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A. S. González
Viernes, 8 de septiembre 2023, 01:00
Está convencido Antonio Suárez de que todo éxito esconde «algo de audacia, trabajo y tesón». Estas tres virtudes, administradas a magnas dosis, le han valido para construir un imperio al otro lado del océano. El fundador del holding empresarial Grupomar, el mayor emporio pesquero de ... México, nació lejos del país azteca, adonde llegó por amor, el que sentía por Maruxa, María Luisa en el papel, la oaxaqueña ◘-hija de emigrante asturiano- coronada reina de América en las ovetenses fiestas de San Mateo, allá por 1965. En 1970 ya eran marido y mujer.
Su origen está en Oviedo. Allí le vieron nacer, o quizás él mismo se abrió paso, porque su madre se puso de parto en una visita ocasional a la capital asturiana. Su infancia, la etapa donde se anclan el grueso de los recuerdos, la pasó principalmente en Gijón, adonde se mudó con seis años. Todo ello no impide que él se sienta verdaderamente de Sobrescobio, la tierra de sus padres, un hombre y una mujer de campo.
El espíritu emprendedor ya bullía inquieto en su interior antes de comprar billete (de primera clase) hacia el nuevo mundo en un viaje que se antojaba provisional, pero sería definitivo. Primero, fundó una empresa de caramelos y después la Compañía Española de Pieles Finas, importadora de peletería de lujo procedente de Alemania. Ya al otro lado del charco, compró una compañía dedicada a la pesca de tortuga y se dio de bruces con el México profundo y oscuro. «Había de todo, mucha explotación a la gente, caciquismos, poca seguridad; no había policía y entonces las pistolas andaban muy sueltas; de hecho, yo traía una, guardadita», confesaría mucho tiempo después en una entrevista a Efe.
Su pecado, entonces, era abonar religiosamente a sus empleados el salario mínimo y cubrir la Seguridad Social, concesión que no gustó a los potentados locales y le obligó a rodearse de guardaespaldas armados con metralletas. Decidió, tiempo después, cambiar de tercio y abordó el atún, que a la postre sería el negocio de su vida y que hoy pesca, enlata y distribuye desde una posición de liderazgo en el país azteca con 4.000 trabajadores a su cargo. Cuando le preguntan a qué se dedica, responde que «a emplear».
Es la suya una historia de crecimiento y superación, de inquietud y pasión por el reto pero, sobre todo, de constancia, seriedad y rigor. «En la vida siempre hay una circunstancia o una oportunidad que pasa por delante de uno. Unos se dan cuenta y otros no. Y el que se da cuenta, a lo mejor no se da cuenta de hasta dónde llega. Yo tuve esa suerte de empezar joven como empresario. Luego me ha ayudado el hecho de tomarme las cosas muy en serio. No presumo de haber sido el hombre más trabajador de la tierra; no presumo de ser el más listo, para nada, ni el más guapo, pero he tenido constancia y mucho cuidado de no hacer tonterías», resumía hace años a EL COMERCIO.
A lo largo de su vida, Suárez ha fundado más de 20 empresas en México, Japón, Estados Unidos y, por supuesto, España. En Asturias se ha convertido en mucho más que un embajador. «Esta tierra me dio la vida. Nací aquí y aquí me educaron mis padres. He presumido siempre de ser de Asturias. Quiero a mi tierra y si puedo hacer algo por ella, lo voy a hacer». De la palabra pasó a la acción, cosa que no siempre ocurre, y cuando sobre el sector naval asturiano se cernía la incertidumbre, con los astilleros cerrados, acudió al rescate. Contrató a Armón la construcción de varios buques para su flota y reactivó así la actividad de lo que antes eran los astilleros Juliana, que prosigue a día de hoy. También gastó decenas de millones de euros en chapa asturiana para las latas de su conservera, movió toneladas de acero a través de El Musel…
El éxito ni le ha nublado el juicio ni ha empañado su devoción por las raíces. Es presidente del Patronato Internacional de Amigos del Archivo de Indianos, institución a la que también echó una mano cuando corría el riesgo de desaparecer y refundó junto a otros 15 patronos. Así mantiene vivo el Museo de la Emigración de Colombres.
En su vida hay escenas que podrían formar parte de una película y que, de improbables, parecen irreales. Uno de sus barcos encontró a Tim Shaddock, quien sobrevivió durante tres meses a la deriva en alta mar junto a su perra, alimentándose a base de pescado crudo y agua de lluvia. Le recibió en persona y ambos se fundieron en un abrazo.
Casado con una reina y coronado rey del atún, título del que reniega, rescatador de astilleros y archivos, de náufragos y parados, Antonio Suárez es ahora Hijo Predilecto de Asturias. Y desde 2021 es Hijo Adoptivo de Gijón.
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