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CHELO TUYA
OVIEDO.
Martes, 2 de abril 2019, 05:24
«Pero... ¿Qué hacéis aquí?... No me lo esperaba». Margarita Salas se dio de bruces con sus compañeras de clase. Con las que, en la década de los cuarenta del siglo pasado, cursaba sus estudios en el gijonés colegio de La Asunción. «Todavía seguimos viéndonos ... y queriéndonos como el primer día», aseguró la bioquímica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que en noviembre pasado celebró su 80 cumpleaños. «Lo organizó todo su hija Lucía, fue una fiesta muy emocionante», recordaba su amiga Pilar Urruticoechea.
Ayer, la fiesta era en Oviedo. La Consejería de Sanidad decidió dar su nombre a una plaza, en la entrada de la Fundación de Investigación Biosanitaria (Finba) y del Instituto de Investigación Sanitaria (ISPA). «Es un orgullo que hayas aceptado que podamos hacerte este homenaje», le dijo emocionado el consejero de Sanidad, Francisco del Busto. Porque, le dijo a Salas, «pudiendo haber elegido un retiro dorado, has optado por seguir con la bata puesta. Eso solo lo hacen las grandes. Solo quien ha estado y está en la élite de la investigación y conoce la dureza de este mundo es capaz de saber la importancia de no rendirse jamás».
Unas palabras que compartió el alcalde de Oviedo. Wenceslao López recordó el carácter «pionero» de la de Canero, que cada día va al Centro de Biología Molecular Severo Ochoa del CSIC. «Esta plaza va a simbolizar nuestro compromiso con la investigación, en el corazón del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), donde queremos promover que una rotonda lleve el nombre de Severo Ochoa».
Con su timidez habitual, la científica asturiana, que firmó autógrafos y posó para fotos con muchos admiradores, cedió la importancia del acto a la ciencia «es esencial para el desarrollo de Asturias que impulse la investigación», a sus colaboradores «de ellos es el mérito» y a sus maestros: Severo Ochoa, que se convirtió en su mentor y tras cuyos pasos se fue a Nueva York, y al director de su doctorado, Alberto Sols.
Un suma y sigue de agradecimientos que incluyó a sus amigas, padres, hermanos «Pepe, ya fallecido, y Marisa», su hija Lucía y a Eladio Viñuela. «Ha sido para mí no solo un marido, sino también un amigo y un maestro. De hecho, el mejor de los maestros». Y la plaza de Margarita Salas rompió en aplausos.
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