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Lilian Galán, primera mujer celadora de pastos de la Montaña de Covadonga, recoge estos días la hierba. PARDO
«Va llegando la igualdad al campo, porque ganaderas las hubo toda la vida»

«Va llegando la igualdad al campo, porque ganaderas las hubo toda la vida»

Lilian Galán Primera celadora de pastos de la Montaña de Covadonga ·

«No me esperaba para nada salir elegida, pero ahora que se abrió esta puerta me gustaría que fueran entrando más mujeres en el Consejo»

L. RAMOS

NIEDA (CANGAS DE ONÍS).

Martes, 6 de julio 2021, 00:45

Se crió entre ganado, una profesión a la que decidió dedicar su vida junto a su marido Miguel Ángel Alonso. Con él vivió los madrugones, las noches sin dormir por el parto complicado de una vaca, la impotencia de encontrar a un animal herido o muerto por el lobo, la dureza propia del campo. Hasta ahora se mantuvo en un segundo plano, como tantas mujeres ganaderas, pero este domingo todo cambió, pues fue elegida celadora de pastos del distrito 9, El Espadañal, convirtiéndose en la primera mujer que forma parte del centenario Consejo de Pastores de la Montaña de Covadonga, que el próximo 25 de julio elegirá en la vega de Enol a su regidor, como manda la tradición.

-¿Se esperaba la elección?

-No, la verdad es que no, no contaba con ello. De hecho, fue la primera vez que votaba porque al jubilarse mi marido quedé yo al frente de la explotación y fue él quien más me animó a acudir. Fue una sorpresa total.

-Vamos, que no hizo campaña.

-(Risas). No, no. Antes fue mi marido quien estuvo durante años siendo el celador de esta zona y no sé si sería por eso que me votaron a mí.

-¿En qué va a consistir a partir de ahora su labor?

-Somos los interlocutores de los ganaderos con las administraciones, debemos controlar cada uno nuestro distrito para asegurarnos de que vaya todo bien, controlar que los bebederos funcionen, reclamar si hay que hacer cierres, si son necesarios desbroces...

-Últimamente hay cada vez más ganaderas con proyección pública. ¿Está cambiando algo?

-Parece ser que sí, que lo de la igualdad ya va saliendo a la luz, que ya cuentan más con nosotras. Y ya era hora porque trabajar llevamos trabajando en esto de toda la vida. En la zona somos muchas mujeres. Igual no todas están al frente de la ganadería, pero el trabajo diario es el mismo o mayor. Ahora que se abrió esa puerta me gustaría que entrasen más mujeres, a ver si alguna se anima.

-¿Cuáles son sus principales preocupaciones como celadora?

-El lobo ahora mismo el que más daño nos está causando. Nosotros tuvimos muchas pérdidas en cabras y ovejas y no podemos ni subirlas al puerto. Nos las matan al lado de casa y del pueblo, las guardamos todas las noches, pero matan incluso de día. Ahora llevamos una temporada tranquilos, pero ya lo vieron el otro día por arriba de Següencu. También hacen falta desbroces, está todo lleno de matorral y te escapa una vaca y no eres capaz a tornarla.

-Todo apunta a que tras el verano el lobo quedará protegido, ¿qué le parece?

-Yo no estoy a favor de que lo maten, pero sí de que lo controlen. Que los mantengan en una zona y si los quieren tener arriba en el puerto, que los ceben para que no nos acaben con los animales. Es de lo que como. Les protegen a ellos, pero nos desprotegen a nosotros, no hay derecho.

-En plena pandemia quedó muy patente la importancia del campo para abastecer a un país. ¿Sienten que se les respeta más?

-Nada. Los precios están por los suelos, te pagan muy poco. Pero vas a comprar a la carnicería y está por las nubes. Así que sí, nos decían héroes cuando apretó la pandemia, pero no cambió nada, se olvidaron de todo pronto.

-Sabiendo lo que hoy sabe, ¿volvería a ser ganadera?

-Bueno, lo sigo siendo. Pero mis hijas, por ejemplo, viendo lo que nosotros estamos pasando, no quieren seguir con esto. Veo la cosa muy difícil para las próximas generaciones. Da mucha pena ver que todo lo que estamos haciendo para ir a más y tener comodidades va a quedar ahí el día que nosotros lo dejemos, pero es que tienen muy pocas ayudas y los precios siguen por los suelos. Te cuesta mucho cebar una vaca para vida y a la hora de venderla te pagan una porquería. Encima ahora ceba para que lo coma el lobo. Todavía estuve hoy arreglando un parte de cuatro cabritos que me mató en enero del año pasado que aún no cobré porque no hacen más que darme vueltas. Que les quiten a ellos trescientos euros del sueldo todos los meses, a ver qué pasa. Yo no quiero dinero, sino que no me maten a los animales.

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