Adrián Vega tiene 24 años y una mochila repleta de ilusiones a la espalda. En su tiempo libre, le gusta disfrutar de los pequeños placeres: pasar buenos ratos con los suyos, cenar fuera de casa y salir a bailar. En un futuro sueña con trabajar ... en una oficina, enamorarse e, incluso, formar una familia. Aunque su proyecto de vida se asemeja al de otros chicos de su misma edad, Adrián sabe que hay algo especial en él. Lo delatan sus ojos almendrados que sonríen sin llegar a fijar la mirada y un deje inconfundible en su su manera de hablar. Es único sí, pero no en un sentido peyorativo. «Tener un cromosoma de más no te hace menos válido ni capaz. Somos igual que el resto de jóvenes», explicó Adrián Vega.
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Con motivo del Día Mundial del Síndrome de Down -que padecen cerca de 30.000 personas en España-, la Facultad Padre Ossó acogió ayer un encuentro en el que los protagonistas absolutos fueron ellos. Cuatro jóvenes con esta alteración genética tomaron la palabra para trasladar a los futuros educadores sociales sus historias de superación.
Los nervios no impidieron a Óscar Arias narrar ante el auditorio cómo es su día a día. Y es que este joven de 27 años tiene un currículum envidiable. Lleva tres años trabajando en una pizzería de la Corredoria, aunque previamente hiciera sus pinitos en la Feria de Muestras, en una residencia de ancianos y en un supermercado. La ilusión clareaba en el semblante de Óscar mientras habla de las «incontables» cajas que monta en un día, de cómo atiende a los clientes o limpia el local. Para él, ir a trabajar es un motivo de alegría, como también lo es pasar tiempo con sus amigos, cantar o escuchar música. ¿Sus aspiraciones?: «Tener novia y ser feliz». A Laura Campo, por el contrario, lo que le gustaría de verdad es «ser profesora y trabajar con niños».
Proyectos de vida, todos ellos, que cada día están un poco más cerca gracias al empeño incansable de la Asociación Síndrome de Down Asturias que organiza talleres de orientación pre-laboral. El objetivo de estas actividades es preparar a los jóvenes con discapacidad intelectual para desenvolverse en sus futuros entornos laborales mediante el perfeccionamiento de sus habilidades lingüísticas, matemáticas e informáticas.
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Este año, bajo el lema 'Gracias por estar', la organización quiso reconocer a todos aquellas personas que desde su posición hacen más fácil el día a día de las personas con síndrome de Down.
Oportunidades laborales
Ana Luque, psicóloga de la asociación, recordó que la asignatura pendiente para muchas familias sigue siendo el acceso al mundo laboral.
Una opinión que también compartió José Llosa, coordinador del grado de Educación Social en la facultad Padre Ossó: «Hace falta democratizar los espacios para que podamos hablar con rigor de inclusión plena».
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Desde la Universidad, aseguró, se está trabajando activamente para equipar al alumnado con esa mirada inclusiva y transversal que necesita la sociedad para seguir creciendo.
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