Gijón
Miércoles, 24 de julio 2024
Y en el mes treinta, pinchó. La hotelería asturiana rompió en junio la senda al alza que llevaba tras concluir la pandemia de la covid. Las cifras de récord que fue sumando cada mes desde enero de 2022 se frenaron el mes pasado. Según ... el Instituto Nacional de Estadística (INE), los hoteles de la región alojaron a 201.598 personas y vendieron 398.745 estancias. Una caída mínima, del 0,7% en viajeros y pernoctaciones, respecto a los datos del año pasado, pero que se convierte en sí misma en un hito. Hasta ahora, los datos mensuales de la ocupación hotelera eran sinónimo de récord histórico.
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La caída de junio está marcada por un descenso del volumen de viajeros internacionales. Del 8,6 y del 11,7%, respectivamente, en turistas y en pernoctaciones. A la hora de buscar causas, las tarifas no pueden ser una de ellas, ya que los hoteles asturianos fueron los más baratos del país, salvo los extremeños. Mientras que la media diaria en España llegó a 122,12 euros de precio medio diario, en Asturias se quedó en 66,84 euros. En Extremadura, en 64,72 euros.
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En realidad, Otea tiene claro los motivos del descenso: «Aunque los números de llegadas de turistas en general crece, la hotelería pincha por las Viviendas de Uso Turístico (VUT's)». Así lo asegura el vicepresidente de Otea, Fernando Corral, especialista en hotelería. El dirigente de la patronal turística asturiana, que aglutina a más del 90% de los empresarios del sector, avisa: «Julio y agosto llevan el mismo camino».
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Según explicó Fernando Corral, «ningún sector soporta un crecimiento de la oferta de más del 100% anual sin resentirse», en referencia al aumento de los pisos turísticos, que ya suponen la mitad de la oferta de alojamiento en la región. En ciudades como Gijón, pisos y hoteles están a la par en plazas.
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Una ciudad en la que, tal y como adelantaba EL COMERCIO, alojarse en la Semana Grande, del 3 al 15 de agosto, supone desembolsos de hasta 5.800 euros. El último fin de semana de julio, tanto Booking, central de reservas especializada en hotelería, como Airbnb, en viviendas de alquiler, dan para la región una ocupación superior al 95%. Y en una comparativa de precios queda claro que alojarse en el hotel de cinco estrellas más conocido de Asturias, el Reconquista de Oviedo, es más económico que hacerlo en un piso en Gijón, con vistas a la playa de San Lorenzo. El hotel pide por habitación doble con entrada el viernes 26 y salida el domingo 28, un precio por día de 180 euros, hasta cerrar el fin de semana con 360. El piso, por su parte, pide cada día 468,5 euros. Pasar 48 horas en una vivienda particular con vistas al mar cuesta 937 euros. Casi tres veces más que el establecimiento sede de los Premios Princesa de Asturias.
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Una caída en junio sobre la que el Gobierno regional quiso pasar de puntillas. La vicepresidenta del Principado, y titular de materias como el Turismo, quiso destacar ayer «los buenos datos del semestre» en el que Asturias mejora los resultados del año pasado, incluso ahora, cuando aún falta conocer los resultados de junio de los establecimientos extrahoteleros, es decir, de campings, casas rurales, apartamentos turísticos (que no tienen nada que ver con las VUTs) y albergues.
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En su opinión, «los datos van en la dirección adecuada en la que llevamos trabajando de manera intensa: el crecimiento de viajeros extranjeros». Además de recordar que los mayores crecimientos «se están dándose en los meses de temporada baja».
En junio, no obstante, el viajero internacional fue, precisamente, el que pinchó. Quizá por su ausencia se quedó lejos Asturias también del ingreso medio por habitación disponible. La cifra que define la rentabilidad hotelera dice que, en España, cada día los hoteles ingresaron en su caja 89,93 euros de media. Los asturianos, solo 37,10.
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Hace 55 años, Cué tenía, como ahora, pocos habitantes, mucha ganadería, mucha belleza, pero esta parroquia llanisca no tenía ningún hotel abierto. Hasta que Manuel Mijares volvió de México. Se había ido cuatro años antes a Veracruz, en busca de una oportunidad laboral que aquí no encontraba. En Cué, la vida que le esperaba era la tradicional: cuidar ovejas en el monte y no tener más conocimientos que los de leer y escribir. Pero, tras cuatro años descubriendo lo que el turismo ofrecía para los mexicanos, decidió que Cué sería, también, un polo turístico.
No pocos le llamaron loco. Casi todos, en realidad. ¿Un hotel en una parroquia minúscula del oriente asturiano? ¿Quién va a venir?, le decían. Todos menos una. Mila Galguera, la novia que se había echado antes de marchar. Una novia con la que mantuvo correspondencia mensual desde su marcha. Una novia con la que pensó, incluso, casarse por poderes, hasta que decidió que mejor en Cué que en Veracruz.
Y ambos pusieron en marcha el Hotel-Restaurante Migal, en el que fusionaron, como hicieron con sus vidas, sus apellidos. Mijares y Galguera. El mismo hotel que el 25 de julio de 2024 cumple 55 años. Y para ello, la segunda generación Mijares-Galguera, formada por Guía, al frente del hotel; Mila, en la cocina, y Manuel, que lleva la sidrería, organizan una fiesta que incluye picoteo, juegos, sorpresas y fuegos artificiales. Una fiesta a la que están invitados todos los vecinos de Cué y a la que asistirá el presidente de Otea, José Luis Álvarez Almeida.
Manuel y Mila vivieron siempre, recuerda Guía, «para trabajar. Mi madre tenía, además, una de esas tiendas que vende de todo. Cuando cerraba, iba para el hotel». Uno que fue casa también para sus tres hijos. «Cuando era pequeña, me ponían una caja de refrescos para que me subiera a ella y pudiera preparar cafés», y en la que no solo las vistas, tanto al mar como a la montaña, fueron su polo de atracción. La comida, «la de las guisanderas, la que se hacía en casa» hizo que las patatas rellenas, las albóndigas o la ensaladilla fueran santo y seña de Migal.
No estarán en esta fiesta los homenajeados. Al menos, físicamente. A Manuel le falló el corazón en 1995, en pleno mes de junio y con el hotel lleno. «Funeral y a seguir trabajando», se emociona Guía. A Mila se le acabaron las fuerzas en mayo del año pasado.Su presencia sentimental está garantizada. No solo por los vecinos, clientes y familia. Si no, también, porque la tercera generación del Hotel Restaurante Migal ya está en marcha.
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