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R. AGUDÍN / S. NEIRA
OVIEDO.
Sábado, 1 de abril 2023, 04:07
A las dos de la madrugada del viernes sonó el timbre en la casa de Eduardo Llano, presidente de Aspaym y exconcejal del Ayuntamiento de Oviedo. Vive cerca de la parrilla Buenos Aires en la ladera sureste del Naranco. Al otro lado de la puerta, la Policía Local: «Tienes un incendio a veinte metros», le despertaron los agentes. Al asomarse, el fuego bordeaba su vivienda unifamiliar; el monte ardía pasto de las llamas, con un foco a su alrededor. «Tuve que bajar a mi mujer y a mi hija a casa de mi madre», explicó ayer a primera hora de la mañana, tras una noche en vela, muchas horas llenas de angustia y hasta «cruzando los dedos para librar la casa», en busca de un «milagro», aunque confiado en el dispositivo de bomberos que bordeaba su vivienda -plagada entonces de coches y mangueras- y que trabajaron «al 200%» de su capacidad. A las cuatro de la tarde, por fortuna, Llano pudo respirar tranquilo: su casa se libraba del fuego.
Su familia es una de las muchas desalojadas a toda prisa a partir de la una y media de la mañana. A algunas las despertaron las sirenas; otras dormían, ausentes de lo que acontecía alrededor. En total, los bomberos y la Policía Local pusieron a salvo a un centenar de vecinos del Naranco para evitar cualquier riesgo por el humo o las llamas, mientras combatían contra la docena de focos avivados aun más por las fuertes rachas de viento. Durante horas, los mantuvieron en un sitio seguro, sin poder acercarse a recuperar enseres.
«Ha sido la peor noche en los treinta y cinco años que llevo trabajando», reconocía uno de los efectivos, que vio en varias ocasiones cómo el fuego se acercaba peligrosamente a las viviendas, a la parrilla Buenos Aires y al hotel Casa Camila, donde llegaron a quemar arbustos. «Entre las tres de la mañana y la seis hubo situaciones muy apuradas», añadió el bombero.
Ninguno de los vecinos de Constante, ni los más antiguos, habían visto nada similar, con el Naranco quemándose por unas llamas voraces que se acercaron demasiado a sus casas. Ángel Miguel Pando explicó que el monte «llevaba como cuarenta años sin quemar así». «Te asomabas por la ventana y había fuego por todos los lados a partir de la una de la mañana», describió otro vecino, que vio cómo los bomberos tuvieron que echar espuma al lado de su casa, salvaron «por un pelo, porque llegaron a tiempo», el citado negocio hostelero y agradeció que un campo de golf sirviera de cortafuegos, porque hay zonas «que están hechas un desastre», llenas de maleza.
«Con la sequía que hay y el terreno que está caliente... El mío menos mal que estaba limpio», se felicitó otra residente de la zona.
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