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Acceso a la casa y al sótano rodeado de llamativas composiciones vegetales. Rafael Suárez-Muñiz

El jardín de camelias de Bene sigue latiendo en Celles

Bene Prado heredó una finca familiar hace más de 40 años y dio rienda suelta a una pasión que había cultivado desde la infancia: las plantas

Rafael Suárez-Muñiz

Domingo, 7 de noviembre 2021, 01:15

«Los locos se apresuran, los prudentes esperan, los sabios van al jardín» así reza el proverbio de Rabindranath Tagore que Bene Prado puso a la entrada de su casa en Celles (Siero). Este amante de las camelias heredó una finca familiar hace más de ... 40 años y dio rienda suelta a una pasión que había cultivado desde la infancia: las plantas. Tensi Alonso y su hijo Kike Prado, a la sazón presidente del equipo de futbol americano Gijón Mariners y responsables de la peluquería Alonso (Gijón), relatan cómo Bene desde pequeño ya se dedicaba a plantar cosas ante el asombro de los vecinos del lugar.

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Tensi Alonso y Kike Prado ante una camelia chinensis fucsia.

Desde que se hizo con este prado comenzó la aventura de un hombre muy especial y sumamente singular, del que Blanca Menéndez recuerda que «no te dejaba tocar una camelia ni arrancarla, solo podías mirarlas». Tan singular que la mismísima Ouka Leele (Premio Príncipe de Asturias y Premio Nacional de Fotografía), una de las artistas que orbitaron en los orígenes de la Movida Madrileña, se llevó a Bene para que le hiciera un tour por el entorno para sacar fotografías. Cuando ni él ni su familia se enteraron, se hizo una exposición en Madrid de Ouka Leele y allí salía Bene: «el señor de las camelias».

Bene Prado buscaba un bosque de camelias totalmente orgánico, sin patrones de plantación, y para ello contó con la inestimable amistad de otros grandes camelistas como Margarita Riesgo y Pedro (Santianes), que tienen la mayor colección de camelias de Asturias, el viverista luarqués Rafael Ovalle (artífice de la Fonte Baxa), y la gallega Ana Calo. Con ellos y con su mujer hizo innumerables viajes por toda España, Portugal, Francia, África y Centroamérica. Acudían a todo tipo de ferias, exposiciones, concursos, y competían amistosamente entre ellos por tener la mejor camelia, la camelia más oscura o negra, la camelia hibridada a la que poder darle su nombre, etc. Esto último, Bene no lo consiguió. «Mi padre iba a Cuba y traía palmeras» y «yo venía en el asiento del avión con ello encima» comentan entre risas Kike y Tensi.

Una de las camelias de Bene bajo la nieve.

En el jardín de Bene, con una superficie verde de 1.500 m2, podemos encontrar cientos de especies vegetales pero por el elevado número de la relación de camelias, además de un invernadero. Se trata de la segunda o tercera mayor colección de camelias de Asturias, por detrás del jardín de Margarita en Santianes y a un nivel parecido con la Fonte Baxa. La camelia más antigua tiene unos 41 años y se encuentra a la entrada del jardín. En el jardín de Celles podemos encontrar camelias de todo el mundo. Hay camelias españolas (gallegas), francesas, chinas, japonesas, portuguesas, sasanquas... Cuando se construyó la casa, hace 20 años, se plantó mucho, sobre todo camelias. A día de hoy hay aproximadamente 350 camelias distribuidas en la mitad suroeste del jardín y adosadas al cierre septentrional de la finca.

Vista parcial del jardín orientado al suroeste.

Tanto Tensi como Kike han hecho una importante labor de clareado puesto que Bene quería hacer un bosque de camelias y otras especies que competían y se tapaban unas a otras. «Para él lo primero era el jardín, luego tú arréglate», asevera Kike Prado. Afirma Tensi que «él empezó a plantar y no teníamos agua para el riego» por lo que tenía que irse a pozos y arroyos con calderos y garrafas.

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Entre las especies arbóreas podemos encontrar alrededor de 15 variedades distintas de magnolias grandiflora blancas, rosas y moradas, y magnolios caducifolios de flores amarillas. Todos ellos en torno a los 20 años. Hay diez tipos de arces rojos y verdes, japoneses y canadienses. Tiene una interesante variedad de peonías procedentes de Londres. Del continente africano, Bene había traído acacias y una gran flamboyana (Delonix regia), que es la llamativa flor nacional de Sudáfrica. En la mitad meridional aparecen escondidos un árbol del amor, un árbol de Júpiter y un cornus kousa. Destacan por su acaramelado colorido otoñal y su porte el liquidámbar y el tulipero de de Virginia, que tienen unos 25 años. Otra curiosidad más es el olivo que hay en medio del jardín de La Llosa.

Alineaciones variadas de camelias planificadas de manera adehesada.

También hay una catalpa, palmeras, caquis, castaños, naranjos, acebos, rosales trepadores, orquídeas, hortensias, palmitos, cactus, bananeras, un haya sanguina, helechos arborescentes, eléboros, rododendros, azaleas, dalias, agapantos y hasta un estanque con nenúfares y peces, que fue aprovechado durante el confinamiento, como no podía ser de otra manera, como piscina. Incluso hubo un enorme cedro del Atlas que talaron para poder disfrutar de las estupendas vistas de Oviedo al oeste. Una de las plantas más raras que hemos podido ver a lo largo de esta serie de publicaciones es la dragonera o flor del lagarto (Dracunculus vulgaris), propia de las regiones mediterráneas, una flor morada enorme con forma de tulipa retorcida, que nace de un tallo fungiforme y es tóxica. Otra de las particularidades de La Llosa es el empleo de arbustivas como el romero y el brezo para la constitución del seto perimetral de la casa, que preside la configuración estratificada o aterrazada de la casa.

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Enorme liquidámbar y detrás el tulipero de Virginia.

Ahora, tanto sus hijos como su mujer gestionan este jardín con todo el cariño que dispuso Bene. Una herencia verde con olor a camelia, llena de potencialidades, de la que seguro estará tan pendiente como orgulloso su creador: «el señor de las camelias».

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