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AIDA COLLADO
OVIEDO.
Jueves, 11 de abril 2019, 02:44
El HUCA es, desde hace años, uno de los siete centros de referencia para el tratamiento quirúrgico del párkinson en España. La unidad multidisciplinar que interviene a los pacientes con trastornos del movimiento ha colocado al hospital asturiano a la vanguardia ... en este tipo de operaciones que palian los efectos de la enfermedad. Y ayer, con motivo del día mundial de una dolencia que en el Principado afecta a entre 2.000 y 3.000 personas, el equipo anunció que ha ampliado su zona de actuación en el cerebro. Esto incrementa el número de candidatos a la cirugía, para quienes el tratamiento farmacológico no es el más indicado, ya sea porque son resistentes al medicamento o porque su juventud desaconseja que se sometan a él durante tantos años.
La intervención, explicó la coordinadora de la unidad, la doctora Marta Blázquez, «consiste en la colocación de unos electrodos que estimulan unos núcleos en la profundidad del cerebro y mejoran los síntomas, como hace la medicación, pero de forma continua y sin sus efectos secundarios».
Hasta ahora, lo más habitual para tratar el temblor era implantar estos dispositivos -que emiten débiles impulsos eléctricos para regular la comunicación de las neuronas- en una región concreta del cerebro. Ahora dicha zona ha crecido y se han comenzado a colocar en nuevas áreas. Un nuevo mundo de posibilidades, que se une a la ampliación de la edad de los candidatos, que ya pueden superar los setenta años. Son susceptibles de someterse a la intervención, cifró Blázquez, «aproximadamente un 10% de los enfermos». El porcentaje de éxito, «si se ha elegido bien al paciente», es muy alto: «Más del 80 o el 90% va a obtener un gran beneficio».
El gerente del Área IV, Luis Hevia, destacó lo importante de los avances en el tratamiento de «una enfermedad de alta prevalencia y que genera un alto grado de discapacidad». Explicó, además, que la unidad interviene a unos 25 pacientes al año y está integrada por varios servicios, como son neurología, neurocirugía, diagnóstico por imagen o psicología.
El jefe de Neurocirugía del HUCA, Javier Sol, añadió que durante las dos décadas que el hospital lleva realizando esta intervención «se ha ido mejorando la técnica y la duración, aunque sigue siendo una intervención muy larga». El rango de seguridad también ha aumentado. «No tenemos complicaciones graves y las leves -algunas molestias o un poco de inflamación- suelen ser bien toleradas y mejorar espontáneamente», resumió. La primera parte de la intervención el paciente está consciente, «un poco sedado, para que permanezca tranquilo y colabore» con el equipo, mientras comprueba los cambios motores. Una vez demostrado que responde positivamente al implante del electrodo «se le duerme para implantarle el sistema que va por debajo de la piel». Un sistema que, en la mayor parte de los casos, ha de recargarse -sin cables, por inducción-, una vez a la semana. La vida de las baterías es larga, «duran unos 20 años».
Las ventajas de la intervención son muchas y variadas, como contó el neuropsicólogo Juan Álvarez Carriles. Una vez realizada, dijo, hay que «controlar que no exista ningún efecto adverso, con cambios en el ámbito cognitivo, conductual o emocional». En la inmensa mayoría de los casos, supone «una liberación y aumento de la calidad de vida».
Pero antes, para operar, el diagnóstico de imagen es esencial. Se utiliza «una combinación del escáner -con un caso que se coloca al paciente para buscar los puntos que vamos a estimular- con una resonancia magnética avanzada», detalló Antonio Saiz. Un procedimiento al que se han sometido ya 500 enfermos en el HUCA.
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