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R. AGUDÍN / S. NEIRA
OVIEDO.
Sábado, 1 de abril 2023, 04:07
«Como una película de miedo». Así describe Patricia Suárez, vecina de Fitoria, lo vivido en la madrugada del viernes, una situación que «vamos a tardar en olvidar». Su hijo mayor despertó al matrimonio sobre las cuatro de la mañana y miraron el móvil: «Había un montón de llamadas perdidas de los vecinos y enseguida notamos el olor a humo. Nos picaban los ojos y la garganta dentro de casa». Al salir al exterior, una imagen desoladora: «Veíamos cómo desalojaban a vecinos, con coches bajando con niños, familias enteras; los animales escapando, entre ellos jabalíes, y unas lenguas de fuego súper altas. El fuego soplaba muy fuerte y caían unas cenizas muy grandes en el jardín», relató ayer por la tarde Suárez, más tranquilo al estar controlados los incendios, pero con el susto por esas horas «tan angustiosas».
Esta familia se libró del desalojo porque la carretera cercana a su casa sirvió de cortafuegos, pero la gran mayoría de sus vecinos de la falda del monte, sobre todo en la zona de Toleo, pasaron la noche fuera, pendientes todos juntos de las labores de extinción del equipo de bomberos. Allí, las llamas quemaron una vivienda cuyos propietarios habitan con frecuencia, aunque no dormían en ella esa noche.
A Laura Ruiz y Juan Fuentes les alertaron pasadas las tres y media de la madrugada. «Nos picaron y teníamos unas llamas delante de la leche. Había una línea de fuego desde ahí hasta allí», señaló ayer Fuente a primera hora de la mañana.
La zona de Fitoria no daba crédito a la imágenes. Nunca habían visto el fuego tan cerca de sus casas: «Llevo cuarenta y nueve años aquí y nunca pasó nada parecido. Esto es horroroso. Ahora está todo quemado», lamentó.
Las hermanas Sandra y Olga Prado, con casas a escasos metros, fueron desalojadas y «cuando salimos pensábamos que nos quedábamos sin nada. Veíamos las llamas súper cerca». Al regresar, sobre las nueve y media, comprobaron que los daños se limitaban a unos pinos cercanos. La Asociación de Festejos de Fitoria habilitó su local para acoger a vecinos. Todos pensaban lo mismo: «Si es intencionado es un pecado», dijo Lourdes Noval.
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