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M. F. ANTUÑA
Lunes, 27 de enero 2020, 04:00
Hace algo más un año que fue elegido presidente de la SGAE y algo menos de un año que fue cesado. Y desde entonces, José Ángel Hevia (Villaviciosa, 1967), el gaitero más internacional que ha dado Asturias, sigue creando y trabajando, pensando ya en un ... nuevo proyecto discográfico al que no le pone ni fecha ni nombre.
-Ha estado desaparecido el último año. ¿Qué es de su vida?
-Ahora mismo estoy en la fase no visible de mi trabajo, de estar en el estudio, sobre todo con el desarrollo de la gaita electrónica y de un nuevo proyecto de conciertos y de disco, que me está ocupando al cien por cien. Aún así no paro de tocar, en unos días me voy a Cerdeña y, a la vuelta, retomaré el trabajo en el estudio. Esta vida es salir y entrar.
-¿Qué se puede contar de ese nuevo proyecto?
-Que son muchísimas horas de gaita, que estoy muy dedicado a tocar la tradicional, la acústica, aunque al mismo tiempo estoy en el desarrollo de la electrónica.
-Su último álbum, 'Al son del indianu', miraba hacia ritmos latinoamericanos. ¿Dónde va ahora?
-De todo hay, porque el repertorio de la gaita tradicionalmente no se ciñó a la música asturiana de raíz, una muñeira, una jota o un xiringüelu, que componen el corpus fundamental. Los gaiteros siempre tuvieron en el repertorio temas de la música popular, tanto americana como propia. Y si bien estoy trabajando en los dos mundos, tanto el tradicional como el popular, en lo que más estoy centrado es en el desarrollo de la técnica interpretativa de la gaita asturiana, en llegar más adelante con la gaita acústica. Yo mismo me sorprendo, llevo 41 años tocando y aún sigo tratando de aprender.
-O sea, que busca nuevas maneras de tocar.
-Sí. Me aburre mucho tocar lo mismo siempre. Aunque afronte una muñeira que llevo 41 años tocando, quiero hacerlo de forma diferente. Y eso se hace metiendo muchísimas horas.
-¿Hay algún cóctel musical que no funcione o todo es posible?
-Todo está en la mente del músico y creador. Se puede hacer todo lo que apetezca, luego el resultado es otra cosa. Hay que romper los prejuicios a la hora de crear.
-¿Le queda por romper alguno?
-No tengo prejuicios, tengo limitaciones. Todos los músicos tenemos espacios en los que nos movemos cómodos y otros que no dominamos. No sería nunca por prejuicios que no afrontara algo que me apeteciera, pero el instrumento también te limita. Hay músicas que no se pueden tocar con una gaita, igual que tampoco se puede tocar un pasacalles con un piano.
-¿Cómo compone?
-Como todos, dependo mucho de la inspiración y procuro que me encuentre trabajando. Y como soy gaitero, pienso en gaita.
-¿Qué música escucha?
-Depende del momento vital. Esta semana a Xavier Cugat.
-¿Con una hija de 15 años no se libra del reguetón?
-No me libro del reguetón y no lo critico. A mí también me sorprende que en un sitio como Cuba, con esa potencia musical tan aplastante, algunos reguetones se abran camino de esa manera, pero no es que lo critique como género, hay reguetones muy dignos, y dentro de algunos años habrán perdurado.
-¿Qué momento vive la gaita en Asturias?
-La gaita está felizmente en el conservatorio, no por ser gaita, sino porque alcanzó un nivel musical muy alto y su historia y su entramado social hacen que tenga el rango de enseñanza reglada, de profesión, y eso me parece una noticia muy feliz. No está porque sea una seña de identidad, sino porque tiene la potencia como movimiento musical y social suficiente como para que esté representada en el conservatorio. Estamos en una situación muy diferente a la que yo viví, cuando incluso era difícil encontrar un profesor, aunque yo tuve la inmensa suerte de dar con Armando Fernández. Sin que estemos en un momento dulcísimo, ahora hay profesión e industria.
-¿Pero queda recorrido?
