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CARLOS LOZANO
Martes, 11 de octubre 2022, 11:24
Atropelló a un ciclista en Madrid, se dio a la fuga dejando al herido grave y recorrió 500 kilómetros de distancia con el coche siniestrado hasta que fue interceptado en Ribadesella. Este suceso, hasta ahora desconocido, logró resolverse a través de la cooperación entre ... el destacamento de Tráfico de la Guardia Civil de Ribadesella y la Policía Municipal de Madrid. «Que la gente sepa que estos atropellos no quedan impunes», es el mensaje que lanzan tras su investigación. El 6 de agosto, sábado, un conductor, vecino de Fuenlabrada y de 29 años, toma la rotonda de Niceto Alcalá Zamora de la localidad madrileña totalmente ebrio. Se cree que venía por la M-40, para tomar la M-11 y enganchar con la A-1 (Burgos), para ir a ver a una chica a Asturias.
Según publica el diario ABC, son las siete de la mañana, cuando un ciclista que circula por el carril bici y su propio paso de peatones (donde tiene prioridad), ve que se le echa encima un Volkswagen Golf negro, se sospecha que a una velocidad excesiva. Es un lugar señalizado con «peligro, presencia de carril bici y la situación de paso de peatones, en azul», explica un mando de la Policía Judicial de Tráfico de la Policía Municipal.
Se dio a la fuga, pero no a su casa: siguió su plan de la noche, como si no hubiese pasado nada, y aceleró hacia Asturias. Dejó parte de la carcasa del retrovisor allí. La posterior investigación ha revelado que tomó la A-1, hacia Burgos. Luego, probablemente, llegó a Cantabria y desde allí enfiló al Oriente asturiano. Y todo, con el parabrisas reventado y el capó semihundido, del gran golpe que dio al ciclista, de 42 años, que quedó grave y abandonado.
Ese día se celebraba el Descenso Internacional del Sella, que reunió a más de 100.000 personas y una fuerte presencia de la Guardia Civil. Así lo destacan tanto el teniente jefe del destacamento de Tráfico de Ribadesella como el guardia civil que estaba apostado con su moto junto a otro compañero en la rotonda de Llovio, donde confluyen la A-8, la N-632 y la N-634.
«Era la una y media de la tarde y había bastante tráfico», explican a ABC el mando asturiano y el guardia: «Venía con el parabrisas destrozado y tenía síntomas de conducir bajo los efectos del alcohol». Efectivamente, dio positivo en las dos pruebas realizadas 'in situ': 0,48 y 0,51 miligramos por litro, el doble del máximo permitido. Y eso, teniendo en cuenta que llevaba unas seis horas conduciendo desde el atropello, por lo que en el momento del siniestro la tasa debía de ser bastante más elevada.
«Me he dado con un pájaro»
El guardia telefoneó a su mando, que interrogó al sospechoso. Sus respuestas resultaron totalmente «erráticas e incoherentes»: que venía desde Madrid (algo que sorprendió a los agentes, habida cuenta del estado del vehículo); que si iba a ver a su novia (pero manifestó que desconocía el pueblo donde vivía y ni siquiera había marcado una dirección o coordenadas en el GPS); que si el golpe en la luna se lo había dado solo un poco antes con un pájaro (no había restos de ninguna pluma)...
Todo apuntaba, explica el guardia, a un atropello: «Los hundimientos en el capó eran muy grandes, indicaban vuelco de un cuerpo sobre el coche y a cierta velocidad».
La investigación
A partir de ahí, y gracias a la perspicacia de los agentes que interceptaron al madrileño, comenzó una investigación casi de orfebrería policial, digna de estudio en las academias. Además de algunos elementos aún más surrealistas que dan tanta singularidad a este caso.
Se realizó un primer rastreo, de más cerca a más lejos, contactando con emisoras cercanas de Asturias, luego de provincias limítrofes y con la central, en Madrid, para ver si tenían conocimiento de algún siniestro de estas características. En ese momento, el resultado fue negativo. Pero como estaba el vehículo a nombre de un familiar muy cercano, empadronado en Fuenlabrada, se dio aviso también a la Policía Municipal de Madrid e incluso a la central de Desaparecidos de Interior.
El coche, mientras, fue inmovilizado por la Guardia Civil en un estacionamiento del apeadero de Cercanías de Llovio. Pero al día siguiente, por la mañana, ya no estaba allí. El investigado, que no estaba detenido al no haberse confirmado el delito aún, quebrantó presuntamente la medida y se llevó el turismo de madrugada. Había llamado al seguro, que le mandó una grúa que se lo trasladó a un taller cercano y le puso un taxi, con el que escapó a Madrid.
Minutado de las cámaras
El coche fue localizado en el establecimiento mecánico. Los investigadores consiguieron que el dueño dilatase el 'arreglo' unos días más, para ganar tiempo y dar con el sujeto, que había mostrado prisa por regresar a Madrid. Se realizó una inspección ocular más detallada. Paralelamente, se mantuvo el contacto con los Centros de Gestión de Tráfico (noroeste, centro y norte) de la DGT y de la Policía de Madrid. Los detectores de matrícula de la M-30 dieron resultados positivos el día 9. También los de la A-1 y la carretera de circunvalación de Burgos.
Tomando de referencia estos minutados, se calculó la hora en la que pudo ocurrir el atropello y la zona: debió de ser entre Alcobendas y un distrito norte de Madrid. La Policía Municipal dio aviso de un posible atropello en esa hora y área. Era el del ciclista. El atestado fue remitido a la capital el 22 de agosto y el joven llamado el 9 de septiembre a las instalaciones de la Casa de Campo. Se negó a declarar. Está investigado por lesiones imprudentes y abandono del lugar del siniestro.
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