, el 11 de noviembre de 2021: «Cuando entré en el departamento el número de profesores apenas llegaba a la decena -ahora son más de cuarenta-, no existía financiación para la investigación y las líneas de estudio eran mucho más limitadas que ahora».

Compañeros, amigos y familiares de Soledad, durante el homenaje.

Así lo recordó ayer la propia Soledad, durante el acto de homenaje que la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Oviedo organizó en su honor y en el que se descubrió la placa que da su nombre al Seminario de Historia del Arte. «Es un reconocimiento que no esperaba, para mí es un honor que hasta me asusta un poco, porque me hace repensar todo lo que hay detrás para que pongan mi nombre a un seminario», afirmó la historiadora ante la mirada del rector Ignacio Villaverde, la catedrática del área de Historia del Arte Ana Fernández, el decano de la Facultad de Filosofía y Letras, José Antonio Gómez, y todos los amigos, compañeros y familiares que no quisieron perderse el acto.

Todas las autoridades destacaron la vocación de Soledad Álvarez, quien hasta el día antes de recoger su despacho y entregar las llaves estuvo trabajando, porque «ella siempre ha defendido que a lo largo de estas décadas ha hecho lo que tenía que hacer», expuso Sandra Velarde. Tal vez por eso, Álvarez dijo ayer estar «abrumada», «emocionada» e incluso «un poco asustada» ante la expectación de un pasillo completamente abarrotado.

Un legado para el recuerdo

En los más de cincuenta años que Soledad Álvarez ha estado vinculada a la Universidad, la historiadora ha sido testigo de los muchos cambios que el departamento ha experimentado, como el aumento del número de docentes, la consolidación de las titulaciones de Historia del Arte y Musicología, dos carreras que «gozan de buena salud», y la formación de grupos de investigación «muy potentes». Unos cambios que Álvarez no se atreve a categorizar de mejores o peores, sino de «distintos, adecuados al momento histórico al que pertenecen».

La jubilación de Álvarez, representa un nuevo cambio, aunque deja un legado de investigaciones, estudios, trabajos y publicaciones que han resultado claves para entender y mejorar la enseñanza en la materia. Entre ellos, destacan la revista 'Liño', una de las primeras editada por las facultades españolas de Historia del Arte y que a día de hoy «está en muy buen estado», y el Inventario Arquitectónico de interés histórico-artístico de Asturias, que «sigue siendo un instrumento fundamental para cualquier intervención o actuación que se quiera hacer sobre nuestro patrimonio», afirmó la catedrática.

Ahora, a este legado se añade la placa que da nombre al Seminario de Historia del Arte en el que Soledad pasó «tantos años» de su carrera y que ella misma considera como «una casa». Sin embargo, pese a que su marcha no sea «un adiós, sino un hasta luego», como aseguró Ignacio Villaverde, y a la amplia vocación de la historiadora, Álvarez admitió haberse jubilado en el momento correcto: «Me jubilé y me fui cuando me tocaba, ya era una necesidad para mí, aunque siempre fui vocacional a tope. Por eso, no puedo más que agradecer todo el cariño».

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