-Sí, pero tampoco debemos vanagloriarnos en exceso de lo que hemos conseguimos en estos años. A veces echar una mirada al pasado te da una cura de humildad necesaria. En 1910, el gaitero de Libardón cruzaba los Andes en tren para dar conciertos en Santiago de Chile y actuaba en La Habana en el mismo teatro que Caruso, y Remis Ovalle, en los años 50, llenaba teatros en Los Ángeles. Nuestra generación, la quinta del biberón, hizo muchísimo, pero no estamos aquí solo por eso, antes hubo mucho trabajo.
-Dice que hay que mirar atrás. ¿Qué ve usted cuando lo hace?
-Yo soy de los que no volvería atrás porque me daría pereza, estoy contento donde estoy. Al mirar atrás veo mucho andado, veo que hay 41 años de 'batallaje', y veo que soy muy vieyu.
-Otros 41 habrá que tirar.
-Se intentará.
-Ha llegado tan lejos que hasta ha tocado en el Vaticano un tango para el Papa Francisco.
-En el Vaticano cambiaron tres papas y el gaitero sigue siendo el mismo. La verdad es que Francisco transmite en medios una imagen de cercanía, pero en persona ves que no ye una pose, ye muy real. De la sala del Vaticano donde se desarrolló la audiencia privada no se quiso ir sin venir hacia mi hermana y a mí a darnos la mano y un abrazo por haber tocado los ritmos de su tierra. En Argentina se sorprenden de que un instrumento tan de raíz toque su música, pero Emilio Rodríguez Moriyón vivió toda su vida en Buenos Aires tocando tangos con la gaita.
-¿Cómo ve la situación de Asturias?
-Tenemos mucho terreno ganado, en el sentido de que no somos excluyentes con otra gente, pero sí somos demasiado grandones, de 'bocona', y luego resulta que a la hora de la verdad no damos con el término medio para valorar nuestro patrimonio y exigir nuestros derechos. Veo que en este estado de las autonomías imperfecto pero funcional que lleva vigente desde hace 40 años hay plataformas como Teruel Existe, y Asturias parece que es el pactódromo en el que el presidente de Cantabria viene a negociar con Adriana Lastra la investidura de Sánchez. Los asturianos no tenemos ninguna opción asturiana, ninguna presencia en el Parlamento.
-Es académico de la Llingua. Berta Piñán es consejera de Cultura. ¿Qué significa para usted?
-Berta Piñán estuvo aquí en el estudio de casa en Madrid grabando unos poemas para una música de Ramón Prada y tuve el privilegio de trabajar con ella, además fue vecina durante muchos años, trabajó en el instituto de al lado de mi casa, en Las Rozas. Tengo grandes esperanzas con una figura como ella.
-¿Ve factible la oficialidad?
-Yo de momento tengo grandes esperanzas y no voy a pensar que esto sea la típica maniobra «me acerco pero no lo hago». Estamos a tiempo de que se desarrolle una política que sea favorable a la oficialidad de la llingua coherente y que se haga con la naturalidad necesaria, por pura cronología y demanda social.
-¿Cuál es la oficialidad coherente?
-Yo soy gaiteru, no tengo un cargo en ninguna oficina de política lingüística, pero sé que el asturiano como llingua que existe pertenece no a los asturianos sino a la humanidad. Nosotros podemos ser depositarios, usuarios, pero el asturiano, el catalán o el aragonés no pertenecen a un pueblo en concreto, y si existen nadie está legitimado para promover que se pierdan. En la sociedad de la información y la informática en la segunda década del siglo XXI no existe alternativa más que la oficialidad o la pérdida.
-¿Habla asturiano con sus hijas?
-Procuro. Todos los días, durante la infancia de la mayor, le canté una canción en asturiano para dormir. Ellas son asturdominicanas, tienen media familia en Asturias, media en Santo Domingo, acaban de llegar de Navidades de allí y traen el acento, y luego cogen el madrileño, y cuando van a Asturias, el asturiano.
-Hace un año que cesó como presidente de la SGAE.
-Es una sociedad con una situación muy difícil, sigo formando parte de la directiva, pero desde hace un año no hago ninguna declaración.
-Supongo que fue una situación muy desagradable.
-Desagradable no tiene por qué ser, todo es constructivo
-¿No quiere decir nada sobre todo el asunto de la 'rueda'?
-No tengo ni la menor idea. Entiendo que intereso por mi música, y sobre el capítulo de la gestión de esa música no tengo nada que decir.
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