«La alternancia de gobierno en Asturias depende de que PP y Vox se entiendan»

–¿Aún le dura la resaca porque fracasase la negociación del Estatuto?

–¿A mi? No, ¿por qué?

–Porque como lo había celebrado...

–Lo celebré mucho, pero no con alcohol, fue de otra forma.

–¿De qué forma?

–Alegría interior y compartir con los compañeros de partido haber puesto algún grano de arena para que no saliera adelante.

–El hecho de estar en contra de un reconocimiento de derechos lingüísticos…

–…es que yo no creo que sea un reconocimiento de derechos lingüísticos.

–¿No lo es la oficialidad?

–La oficialidad es una mera imposición política, no es un reconocimiento de derechos lingüísticos. Tienes que poder comunicarte como quieras mientras el interlocutor acepte tu forma de comunicación. Imponer a tu interlocutor que acepte lo que tengas que decirle no es reconocimiento, es imposición de obligaciones que, hoy, no existen.

–Pero es que no es verdad que a día de hoy esté garantizada.

–Sí, lo está.

–A veces uno se dirige, por ejemplo, a la Administración…

–Sí, en algunos casos. O sea, haríamos de la excepción la regla. Prácticamente no se presentan escritos en asturiano en la Administración y se puede; se pueden publicar normas en asturiano, puedes dirigirte como quieras en la calle, ninguno de mis amigos de otras partes tienen problema de comunicación... Quiero que se respete lo que se habla en los pueblos y con la oficialidad no se va a hacer. Los güelinos de San Tirso de Abres van a tener que estudiar un idioma que no hablan.

–Lo de imponer yo no lo escuché.

–La oficialidad es imposición. Desde el día siguiente al que se acuerda la oficialidad, la Administración tiene que comunicarse con uno en los dos idiomas. Lo dice el Constitucional. Los funcionarios tienen que aprenderlo obligatoriamente.

–Usted mismo decía que a día de hoy uno ya se puede dirigir en asturiano por ejemplo, a la Administración. Con lo cual, ¿dónde está el problema?

–Tiene una base, pero se usa muy poco porque no hay demanda.

–¿A usted como le afectaría en el día a día?

–¿A mi? Que mis hijos tienen que aprender algo que sería innecesario para su futuro. Con los problemas que tiene Asturias, imponer eso es perder el norte.

–Sí, pero digo usted...

–No me había hecho esa pregunta. Pero perjudicará a muchos asturianos de la función pública.

–Con todo lo que ha hablado usted sobre la oficialidad, ¿no lo había pensando?

–Pienso más en cómo le afectaría a mis hijos. Yo, aunque me lo impongan, no lo voy a estudiar.

–Que Feijóo esté al frente del PP, ¿hace que se vea más cerca o más lejos de un gobierno?

–No lo sé. Lo decidirán los electores. No creo que Feijóo, en Asturias, vaya a ser determinante para un cambio de gobierno aunque la alternancia aquí depende de que Vox y PP se entiendan, y espero que el PP se dé cuenta pronto.

–¿Se entiende con Mallada?

–Tengo poca relación en general con todos los diputados. Pero con ella me entendería mejor que con Ciudadanos, Foro o IU.

–Con Vox en el Gobierno de Castilla y Léon, ¿no lo han hablado?

–No. Tampoco estamos en ese momento. Será cuando los ciudadanos hablen en las urnas. Antes es faltarles al respeto.

–¿Aceptaría ser consejero?

–Se verá con el tiempo.

–Si gobernasen, ¿adoptarán un 'pin parental', como en Murcia?

–Sí, de hecho acabamos de recibir alguna queja de un colegio en el que se iba a dar una charla sobre informática y acabó siendo de LGTBI. En ese tipo de charlas hay que pedirle permiso a los padres. ¿Qué le parecería al colectivo LGTBI si una de estas charlas en vez de ser una sobre derechos LGTBI fuera sobre el matrimonio entre hombre y mujer como única opción entre los escolares?

–¿Conoce clases en las que se explique que la única opción para casarse es entre personas del mismo sexo?

–A día de hoy no, pero, ¿lo descarta usted?

–Lo que digo es que usted pone un ejemplo como si existiera...

–Las uniones de personas del mismo sexo son porcentaje marginal respecto al total, menos del 10% a nivel nacional. Por eso no comparto que se traslade a los niños que esa es la unión habitual.

–Pero, ¿qué se traslada en esas aulas que lleve a pensar que es lo habitual?

–Se sobredimensiona el hecho. Y se hace un hincapié que no se hace en relación a la unión más habitual y más democrática. Que luego los críos opten por lo que quieran, yo en eso no tengo ningún problema.

–En Murcia hay que informar con siete días, ¿qué modelo querría para Asturias?

–Me gustaría una autorización, pero dependerá de la posibilidad democrática que tengamos en el Parlamento. Y no lo descartaría para otro tipo de extraescolares, nos porque nos protege a todos, los que pensamos de una forma y los que piensan de otra.

–¿Cuánto comparte del modelo de financiación firmada en Santiago por ocho presidentes de distinto signo político?

–Lo que tenemos es que cuidar a las comunidades que aportan al fondo de liquidez autonómico. Castigar a Madrid es castigarnos a nosotros, porque es la que más aporta a ese fondo. Perjudicarla es hacerlo a nosotros mismos. También hay cosas que se plantan desde Asturias que tienen cierta lógica, como tener en cuenta el envejecimiento y la dispersión geográfica. La izquierda está muy obsesionada en cuidar y dar cariño a las clases pasivas, pero al tiempo se está maltratando a las activas que mantienen el sistema.

–¿Qué margen hay para Vox en la Asturias vaciada?

–Estamos recogiendo el descontento en occidente de forma importante.

–Con este sistema electoral, ¿tienen margen?

–Creo que vamos a sacar diputados en las dos alas.

–¿Bajo la marca Vox?

–Sí, de hecho ahora tenemos encuestas que nos dan primera fuerza en Llanera, en Santa Eulalia de Oscos y Amieva. Son tres poblaciones dispares y de las tres circunscripciones.