Secciones
Servicios
Destacamos
BELÉN G. HIDALGO
ibias.
Domingo, 5 de julio 2020, 00:08
Igual que en los panales las abejas reproducen sin quererlo el mismo patrón hexagonal, por casualidades del destino los jóvenes Santiago del Vigo y Marta Bobis han terminado siguiendo su propio patrón familiar: el amor por la apicultura en Ibias. Esta pareja ha encontrado en la miel una forma de vida y, en un momento en que la despoblación rural parece la norma, quiere echar raíces apostando por este sector desde la pequeña localidad de Uría.
«Mi padre ayudó a modernizar el sector en Ibias», explica Santiago. La familia de Marta, también de raíces ibienses, tenía entre su patrimonio 'troubos' y un 'cortín'. «La miel nos enganchó», reconocen. Y fruto de ese amor común surgió mieles La Realera. Todo comenzó cuando Santiago acabó los estudios y no encontraba trabajo. Su padre le regaló dos colmenas «porque quería ir dejándolo», pero sucedió todo lo contrario. Creció el colmenar y la pareja decidió coger el testigo. «Nosotros asumimos todo el proceso, desde el panal hasta el tarro. Es mucho trabajo, pero nos gusta y lucharemos por ello», asegura el joven, que sigue día a día el trabajo en sus más de 300 colmenas. «La apicultura no puede ser un plan B. Hay que profesionalizarse», defiende.
Marta, en cambio, aún no lo ha dejado todo por este oficio. Por el momento mantiene su trabajo como informática, que compagina con las labores administrativas y la gestión de la web de la empresa, aunque también se enfunda los guantes y el mono. «Este es un sector muy inestable», argumenta, al recordar que la floración depende de muchos factores.
Les gustaría instalarse de forma definitiva en Uría, pero la mala conexión a internet se lo impide. «Nos encantaría vivir aquí, pero no puedo teletrabajar», lamenta. Para ellos, una conexión y unas buenas infraestructuras que agilicen el transporte de sus productos sería vital. «Un cliente que compra nuestra miel a través de la web no puede esperar semanas por ella», señala Marta.
En su día a día, estos jóvenes apicultores batallan en diferentes frentes. «Los apicultores somos la ganadería olvidada», afirman, y ponen como ejemplo la tramitación abierta en el Ayuntamiento ibiense para que la ordenanza de pastos reconozca la apicultura como actividad ganadera para poder aprovecharlos. «Nos sentimos okupas del monte», ironiza Marta.
El año pasado perdieron medio centenar de colmenas por la voracidad de la avispa asiática, que castiga la producción que mantienen en Illas. «Si hay daños por el oso o el lobo, deberían reconocerse los de la velutina», reivindica la joven. También la avispilla del castaño pasa factura. Pese a todos los sinsabores, la pareja continúa apostando por su proyecto en el medio rural convencidos de que «cada vez hay más conciencia y se valora más el producto artesanal y ecológico».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El mastodonte de Las Contiendas y las diferencias con un mamut
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.