pablo suárez | lucía ramos
LLANES.
Sábado, 16 de mayo 2020, 01:26
El 9 de diciembre de 2017 fue el día que lo cambió todo. Las sospechas y los celos que Pedro Nieva llevaba madurando desde hacía tiempo tras observar la complicidad existente entre su mujer, Katia Blanco, y el marido de la prima de esta, ... Javier Ardines, quedaron confirmadas en apenas unos minutos. Una simple conversación entre los dos amantes, que Nieva grabó ocultando su teléfono bajo una servilleta y ausentándose al servicio mientras los tres compartían una cena, sirvió para corroborar sus mayores temores: su mujer y su primo político mantenían una relación sentimental. Comenzó entonces una espiral de celos y obsesión que terminó de la peor manera posible, con el brutal asesinato de Ardines, concejal de IU en Llanes y pescador de profesión, en la madrugada del 16 de agosto de 2018.
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Sin embargo, el terrible final del político comenzó a fraguarse tiempo antes, según pudieron averiguar los investigadores del equipo conformado por miembros de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil y la Policía Judicial de la Comandancia de Gijón para esclarecer un crimen que conmocionó a toda la región. Tras obtener la citada grabación, Pedro Nieva -que llegó a reconocer a la propia hija del fallecido haberla escuchado «mil veces»- entró en «un estado permanente de desazón, celos y rabia». Su obsesión por el hecho de que Katia y Ardines pudieran volver a encontrarse a sus espaldas era tal que entre diciembre de 2017 y febrero de 2018 estuvo consultando numerosas páginas con productos y consejos sobre vigilancia y espionaje, además de otras relacionadas con la realización de pruebas de paternidad -el matrimonio tiene dos hijos-.
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Asimismo, la relación en la pareja se deterioró notablemente, con varios altibajos que quedaron reflejados en las conversaciones de whatsapp que ambos mantenían y que la compleja investigación llevada a cabo por los agentes permitió sacar a la luz. En los días posteriores a aquella cena, Pedro Nieva envió varios mensajes a su mujer en los que, entre otras cosas, le decía frases como «Puedo sentir cómo me olvidas»; «Yo sí que te pierdo, te me escapas de entre los dedos y, no sé, pero me muero si te pierdo, y sé que te perderé, lo sé»; «Tú eres mi único punto débil. Tú y solo tú, lo demás no me importa, no me importa ni propia vida»; «¡Lo que yo siento por ti nada ni nadie lo podrá destruir jamás!» o «El problema es ese, tu amor hacia mí no es un amor sincero, no es de mí de quien tú estás enamorada».
Preocupado por su estado, su amigo Jesús Muguruza preguntó a Nieva acerca del motivo de su desazón antes del verano de 2018, tal y como él mismo reconoció ante los investigadores. Unos días después, le confesó que había descubierto que su mujer le era infiel con un primo de Asturias. Poco después, Nieva, quien no era capaz de quitarse de la cabeza la imagen de su pareja con otro hombre, preguntó a Muguruza si estaría dispuesto a darle una paliza a Ardines. Este se negó, pero le indicó que conocía a un hombre de origen argelino que sí podría estar dispuesto a llevar a cabo el encargo. «Alguna vez ya me preguntó que si sabía de algún tema 'para darle unas hostias a alguien', que necesitaba el dinero y que le daba igual hacer lo que fuera a cambio», le contó Muguruza a su amigo.
Dicho y hecho, a los pocos días Nieva llamó a Muguruza para concertar una cita con el argelino. Aquí es donde las versiones de uno y otro disienten, pues si bien el supuesto intermediario declaró ante los agentes que fue en julio cuando su amigo le habló de dar una paliza a Ardines, el argelino, Djillali Benatia, aseveró que ya en junio se encontró por la calle con Jesús y este le comentó que un amigo suyo, «que tenía mucho dinero e iba a pagarle muy bien», quería encargarle «una paliza».
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A finales de julio los tres se encontraron por primera vez en una cafetería de Ocharcoaga, en Bilbao. Entonces, relata Benatia, Muguruza le preguntó de parte de Nieva si podría matar a una persona, a lo que él asegura haberse negado, diciendo que «una paliza sí, pero matarle no». Entonces, continúa, «Jesús se dirigió a Pedro asintiendo que ya le había dicho que no, que ellos no hacen eso». En este sentido, el propio Benatia reconoció a los agentes que él creía que la intención de Nieva fue la de matar a Ardines desde el principio, pues «la primera propuesta que me hizo a través de Jesús era matarlo, no darle una paliza».
El plan ya estaba en marcha y tan solo unos días después, tal y como pudieron descubrir los investigadores tras una laboriosa tarea de rastreo de las antenas de telefonía móvil y el visionado de numerosas cámaras de tráfico, Nieva, Muguruza y Benatia se desplazaron hasta Llanes con la intención de que el supuesto autor intelectual del crimen enseñara al presunto sicario la zona y le aconsejara acerca de cómo y dónde abordar a Javier Ardines.
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Tras contactar con el también argelino Maamar Kelii, ambos realizaron un primer viaje de reconocimiento a la zona el 31 de julio por la tarde. Esa misma noche regresaron con la intención de ejecutar el encargo, pero Ardines sorteó sin bajarse del coche la valla que habían colocado en medio del camino. El 16 de agosto volvieron a la carga. Ese día, 25.000 euros mediante, no fallaron.
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